Capítulo 13

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Ya era lunes de nuevo, en serio, sólo deseaba no tener que ir a ese lugar en un buen par de años. En fin, estaba en la azotea, pues ya era la hora del descanso.

Los exámenes de final de semestre estaban tan cerca, que los maldije por existir. Cuando me di cuenta, estaba mordiendo ligeramente mi mano, imaginando que era un condenado emparedado de atún.

-Debería aprender a hacer pan… Podría hacer muchas cosas con pan recién hecho… -comencé a hablar sola, hasta que su voz me interrumpió-.

-O podrías dejar de hablar sola y dejar que te enseñe yo.

-¿Tú? ¡Ja! No has de saber ni preparar agua sin quemarla.

-Muy graciosa, Rose.

-De todos modos, ¿qué haces aquí, Shadow?

-Oye, no eres la única con la llave de la azotea -me contestó burlón y luego prosiguió.- ¿Quieres uno?

-Eh, no gracias, no fumo.

-Son de dulce, boba. -me acercó la cajetilla y sí, eran de dulce, tomé uno algo dudosa.- ¿Quieres salir esta noche?

-¿Salir? ¿A dónde?

-Al muelle, hay un festival. Iré con unos colegas y pensé que… -Lo interrumpí-.

-No.

Él me miró con cara de perrito triste, agh, odiaba que hicieran eso, seguía siendo débil ante esas miradas.

-Bien, bien, iré al dichoso festival.

-Genial, pasaré por ti a las 8.

Salí de la azotea, aún quedaba algo de tiempo antes de acabar el descanso y quería ir a ese árbol, pues después de algunos intentos por fin encontré el lugar más cómodo.

-Hey, Amy -Espio venía hacia mí, con una pequeña sonrisa y dos bolsas de color marrón-. Sí, Amy, es lo que crees que es.

-¿Qué te hace pensar que imagino el contenido de la bolsa?

-Quizá el hecho de que se te hace agua la boca, limpiate, sucia.

-Jaja, de acuerdo, de acuerdo. Gracias -dije una vez que me dio la bolsa y una servilleta-.

Empezamos a caminar tranquilamente por el patio hasta que llegamos al árbol, él por su parte se sentó a un lado de mí.

-¿Qué hiciste antes de encontrarnos?

-Estuve en la azotea un rato, ví que se te cayó un lápiz.

-¿Y no me dijiste?

-¿Querías que te gritara desde la azotea que se te había caído un lápiz, para que terminaran castigándome?

-Jaja, bien, entendí. Anda, comamos.

Empecé a comer tranquilamente, hasta que se me ocurrió preguntarle.

-¿No nos conocemos de antes?

-Emm… Me parece que sí… Déjame ver… -se quedó pensativo un momento- ¡Oh! Eres aquella niña… Tu vestido estaba cubierto de lodo y tu rostro de lágrimas. Cambiaste mucho.

-Bueno, uno aprende de las cosas. Ya decía yo que conocía este endemoniado emparedado de atún. ¿Qué harías si alguien que te lastimó hace tiempo repentinamente te invitara a salir?

-Depende de si yo haya decidido perdonarlo y ser su amigo, o guardarle rencor… ¿A qué se debe la pregunta?

-A nada, gracias.

Ya decía yo que siempre es bueno hablar con él, sus consejos son buenos. Terminamos nuestros almuerzos y nos dirigimos al salón, pues ya casi era hora de entrar a clases de nuevo.

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