El Barco

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Despierto apresado por los brazos del mayor. Su cuerpo ahora cálido por las sábanas rodea mi cintura como si fuera un gancho. Queriendo salir para estirarme, tomo sus muñecas con cuidado de no alterarlo logrando soltarme tras un gran esfuerzo.

Me levanto de la cama mareándome por unos segundos, por lo que, apoyo mi mano en la pared para no perder el equilibrio. Una vez bien giro mi vista hacia él, viendo su torso pálido desnudo subir y bajar con un ritmo tranquilo; mis mejillas no tardan en tornarse rojas con dicha imagen.

Decido salir por la puerta al escuchar mis tripas rugir levemente avisando la necesidad de alimentos. Caminando por el pasillo escucho voces de sirvientes tanto masculinos como femeninos hablar entre ellos, como si se estuvieran quejando de algo.

—Dónde está la niñata? —habla la más mayor de todas— Mucha medicina pero siempre que el señor está distraído, no hace nada!

Me acerco a ellos, llamando su atención. Algo en mí pide que salga de ahí, que no estoy cómodo; pero al ver que están llenos de trabajo y sorpresivamente no hay casi nadie por aquí, quiero intentar ayudar.

—Joven! —habla uno de ellos mirándome— Necesita algo?

Hace una pequeña reverencia... Muy incómodo.

—Necesitáis ayuda? —mi pregunta parece pillarles por sorpresa, abriendo sus ojos

—No debe preocuparse, podremos encargarnos solos —señala las sillas cercanas sonriente, invitándome a sentarme en ellas

—De verdad que no quiero quedarme mirando —murmuro acercándome a ellos—. Y por favor, no me tratéis de usted... Es incómodo

Tras unos minutos en silencio terminan por aceptar, dejándome elegir entre las tareas más sencillas como: secar los platos, alimentar a los animales o limpiar los alrededores de la cocina; me gustaría ayudarles desde dentro pero se niegan.

"Si te ocurre algo y Sigurd lo sabe, estamos acabados" es lo único que me colocan como excusa para no dejarme entrar.

Sabiendo que en la segunda opción estaré más tranquilo, les aviso y salgo por la puerta principal hasta el establo que fui con Sigurd. Dudo de que sea el camino pero escuchar los sonidos de los caballos me hacen seguir adelante.

Por la mitad del camino se me acercan el par de perros de la última vez, ladrando y agitando sus colas animadamente. Al llegar al lugar estos se tumban en una de las esquinas de la entrada, justo en el lugar donde da la sombra.

Me acerco a Freya, escuchando sus relinchar nada más verme. Tomo los mismos utensilios que utilicé ayer para su cuidado y entro en al recinto siendo "saludado" por un ruido proveniente de Jarl.

Con el cubo lleno de agua, le rocío por encima esparciendo por todos lados de su espalda, cuello y piernas. Seguido le paso el jabón creando espuma, escuchando mi nombre ser llamado de fondo.

Giro mi vista a la entrada mirando hacia el camino que hay hacia aquí, topándome con la figura alterada de Sigurd.

—Kai! —grita mirando a ambos lados

Salgo del recinto para avisarle de que estoy aquí sin asustar a los animales. Él parece no darse cuenta y sigue atento a sus lados.

—Kai porfav...! —su voz va disminuyendo al encontrarme de cara— Kai!

Corre hacia mí aprisionando mis mejillas nada más tenerme cerca. Sus manos viajan por mi rostro velozmente como si buscase algún tipo de herida.

—Por qué estás aquí fuera? —pregunta con un tono de regaño

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