Capítulo 37

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Un día más de clases había comenzado, otro jodido día con más exámenes que de costumbre, ¡ni siquiera podía hablar con Shadow sobre lo que le haría a María por mandar matones!

Por fin, el sonido de la campana indicando el receso, parecía que Shadow quería decirme algo, pero justo María dejó sigilosamente una nota que decía "sígueme", no le di explicaciones a Shadow y salí detrás de ella.

La seguí hasta el baño, al parecer estaba solo, qué raro, escuché que cerraron la puerta tras de mí y antes de poder ver, me sujetaron Sally y Fiona de los brazos, me intenté zafar pero María me dio un puñetazo en el estómago, causando que perdiera el aire y ellas me soltaran, sólo para caer al piso, no de nuevo, aún así, el enojo me hizo olvidar el dolor del golpe.

María me agarro de las púas, jalándolas, obligándome a verla a los ojos

-Escúchame bien, zorra - soltó con odio -, no sé que trucos utilizaste para que Shady ahora esté de tu lado, pero créeme, tarde o temprano te traicionará, es sólo mío, ¿entiendes?

Escucharla sólo me dieron ganas de reír, ni siquiera me dolía que me jalara de las púas, al menos ya no más, ella al escucharme me soltó, supongo que se asustó, quiso proporcionarme una patada, pero retuve su pie con mi puño, al parecer Sally y Fiona querían hacerme algo, sin pensarlo y sin piedad invoqué mi martillo y lo lancé hacía ellas, causando que les golpeara en la cabeza y perdieran el conocimiento, jalé a María del pie y la tiré, para luego levantarme yo y poner mi bota sobre su pecho.

-Ahora veo por qué pudiste contra mí antes, te crees invencible con tu grupito, pero eres una inútil estando sola, ya no soy aquella niña miedosa a la que crees que puedes intimidar, ya no soy aquella niña débil, si quisiera ahora mismo podría aplastar tu muñeca hasta que truene - no sé que vio en mi mirada, pero su expresión aterrorizada me dió satisfacción -, si crees que porque los profesores están de tu lado no te haré nada, te equivocas, sólo me das más motivos para regresarte el infierno que yo viví - escuché que se acercaba alguien al baño, por suerte no entró, por si acaso quité mi pie de encima del pecho de María y me recargué en la puerta, ellas ya estaban despertando de nuevo, ya podía irme sin problemas - que te sirva de advertencia, la próxima, no me contendré y tendrás más que un moretón en tu pecho plano.

Le guiñé el ojo para luego salir del baño victoriosa, aunque el coraje que me había hecho olvidar el dolor ya se había disipado un poco y en consecuencia sentí mis piernas flaquear, casi caía al piso hasta que alguien me sostuvo.

-¿Estás bien?

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