Capítulo 37

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Cami

Pasé toda la noche dando vueltas sobre la cama porque no pude conciliar el sueño y todo por seguir pensando en la breve llamada que tuve con Daniel hace unas horas.

Era claro que después de que mencioné a André se volvió distante, pero me prometí no guardarle más secretos y si eso significaba que podría evitar malos entendidos aceptaba el riesgo.

Cuando decidimos intentarlo sabíamos que volver a confiar el uno en el otro no iba a hacer fácil, sobre todo porque la falta de honestidad había sido nuestra perdición en el pasado. Confiar en la persona que amas es un factor importante, pero ¿Cómo hacerlo cuando te han roto el corazón antes?

Dios, necesito dejar de pensar.

Tomé mis audífonos y puse algo de música para poder dormir y por suerte funcionó ya que no supe de mi hasta que mi madre entró a la habitación y me despertó.

—Cielo, levántate.

Me di cuenta que ya no tenía los audífonos puestos ya que el cable de estos estaba rodeando mi brazo derecho ¿En qué momento se habían vuelto un desastre?

—Es navidad. —dijo mi madre con una sonrisa. —Vamos, arriba, hay que desayunar.

Asentí sentándome en la cama.

— ¿Dormiste algo? Te ves cansada.

—Lo estoy. —me quite las sábanas. —En un segundo bajo.

—De acuerdo, no te tardes.

Salió de mi habitación y dejó la puerta abierta, era su manera disimulada de decir que me apresurara. Me levante de la cama y revise mi teléfono. Daniel había dicho que me llamaría pero aún no lo había hecho, comencé a sentirme un poco mal, no quería que cuando regresara todo volviera a estar raro entre nosotros.

Lavé mis dientes y bajé a la cocina.

—Buenos días. —saludó Oscar en cuanto me vio llegar.

Johnny, Carolina y Mamá ya se encontraban en la mesa también.

—Feliz navidad, hermanita. —me sonrió y me mostró el plato con el desayuno. — ¿Panqueques?

—Gracias. —me senté a su lado admirando todo lo que mi madre preparó.

Había desde cereales, pan tostado, panqueques, huevos, tocino. Era como un buffet.

—He pedido unos días así que tengo el resto de la semana libre. —comentó mamá al mismo tiempo que vertía una buena cantidad de miel sobre su desayuno. — ¿Qué les parece si vamos al centro comercial? He escuchado que han puesto una pista de hielo dentro.

—Suena genial. —concordó Carolina con emoción.

— ¿Qué dices, Cami? —Oscar me miró y no supe cómo responder, quisiera tener el mismo entusiasmo que ellos.

—Si, está bien. —me llevé un trozo de panqueque a la boca.

Oscar y mamá compartieron una mirada.

— ¿Estas bien, hija?

—Estoy cansada, es todo.

—Creí que ibas a estar de buen humor, sobre todo después de que Daniel te llamó. —dijo mi hermana y Johnny bebió de su vaso de leche.

—¿Lo hizo? —mi madre me miró.

—Anoche.

— ¿Es por eso que estas así? ¿Es que volvieron a pelear?

—No, todo está bien entre nosotros y no quiero que esto siga siendo el tema de conversación.

—Vale, entonces si vamos al centro comercial. —concordó Carolina ayudándome.

¡Siempre Nuestro! (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora