Capítulo 33 (muy breve)

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El compromiso del marqués Werrington y la señorita Shelford se hizo oficial para la decepción de muchas madres que habían esperado que una de sus hijas le echara el lazo al escurridizo noble. Era bonito tener esperanzas cuando había una base consolidada, si no, podían construir castillos en el aire que más tarde se desharían como les había pasado. No se las podía culpar por crearse banas esperanzas. La vida se vivía de ilusiones. Mientras tanto, había que organizar una boda y muchos preparativos de los cuales ocuparse. A Rachel estaba a punto de darle un desmayo. No podía más entre la prueba del vestido, las invitaciones, la orquesta, el decorado... un sinfín de tareas que una por casarse, debía encargarse. Así que, en cuanto pudo, se escaqueó con la excusa de visitar a sus sobrinos y a su hermana. Además, su hermana la podía ayudar. Al menos como coartada.

La suerte estuvo de su parte. Porque sin saberlo, también Adam estaba de visita. Era una hermosa coincidencia que no iba a desaprovechar. Tanto su hermana y cuñado supieron que era una oportunidad para que la pareja prometida estuviera su momento a solas. Además, los más pequeños de la casa demandaron su presencia.

- Si lo hubiera sabido, me habría escaqueado antes - le dijo tras ir a sus brazos abiertos.

- ¿Está siendo insoportable?

- No te puedes hacer una idea. Menos mal que tu madre y la mía están encantadas de encargarse de los preparativos.

- Aun así...

- ¿Por qué no podríamos casarnos en una ceremonia pequeña e íntima? Por ejemplo, irnos a Gretna Green.

- Crearíamos un escándalo, a parte que nuestras familias nos colgarían del cuello.

Rachel hizo una mueca porque esa posibilidad se acercaba mucho a la realidad.

- Tienes razón. No hay escapatoria.

Adam podía entenderla perfectamente porque a él le pasaba igual. Estaba siendo una tortura estar separado de ella y estar ocupado con obligaciones del marquesado.

- Pronto se habrá terminado y estaremos solos. Tú y yo.

- Me imagino que merecerá la espera.

- Creáme que sí.

Aceptó a regañadientes.

- Solo espero que sientes una cuarta parte de cómo me siento yo. Está siendo agotador...

Respiró hondo, sintiéndolo. Sus brazos la rodeaban, su cuerpo cálido y reconfortante.

- Podemos quedarnos aquí. Darian no nos echaría de su casa.

- ¿No nos estaríamos aprovechando mucho de su hospitalidad?

- Por una noche, no lo creo - Adam se echó a reír -. Además, ellos han pasado lo mismo que nosotros. Nos entenderán.

Rachel se sonrojó, escondiendo su rostro ruborizado en su pecho.

- ¡Dios, calla! Si no, no podré ver la cara de mi hermana y de mi cuñado.

- No te preocupes, mantendremos las apariencias delante de ellos y de los pequeños. Aunque si quiero, puedo robarte un beso de vez en cuando - rozó sus labios sutilmente con los suyos.

- Me parece bien - encantada de esa dulce amenaza.


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