—Chiquitín, despierta ya —la voz grave de Sigurd retumba en mis oídos— Llevas un buen rato durmiendo
Al abrir los ojos veo su figura tumbada junto a mí, apoyado en uno de sus brazos con expresión divertida.
Cuando nuestras miradas se encuentran aprovecha y revuelve mi pelo con cuidado, sonriéndome enternecido. Ha sido todo un sueño? Sigo aquí... con él.
Me pego a él uniéndonos en un abrazo muy necesitado, siendo rodeado poco a poco por sus fuertes extremidades. Al unirnos noto sus labios chocar contra mi frente, depositando un beso cariñoso en el lugar.
—Sí que te gusta dormir —se queja en broma acariciando mi pelo— Eres un mimado
Al verme negar, su expresión se vuelve alegre riendo nuevamente a la ves que aprieta mi cintura con seguridad.
—Te extraño —susurra cuando le miro atento— Vuelve...
No entiendo nada, pero él no me deja hablar ya que nada más acabar de hablar, junta ambas frentes. Después de eso, todo se vuelve oscuro y él desaparece. La habitación desaparece.
Despierto nuevamente pero esta vez adolorido, con el cuerpo adormecido como si me hubieran golpeado sin parar. Mareado, miro alrededor buscando localizar el lugar en el que me encuentro, deseando ser la cálida cabaña del nórdico. En cambio, estoy una habitación llena de objetos lujosos pintada de un color rojizo intenso.
No entiendo qué hago aquí. Lo último que recuerdo es estar evitando a toda costa al señor mayor y este, al ver que me negaba a sus planes, me apuntó con un arma obligándome a beber de su vino.
"Sé que me viste tomar el arma... La curiosidad mató al gato, cachorro"
Es de las pocas frases que recuerdo por su parte, en ese instante estábamos en una piscina poco profunda... No en una habitación...
Juntando cabos, bajo la mirada asustado encontrándome con el viejo durmiendo plácidamente a mi lado. Mi cuerpo tiembla con tal vista, sumándole la falta de ropa en mí; solamente llevo lo íntimo puesto.
Las arcadas no tardan en llegar al pensar qué ha podido pasar. Por un chute de adrenalina mis fuerzas vuelven, aprovechando para alejarme de la cama con asco. Demasiado asco.
Tomo mis prendas al verlas tiradas por el suelo, dejando caer lágrimas de mis ojos sin poder evitarlo. Me visto con desesperación, buscado una salida pero mis planes se ven detenidos por el sonido de una pistola siendo recargada.
—No me dejaste hacer nada gruñe con rabia—. Y encima intentas huir
Alzo las manos en son de paz, esperando que no hagan ninguna locura. Se acomoda con lentitud, quedando sentado en la cama pero sin dejar de apuntarme.
Con un gesto de cabeza me indica dónde debo ir: a su lado. Camino con miedo, a paso lento y guardando mis ganas de salir corriendo hacia la puerta, sabiendo que él es más rápido con una pistola.
—Buen chico, tan difícil era? —niego al sentarme en el colchón— Vas aprendiendo
Sonríe desagradable acariciando mi mejilla. La expresión de repugnancia que coloco en mi rostro no pasa por desapercibido, obteniendo como respuesta un gruñido suyo.
—Escúchame bien —advierte colocando el cañón de la pistola en mi frente—. Te voy a dejar ir un día —hace hincapié en las dos últimas palabras—. Y al amanecer del segundo, te quiero en la iglesia
Balbuceo nervioso por sentir el frío metal pegado a mí. Sus palabras se clavan en mi cuerpo como estacas, logrando sacarme un escalofrío.
Afirmo con la cabeza a modo de respuesta, sin apartar la mirada del cañón grisáceo. El mayor retira el arma satisfecho, dándome un empujón para sacarme de la cama.
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Visitantes
FantasyLas buenas noticias a veces vienen ocultas en algo desagradable. Las campanas suenan y eso no es bueno. Pero quién diría que dicho acontecimiento horrible me salvaría la vida. Todo gracias a las decisiones de un monstruo rubio proveniente del mar, i...