Cabaña? Esto no es Noruega

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Otro disparo. Pensé que dibujar me calmaría, pero se ve que el ruido de alrededor no ayuda.

Esta vez ha sido al lado izquierdo, justo al contrario del primero que ha sonado. Han habido varios como este, unos cerca, otros más lejos...
Caer ha caído bastante gente en unas cuantas horas y todas por el mismo motivo que el primero. Hablan sobre dioses ajenos al nuestro, los cuales gobernaban estas tierras y todo lo que nos rodeaba estaba mucho mejor controlado cuando ellos "seguían vivos".

Qué deidad puede morir? Eso es importante. No es más que blasfemias.

Mi educación cristiana choca contra esta nueva información, evitando caer en una mentira innecesaria.

Ante el disparo no puedo controlar mi cuerpo y este demuestra el miedo a base de temblores que me niegan el uso del lápiz o el poder moverme libremente. Mi respiración agitada suplicando por no ser el siguiente, aún sabiendo que eso es imposible que ocurra ya que me iré a la capital, causa suspiros irregulares en forma de susurro.

Los dos guardias ya no están. Ambos se han marchado tras los primeros ruidos atroces, acompañados de quejidos y súplicas de desconocidos que se encuentran a ambos lados de mi celda; seguramente estén todos muertos ya.

Tomo la hoja no terminada, la cual por culpa de mi pánico ha sido víctima de varios tachones y dobleces violentos. El perro dibujado en ella muestra incluso roturas a lo largo de los trazos, viendo en qué momentos ha habido disparos por la zona.

No entiendo por qué, repentinamente, se dedican a matar o simplemente herir a los encarcelados. Todos hablan de dioses ajenos y blasfeman, así que seguramente se deba a eso. Pero si lo que dicen es falso no sería mejor castigarlos y ya? No haría falta derramar sangre.

-Kai

Llama una voz que causaba asco en mí. Ahora crea miedo.

-Kai, vamos mírame.

Su voz seca capta mi atención haciendo que cruzar miradas se haga inevitable. Esas pupilas en camino a la ceguera viéndome con los párpados caídos, como si estuviera desconfiando de algo o de alguien, logran crear tensión en el ambiente.

Me mira en silencio y no da buenas vibras. La baja estatura del cura está protegida por los dos guardias que estuvieron fuera antes, la situación se complica cada vez más.

Silencio.

El sonido de unas llaves resuena en el aire.

Silencio.

Un suave click escapa de la cerradura metálica.

Risas.

Entra a paso lento, aprovechando que me encuentro al fondo de la habitación para hacer un gesto con el cual invita a los soldados a pasar. Dichas carcajadas callan a la par, volviendo ambos a una forma digna de guardia.

-Hay cambio de planes -explica el mayor mirando la pistola ensangrentada, la cual porta en su mano derecha-.

Me es imposible no tragar nervioso y presa del pánico a causa de sus palabras. Mis oídos pitan en señal de peligro, teniendo cada vez más ganas de salir huyendo o incluso llorar. Ha cambiado de idea y va a matarme? No quiero morir, sé que apenas tengo metas pero deseo cumplir las pocas que tengo. Prometió llevarme y enseñarme a Dios... No es eso lo que quieren todos los curas?

-Te vas a una cabaña -suelta tras un largo silencio mientras guarda el arma en su bolsillo-. Es una casa pequeña alejada de la ciudad, en el pico más alto del monte. Así Dios podrá tenerte a la vista -su mirada viaja de mí al sujeto que tiene tras él-. Dereck se encargará de llevarte allí

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