Tú y yo

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Silencio.

Solamente eso. Silencio.

No sentí ninguna presión o daño tras lanzarse el animal. Mis ojos llorosos se niegan a abrirse, siendo ayudados por un cuerpo incapaz de moverse. Tengo la respiración agitada y pulsaciones incontrolables, estoy hecho un desastre. El olor del lugar cambió drásticamente a uno más limpio, como si estuviese en otro sitio.

Un ruido.

Separo los párpados abriendo los ojos de par en par, contemplando un cielo completamente azul y sin nubes.

No saber qué está pasando me crea impotencia y aunque trato de calmarme, me es complicado evitar cerrar mis manos hasta formar puños, apretando inconscientemente. Un susurro de un canto desconocido llega a mis oídos, alarmando mi mente de nuevo. No puedo soportar más.

Con desconfianza, apoyo los antebrazos a mis espaldas, quedando con el cuerpo levemente levantado, lo justo para ver por encima de la hierba alta.

Mis sentimientos vuelven a mezclarse al fijarme en una figura al otro lado de un lago que nos separa. El subconsciente pide no creer en lo que mis ojos ven, pensando que nuevamente será algo irreal. Pero notar su preocupación al conectar las miradas... Él no es un sueño. O eso espero.

Su peinado rubio ahora cuenta con más trenzas de las que llego a recordar, si es que puedo pensar en algo ahora mismo...
La piel pintada con un par de trazos negros cerca de los ojos y la barba con indicios de ser afeitada es el nuevo rostro de Sigurd.

A mi alrededor había flores que se marchitaron en cuanto el melenas, ahora más larga, se levantó para verme mejor con esos ojos preocupados.

—Kai?

Su voz. Esa maldita voz grave que echaba tanto de menos. Ese tono bajo guiado por la suavidad pero teniendo aún ese toque amenazante que tanto me gusta.
Ahora la preocupación y sorpresa se veían en sus palabras, aún diciendo solamente mi nombre.

—Kai, mírame

No quería hacerlo, pero la rabia de pensar que lo ocurrido con esos dos animales ha sido culpa de él o de su hermano me obligan a encararle, levantándome del suelo con decisión. Mi mirada posada sobre la suya daba a entender que no estaba nada bien. Seguramente tengo los ojos rojos de llorar.

Las expresiones se podían sentir en el aire, ninguno de los dos decía nada y aún así era sencillo conocer el estado del otro. Se sentirá culpable o algo así?

—No tiene gracia

Escupo con rabia, apretando los labios con fuerza nada más hablar. Me negaba a aceptarle como causante de mi momento terrorífico.

Veo su boca abrirse con lentitud, parece estar confundido. Sus cejas también se han inclinado hacia abajo, obligando a sus párpados a cerrarse levemente.

—Si pensaste que era gracioso hacerme pasar por todo eso, te equivocaste!

Me gustaría acercarme y escuchar sus palabras a escasos metros, pero ese maldito lago, el mismo lago que la última que le vi, se interpone nuevamente entre nosotros. Tenemos menos distancia que la otra noche, pero sigue siendo insuficiente.

Da tres pasos hacia delante, pisando las hierbas del suelo con sumo cuidado. Su boca demostraba que quería hablar, pero no suelta nada, algo que me jode también.

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