Iglesia

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Miro a un costado encontrándome con la silueta de una persona pálida acercándose a paso rápido. Escondo el arma en mi camisa, procurando no dañarme en el proceso de guardarlo. 

—Hey! —se coloca a mi lado Entiendes mi idioma? Eres de aquí? —al ver que asiento confundido, sonríe Bien!

Tira de mi brazo con fuerza obligándome a levantarme del suelo. Hago fuerza en un intento de evitar contacto, pero él es más fuerte que yo.

—Qué haces? Debemos ir! —vuelve a tirar

A pesar de hacer fuerza, sigue sin dar resultado; él continúa guiando mis pasos hacia la entrada del pueblo. Los caminos que recorremos en una trifulca de ver quién se cansa antes, nos llevan a quedar frente a un gran edificio. Un edificio pintado recientemente de blanco, con altos muros y esculturas detalladas a sus lados.

—La iglesia... —murmuro atemorizado elevando la mirada

—Así es, ahora adentro -empuja mi espalda hacia delante-

Tropiezo y para no caer me apoyo en una de las paredes de piedra, quedando dentro de la construcción. El silencio del cual nacen unos cantos graves repentinos logran ponerme los pelos de punta.

Frente a mí, a lo lejos, un grupo de varones cantan en coro lo que parece ser un bautizo. Decenas de vikingos que vinieron en el barco se encuentran haciendo fila para ser "purificados" y aceptados en nuestro reino.

Un toque en el hombro me hace girar la vista, encontrándome con la mirada curiosa de un anciano vestido de ropas caras.

—Este es el nuevo, James? —habla el mayor con lentitud mirando al otro sujeto

—Correcto, entiende el idioma así que es de aquí —aclara con una reverencia

—Sí... Ya le vi alguna que otra vez por las calles —trago con fuerza, eso no es bueno

Se acerca más y toma mi mejilla, apretándola a la vez que observa. Es raro. Entrecierro los ojos mirando al compañeros, viendo cómo solamente niega con los hombros sin tener idea de qué ocurre.

—Eres un buen muchacho, nos servirás —ríe frotando sus manos ansioso

—Servir... Para qué? —pregunto con temor. Él sonríe

—Solo Dios sabe para qué estamos preparados —habla en respuesta

Le miro sin entender sus palabras pero el señor se limita a darme una suave, y repugnante, caricia en el pómulo.

Se acerca a la fila de vikingos, mirándoles con asco. Pero al fijarse en los ya bautizados, sonríe amablemente dándoles la bienvenida con la cabeza.

—Ve tras él —interrumpe James señalándome con el brazo

El anciano se adentra en una de las salas privadas de la iglesia, donde solo curas pueden entrar.

—No voy a ir —niego abriendo los ojos

—Si no vas, no serás el único en morir —gruñe entre dientes refiriéndose a los visitantes

Miro la puerta dubitativo, revisando que nadie se acercase a los nórdicos por mi culpa. Tomando valor doy pasos hacia aquella sala secreta, siendo observado por los pálidos que hacen fila.

—No es el joven Pardo? —escucho preguntar en noruego— Escapó del hijo de Fenrir...

Hijo de Fenrir. Así llamaban a Sigurd. Reviso se reojo al joven de pelo castaño que murmuró aquellas palabras. Al conectar miradas no tarda en apartarla y una tos proveniente de James me indica que continúe con la marcha.

Al llegar, la puerta está cerrada. Toco varias veces buscando respuesta, obteniendo una al de unos segundos en silencio.

Al abrir, un pasillo de piedras se encuentra frente a mí. Camino con desconfianza, escuchando el caer de las gotas como si hubiera algún tipo de humedad aquí dentro.

El pasadizo termina con escaleras en espiral que no tardo en ir bajando. Los pasos retumban en el estrecho lugar, haciendo más agobiante la bajada. A lo lejos se escucha un leve oleaje, pero la pregunta realmente se encuentra en: dónde está el señor? Por qué tanto camino?

Al llegar al último escalón, otra puerta de madera aguarda ser abierta. Tras ella, un inmenso vapor opaco que inunda la habitación secreta de un sentimiento de ahogo que no tarda en desaparecer al acostumbrarme.

En medio del lugar se descubre una gran piscina de poca profundidad, de ahí emana el vapor. Dentro de ella está el señor mayor sentado y apoyado en una de las paredes, con ambos brazos fuera del agua y en una de sus manos: una copa, la cual sospecho que es vino.

Nada mas fijarse en mí sonríe alegre, dándole un sorbo a su copa. A los alrededores, y ahora detrás mío, varios guardas reales hacen presencia protegiendo al cura.

Doy un paso atrás, siendo detenido por uno de los guardias, quién me revisa de mala manera y empuja hacia delante. Qué manía.

—Has venido —ríe medio borracho— Como te llamas? —al ver que me mantengo callado, se enfada Te hice una pregunta!

Recibo un golpe en el costado por parte de los vigilantes, gruñendo por el dolor escucho sus asquerosas carcajadas.

—Kai... —murmuro recobrando el aire Así me llamo

—Kai —repite con voz lujuriosa. Vi que vives en un barrio algo caro... Y como acabas de llegar de aquel barco, no tienes con qué pagar

Sé por dónde está yendo la cosa y no me gusta. Demasiado desagradable. Repugnante.

—Soy mensajero de Dios... Y Dios ayuda a todos —murmura acariciando el agua con la mano libre—. Únete al baño

Abro los ojos en grande, manteniendo contacto visual con este ser. Corro hacia la salida, siendo detenido obviamente por los guardias. Estos, una vez cerca de la piscina, me tiran al suelo casi cayendo al agua; retiran mi camisa, quedando solamente con la parte baja de mi ropa.

No quiero hacer esto. Está mal. Quiero volver a Noruega, donde Sigurd me riñe por salir al bosque ya que podría ser peligroso.

El asqueroso anciano espera impaciente, sabiendo que voy a tener que hacerlo sí o sí. Inspiro retirando mis ganas de llorar mientras me adentro poco a poco en el caliente agua.

Me siento en frente de él, manteniendo todas las distancias posibles. Le hace gracia y con ello, a los guardias también.

—Pareces un cachorro listo, pero debes obedecer si quieres vivir —hace círculos con su bebida—. Acércate

Sigurd, ayúdame.




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