Interrogado

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Bostezo con los ojos cerrados para avisar de que estoy despierto. Abro los ojos y reviso la habitación, viendo todo borroso.

Después de restregar mi mano contra mis ojos para poder ver con claridad, vuelvo a mirar alrededor encontrándome con un espejo. En este contemplo atento mi rostro el cual hasta hace, ahora cuarto días, estaba pálida y sin volumen debido a mi forma de vivir. Ahora este se encuentra con un color moreno y mis mejillas incluso son redondas.

Sigurd aparece por la puerta haciendo que me dé cuenta de que no se encuentra a mi lado como anoche. Reviso su lado de la cama, la cual está   ordenada, aún sabiendo que no va a estar ahí.

—Pequeño, sal y come —murmura para después salir del cuarto

Me levanto con pereza para salir de la habitación y saludar a ambos, los cuales ya se encuentran despiertos y arreglados... dentro de lo que cabe. 

Peino mi pelo con la mano y me siento al lado de H por orden de Sigurd. El último nombrado me empuja la cabeza levemente en modo de broma, haciendo que una pequeña sonrisa escape de mí.

Desayunamos en silencio ya que el rubio parece estar alerta después de lo ocurrido anoche. Se pueden ver en sus ojos el cansancio, como si no hubiera dormido.

—Sigurd, no me digas que te has quedado despierto toda la noche? —rompe el silencio H como si me hubiera leído la mente

—Tenía que proteger a... la cabaña —habla lento el rubio, deteniéndose a pensar soltando un bostezo

No entiendo por qué, pero el pelirrojo le responde con una sonrisa divertida entrecerrando los ojos. 

—Ese es mi trabajo —continúa hablando el ahora sonriente

—Pero estabas dormido —le reprocha Sigurd viendo como el acusado asiente

—En eso tienes razón —termina de hablar para seguir comiendo

[ . . . ]

Nervioso es como me encuentro ahora. Sigurd ha movido una silla y la ha colocado en medio del salón donde no hay nada alrededor, solamente una mesa en frente. 

Él me hace una seña con la cabeza para que me siente en esa silla, a lo que yo hago caso levantándome de la que estaba y caminando hacia aquella otra. Una vez sentado él se coloca delante de mí, apoyándose en la mesa y dándome una sonrisa tranquila para darme seguridad.

—Vale... comencemos con esto —se acomoda sin alejar su vista de mí— Anoche ocurrió algo. Algo que tú sabes, Kai 

Asiento juntando mis manos nervioso. Sé que no va a hacerme nada, pero el estar aquí en medio con ellos dos a mi alrededor me hace sentir pequeño.

—Pequeño, necesito que me digas qué es lo que causó aquél sonido —Sigurd da unos pasos hacia mí, aún quedando lejos

—Cuando aún estaba en la isla, un consejero de Dios se vio en un callejón cerca de mi casa con lo que creo que era un mercader... o un herrero, no lo sé —hablo algo rápido comenzando a mover mi pierna derecha por los nervios

Me quedo en silencio intentando recordar lo que pasó aquel día, haciendo que todo se quede en silencio. Ambos vikingos se dan cuenta y se quedan en silencio, dándome el tiempo que necesite para hablar. Silencio que utiliza Sigurd para acercarse más y quedarse de agachado frente a mí, mirándome con atención.

—El "herrero", digamos que era uno, le dio un objeto plateado al consejero. Ese objeto es una pistola y hay que recargarlo con unas pequeñas bolas grisáceas, las cuales dispara y causan el sonido que oímos anoche —murmuro mirando hacia abajo concentrándome en la imagen mental que he conseguido recordar— Esas bolitas están llenas de pólvora y son mortales siempre y cuando dé a un órgano vital

—Pólvora? Kai, no sé qué es eso —Sigurd me mira buscando explicaciones

Miro a H viendo que él tampoco sabe qué es. 

—Tú eras de allí —le comento confundido viendo como él pone una expresión divertida

—Me vendieron de pequeño, recuerdas? —me sorprendo por no recordarlo

—Cierto, perdón  —escucho una risa nasal por parte del pelirrojo

Vuelvo a mirar al rubio, quien sigue mirándome pero esta vez con una expresión graciosa.

—Pues...  por lo que escuché la pólvora es una mezcla de polvos la cual con un pequeño detonante explota o impulsa —la mirada sonriente de ambos pasa a ser de sorpresa— En el caso de anoche, impulsó la bala

Parece que lo entienden de a poco. Es normal que sea algo increíble de creer, más cuando lo conoces a través de una herida que le han hecho a un compañero. 

—Y qué pasa cuando la "bala" le da a alguien? —habla H acercándose a mí

—No lo sé, pero supongo que se mantendrá en la piel incrustado —hablo con asco al imaginármelo

—No se expande ni suelta algún líquido raro... —niego ante las palabras de Sigurd— Vale...

El nombrado se levanta haciendo que quedemos a unos centímetros de distancia colocando una mano en mi pelo y despeinándome como si fuera un perro.

—Gracias, chiquitín —susurra para después apretar mis mejillas— Ya nos podemos ir

Confundido veo que ambos dejan de estar tensos así que espero a que el rubio se aleje un poco para poder levantarme. Ya de pie, la silla no tarda en ser retirada por H como si nunca hubiera estado ahí, colocándola en su sitio principal.

—Y qué va a pasar con el hombre ese? —pregunto refiriéndome al sujeto que disparó

—El herido? —pregunta H, a lo que yo niego— El que disparó? —asiento atento a lo que vaya a decir— Pues seguramente le hagan un juicio y créeme, los Thrall vais a estar muy perjudicados. Todos. 

Miro a Sigurd, quién me mira apenado dejándome ver que es cierto. Asiento con la cabeza y peino mi pelo evitando pensar que tan mal podrían ir las cosas. 

Corro a cambiarme de ropa como me dijo ayer el ya antes nombrado, dejando la usada en una cesta y vistiendo con mi ropa "común". Cuando salgo me coloco en la misma posición de antes.

—Vosotros dos, recoged —ordena el rubio tomando las bolsas— Las cosas no se van a guardar solas 

H camina rápido haciéndole caso y tomando dos bolsas de piel de su habitación. Vuelve con ellas y me espera en la puerta junto con Sigurd. El último nombrado me lanza la última bolsa, tomándola yo en el aire pero ya que es pesada, me obligo a dar unos pasos atrás agachando el cuerpo.

—Ya nos vamos? Pero si hemos estado un día —hablo colocándome la bolsa en el hombro y acercándome a ellos dos

—Suficiente, así que vamos —me empuja suavemente hacia delante para que camine

Frente a mi se encuentran los tres caballos comiendo del verde pasto con tranquilidad,  esperando a ser montados nuevamente. 

Dejo la bolsa que porto en el equino que me consiguieron y miro hacia atrás viendo como los dos hablan entre ellos, mirándome de reojo mientras conversan. 

—Venga chiquitín, arriba —ríe Sigurd nada más poner las bolsas en su caballo, poniéndose a mi lado

Nada más decir eso, se agacha y me rodea las piernas con sus brazos alzándome en el aire. Rápidamente tomo el lomo del caballo en una desesperada idea de no caer de cara al suelo. Sus manos pasan de la parte baja a mis muslos, tirando hacia arriba y colocándome en la parte alta del animal.

No me da tiempo a reaccionar cuando H toma el control de mi caballo y montado en el suyo, trota como si estuviera huyendo del lugar. Sigurd, quien está detrás de mi mirando a todos lados, me mira sonriente como si nada estuviera pasando. 

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