Capítulo 10

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Daniel

Reemplacé la ropa empapada por una camisa que me quedaba un poco holgada y un short deportivo que al parecer fue todo lo que Cami pudo conseguir. No la culpo desde luego, ya que no creo que ella haya estado considerando la idea de invitarme a dormir en su casa, de hecho, creo que fue una decisión que tomó impulsivamente y nunca había estado más feliz por ello.

Me recosté en el sofá esperando que el sonido de la lluvia pudiera ayudarme a dormir, pero no lo logré y no creo que lo consiga porque ella está durmiendo a metros de distancia y no concentrarme en eso era casi imposible.

Cerré los ojos y su imagen se me vino a la cabeza, lo sorprendida y confundida que estaba cuando me vio esperándola, la forma en la que su boca se curveó cuando le dije que aun la amaba... lo cerca que estuvieron nuestros labios y... estoy casi seguro de que si la lluvia no se hubiera desatado yo ahora mismo estaría devorando esos labios gruesos y delicados que tanto echaba de menos.

No sé exactamente cuánto tiempo trascurrió, pero abrí los ojos cuando escuché algo ser arrastrado, me levanté del sofá y vi la luz de la cocina encendida, caminé hacia ese lugar y mi boca se estiró en una sonrisa al ver a Cami encima de una silla tratando de alcanzar algo de la alacena. Su cabello rosa estaba suelto y noté que estaba mas largo pues le llegaba a la cintura, usaba una camisa más holgada que la mía como pijama y no pude evitar mirar como esta se levantaba y mostraba unos cortos shorts que me aceleraban el pulso.

— ¿Necesitas ayuda con eso?

Mi voz la sobresaltó provocando que la silla se sacudiera.

—Me asustaste. —se dio la vuelta. —Creí que estabas dormido.

—No puedo dormir. —me recargué en la pared cruzando los brazos. —Y por lo que veo tu tampoco.

—Tengo hambre. —sus ojos mieles me causaban un impacto que podría detener mi corazón en cualquier momento.

— ¿Y de verdad necesitas subirte a esa silla para alcanzar el cereal?

—No soy tan alta. —murmuró bajándose cuidadosamente.

Caminé hacia la silla y la aparté para tomar la caja de cereal con la mano.

— ¿Lo ves? No es tan difícil. —se la entregué.

—Tu eres alto, por eso todo es fácil para ti. —tomó la caja. —Gracias.

Me hice un lado para que pudiera abrir el refrigerador y tomar el cartón de leche, cuando la cerró, levantó su cara para verme.

— ¿Quieres?

Asentí.

Ella se encargó de tomar un par de tazones y comenzó a vaciar el cereal, mientras yo me quedaba como bobo observando cada movimiento que hacía... no sabía si ella era real, incluso con el cabello desarreglado y esa ropa inmensa se veía perfecta.

Aparté la vista cuando me entregó el plato de cereal, el lugar se quedó en completo silencio a excepción del suave ruido que hacia la lluvia al chocar contra las ventanas.

— ¿Volvieron las pesadillas? —indagué.

Su cuerpo se tensó y la idea de que así fuera me hizo sentir aun peor porque no estaba allí para ayudarla.

—Nunca se han ido.

Quise rodearla con mis brazos, estrecharla contra mi pecho y susurrarle que nadie la haría daño, pero ¿cómo podría? si quien más la ha lastimado he sido yo.

—Lo dije enserio. —mis palabras provocaron que alzara la vista. —Voy a dejar el equipo en cuanto terminé esta temporada.

— ¿Qué? —abrió mucho los ojos. — ¿Te volviste loco?

¡Siempre Nuestro! (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora