Epílogo.

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(Maratón 6/6)

Tiempo después.

Mis pies se movían inquietos de un lugar a otro, tenía la garganta seca de los nervios, mi respiración era muy irregular, estaba a muy poco de sufrir de un ataque de pánico.

Las luces tenues del lugar, el montón de personas que esperaban ansiosos abajo y como si fuera poco yo no paraba de ver a Damien parado ahí en el escenario, a diferencia de mí se encontraba muy relajado, la guitarra sujeta de una correa que pasaba por sus hombros.

Cuando llego el momento la adrenalina corría por mis venas, ella paso confiada saludando el público, su sonrisa resplandeciente, su cabello lustroso castaño oscuro con algunos reflejos, era hermosa, muy hermosa.

- ¡Buenas noches, New York! – hablo por el micrófono y las personas comenzaron a gritar. – Quiero agradecerles por haber venido hoy y ver esta cantidad de personas que se encuentran aquí, que han escuchado mi música y me han apoyado, aun después de ser una cantante reciente llegar hasta este punto donde tuve la oportunidad de venir a América, en serio gracias a todos, los amo.

Las personas siguieron gritándole, ella era impresionante, era admirable para mí aunque tuviéramos casi la misma edad, verla ahí parada lograba intimidarme, porque era tan confiada de sí misma y ¿cómo no? Era básicamente perfecta, hermosa,
elegante, culta, adinerada.

Damien comenzó a tocar la guitarra mientras que los demás músicos le seguían, una melodía exquisita, sonaba tan limpia, tan bien trabajada, segundos después ella comenzó a cantar, su voz era increíble, pero claro había estudiado canto lirico por años y se atrevía a cantar de todo.

La primera canción era una movida, originalmente era en español pero la había adaptado, con una pronunciación prefecta, Deina Trainor, la heredera del imperio
automovilístico Trainor, pianista y cantante reconocida en Europa, ahora estaba ahí cantando abiertamente con Damien.

Luego de un largo rato donde hubo cantado varias canciones tomo unos diez minutos de descanso, Damien venía hablando con ella, riendo como un par de amigos mientras que a mí me sudaban las manos.

Una presencia a mi lado me hizo voltear, un par de ojos oscuros me veían con curiosidad, un chico alto me profirió una encantadora sonrisa de lado, su cabello y algo largo caía en ondas.

- ¿Cómo la has estado pasando? – me pregunto en español con un acento tan marcado.

- Bien. – le sonreí, Jeshua me sonrió abiertamente para luego posar su vista al frente.

Era ridículamente atractivo, sus cejas oscuras y pobladas, sus facciones maduras.

Cuando Deina hubo llegado cerca se lanzó encima de él abrazándolo con fuerzas. – ¡Mierda! Que puto terror. – hablo suspirando.

Y si eso era terror pues yo era una gallina miedosa con piernas de gelatina, en ningún momento la vi expresar miedo mientras que estuvo allá. Ahora que la tengo en frente pareciera que yo tuviera una falla respiratoria, Damien, tomo mi mano y me dio un beso en la sien.

- Tranquila, no te va a comer. – me susurro.

Deina estaba ahí abrazada con su novio, comportándose como toda una universitaria común y corriente pero la verdad es que la admiraba, estaba nerviosa y aun no podía creer que el padre de Jade le consiguió esta oportunidad a Damien de tocar junto a ella.

- Supongo que ella, Lacey. – hablo captando mi atención antes de tenderme la mano.

Respire profundo calmando mis nervios antes de aceptarla. – Un gusto. – Deina me sonrió.

- ¡Joder! Tanto que me ha contado Damien de ti en los ensayos que siento que te conozco desde la secundaria. – comento.

Su acento español tan marcado, sus ojos verdes azulados de un tono tan intenso me detallaban. – Tienes un buen novio.

- Gracias. – respondí y mi atención cayo en Jeshua, quien me nos había recibido cuando llegamos. – Tú no quedas muy atrás.

- ¿Qué puedo decir? – bromeo con falso egocentrismo. – Soy el mejor que pueda existir.

- ¡Ja! Lo que sucede es que cuando los hombres se enamoran se vuelven tan masoquista que no le importa nada. – le contesto ella, era difícil de explicar su dinámica era muy distinta a la mía con Damien. – ¿O miento?

- Touché.

Esa noche donde la pase tan bien con ellos quise que durara por siempre, quise que la felicidad fuera eterna, que aunque el mundo se apagase Damien y yo siempre nos encontrásemos de alguna forma, porque lo amaba tanto que era ciega y eso causo que no pudiera ver claramente cuando todo se fue a la mierda.

Porque no estábamos destinados a ser eternos…

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Unos cuantos años después.

Trague grueso mirando al frente, mis manos metidas en los bolsillos de mi abrigo, aun así tenia frio, pero no me importaba, la lluvia caía ligera sobre mí, un vacío en mi pecho que no me permitía respirar con facilidad.

El aire frio de un día lluvioso causo que las hojas de los árboles se moviese al igual que mi cabello próximamente empapado, como pude di una serie de pasos hacia delante, las piernas me temblaban aun no podía aceptar la horrible realidad, porque no me lo había permitido porque no quería que me viesen la culpa.

Como pude di un par de pasos al frente y luego me agache, enfrentándome a lo que tenía ahí, mi labio inferior temblando tratando de retener lo que era incontenible, mis
rodillas cayeron sobre la tierra frescamente removida ensuciando mis jeans y en llanto grite inundando el silencio por mis alaridos de dolor.

Pero no me referia aun dolor físico, no, era uno más doloroso que te corrompíahasta lo más profundo de tu ser, arrancado de tu propia alma. Lagrimas rodaban libremente por mis mejillas, mientras veía la serie de lapidas en una fila, con aquellos
nombres grabados que me hacían remover la conciencia.

- Lo siento. - musite sorbiendo mi nariz.

Aun así eso no cambiaba nada, estaban muertos y estoy segura que eso era mi castigo, por haber sido una egoista en la vida, por no haber sido fuerte cuando todo estaba mal, ahora lo estaba pagando.

Una maldición que venía más allá del comienzo de todo esto lio de la secundaria, que en cuestión de segundos te llevaba del cielo al infierno, recordándonos que nada es
para siempre.

Escuche pasos tras mío, pero no voltee, yo estaba llorando y lamentándome, cuando sentí un par de manos en mis hombros y la lluvia paro de caerme, por encima de mi
hombro vi una silueta femenina.

- Todo va estar bien, Lays. – me susurro y no pude contestar aún tenía más llanto que soltar.

Lex me abrazo dejándome llorar en su hombro mientras que Liam sostenía un paraguas sobre nosotros y no supe cuánto tiempo paso para cuando hablo. – Mejor vamos a casa. – negué. – Lays, no puedes estar aquí bajo la lluvia y en medio del frio en
tu estado.

- Tú no lo entiendes. – musite soltándome de mi hermana.

- Lays. – insistieron ambos.

- Es de él. – confesé mirando la tumba. – Estoy embarazada de él.

Continuará...

Más allá del Comienzo. ✓[#1 Saga Del Comienzo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora