Capítulo 53

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Pronto la mañana del lunes llegó, significando que había que regresar al colegio. La noche anterior había acompañado a Rose a su casa, después de todo había sido un mal día y no quería que aquella loca se le apareciera de repente. Estaba listo para pasar por ella, pues no quiero que le pase nada.

-¿Te vas tan temprano, Romeo?

-Qué chistoso. Quiero llegar lo antes posible, sé que no está lejos de aquí y ciertamente puedo llegar en mi moto, pero tú no conoces a esa desquiciada, podría haber contratado sicarios o yo que sé. - escuché una risita proviniendo de él -.

-Gracias.

-¿Cómo? - volteé un poco anonadado -.

-Ya oíste, negro, gracias por cuidar de Amy también, ciertamente yo también pensaba ir por ella si no lo hacías tú, aunque no sé qué piense su madre de esto, por lo que ella me contó...

-Si te soy sincero, nunca conocí nada de ella, inclusive estando en su equipo, si su madre se opone, me la llevaré a la fuerza. Y deja de llamarme negro, marihuano.

-Ja, ja, ja, de acuerdo, ya no te retengo más, ve Romeo.

Volteé los ojos, aunque no me disgusta tanto convivir con él, ciertamente es maduro a su manera.
Salí, realmente no necesitaba si quiera tomar la moto, podría hacer un control caos y estar ahí en un instante, pero sé que Rose no es de levantarse temprano.

(...)

-¡Amelia Rose! ¡Ya va siendo hora de que te levantes!

Ya voy, ya voy!

Apenas me estaba acercando a su puerta cuando escuché los gritos provenientes de su madre, tienen la voz igual de chillona, sonreí y toqué.

-¿Visitantes? Que raro... - escuché cómo se estaba acercando a la puerta y segundos después la abrió - Oh, hola jovencito, ¿qué se te ofrece?

-Hola, vengo a recoger a Rose.

-Oh, ya veo, en un momento la hago bajar, por favor, pasa, siéntate y espérame un momento.

-De acuerdo.

-¡Amelia! ¿Por qué no me dijiste que vienen por ti? ¿Quién es ese? - preguntó una vez que subió, imagino que está cerca del cuarto de Rose -.

-¿Quién?

-Es un erizo azabache con vetas rojas.

-¿Shadow? Dile que ya voy.

-Pero ya, se está haciendo tarde.

-Si, si, ya voy.

Escuché como resopló, dando por finalizada la conversación, en unos segundos nuevamente su madre bajó.

-Ya viene, no tarda.

-Está bien, gracias.

Unos minutos después Rose bajó, ciertamente estábamos en tiempo límite para llegar, incluso con mi moto.

-Perdona Shadow, me estaba terminando de arreglar las púas, ¿vamos?

-Ahora entiendo porqué siempre llegas corriendo al salón, vamos rosadita.

-Sólo fue una vez... - la miré divertido, era obvio que ella nunca llegaba a tiempo - Bueno, ya, han sido muchas veces seguidas, pero lo importante es llegar, ¿no?

-Ja, ja, ja, supongo que sí, tenía intención de llevarte en la moto, pero apenas llegaremos a tiempo y eso arruinaría mi récord perfecto. Prepárate.

-¿Vas a..? - No le di mucho tiempo, la tomé en brazos y me acerqué a la moto, para poder transportarla también, así fue como en un parpadeo llegamos a la entrada del colegio -, ush, al menos déjame prepararme primero, estoy mareada.

-Ya deberías irte acostumbrando, porque si todos los días te levantas a la misma hora, no me quedará otra opción.

-Gruñón, ni siquiera desayuné.

-Por levantarte tan tarde - me enseñó la lengua, lo cual me causó gracia y ternura -, ven, vamos, te invito a desayunar, tenemos aún 30 minutos antes de que comience la primer clase, solo déjame estacionar la moto.

Me alejé tranquilamente, esperando no le pasara nada en lo que estacionaba la moto, por suerte no fue así, cuando regresé ella estaba esperándome. Le tomé la mano y comenzamos a caminar.

-¿A dónde vamos?

-Vamos a la cafetería de allá.

-Je, je, de acuerdo.

Sonreí de lado y seguimos caminando

(...)

Ya habían pasado 3 horas de clases, me comenzaba a aburrir, Rose parecía que también, estaba sentada a un lado de mí, bostezando. Por otro lado, no podía evitar la intensa mirada de María hacia nosotros, en serio, ¿no se cansa?

La hora del receso llegó, por fin, me levanté tranquilamente y esperé a que Rose lo hiciera para irnos.

-¿Podemos hablar? - genial, ahora el pitufo se entromete -.

-No tengo nada que hablar contigo, y aunque lo tuviera no hablaría contigo, ahora, Shad, ¿nos vamos?

-Vamos, Rosita.

-Vamos Amy, solo quiero razonar contigo y...

-Ya te dijo que no, ¿estás sordo?

-No estoy hablando contigo, idiota.

-Y yo ya te dije que no, déjame en paz.

Fue entonces que Rose giró por otro lado del asiento para evitarlo, se acercó a mí y comenzamos a caminar. Claro que nos estaba fulminando con la mirada y por supuesto que no era el único que lo hacía.

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