Cachorro

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—Para empezar, voy a darte pequeñas lecciones cada día hasta que te vayas a la capital —habla sentándose en una de las sillas—. No quiero que te agobies por recibir tanta información

Acomodo mi cuerpo frente a él, apoyando ambos brazos en la madera oscura de la mesa. Con libro en mano, lee pausadamente la información que contiene antes de mirarme fijamente.

—Hoy vamos a comenzar por el gran paso: olvídate de todos

Curvo las cejas involuntariamente al escuchar, inclinando levemente la cabeza hacia la derecha.

—Puedes explicarte?

—Tienes que creer que Dios y cualquier personaje inculcado por la iglesia no existe, porque es la verdad. El primer paso suele ser la negación, donde tienes tus dudas sobre lo que está bien o mal

Las manos del castaño se mueven al compás de la explicación, dando más fuerza a la hora de hablar.

Mi silencio es una respuesta afirmativa para él, quién continúa con su charla tranquilamente. Habla sobre pautas que debo seguir para completar el primer paso, como por ejemplo: no pedirle ayuda a Dios, no dejar mis acciones al azar o pensar qué me gustaría hacer, aunque estuviera mal visto por la iglesia.

Sinceramente, su actitud me llama la atención. Le es muy fácil hablar sin miedo a decir algo que no debe, algo totalmente contrario a lo que hago yo.
No puedo verle bien la cara por culpa de las velas cuales por la oscuridad de la noche apenas dan luz, pero puedo notar su tranquilidad.

—Kai, puedo preguntarte algo? Después de eso te dejaré ir a dormir

La voz levemente grave vuelve a hacerse presente. Me giro hacia él y veo que sonríe con picardía... No me fío.

—Puedo saber cuál es tu gusto? Ya sabes, como pareja

Alzo las cejas sorprendido, su forma de hablar tan suelta me hace pensar que realmente sabe la respuesta y no sé si sería bueno.

—Perdón?

—Vamos, qué te gusta? Chico o chica?

Desvío la mirada de reojo topándome con la escalera hacia las camas, tragando nervioso por no saber si debo responder o mejor mantenerme callado. Conozco a Dereck de casi un año, tampoco debería hablar con él sobre este tema si no sé lo que llegará a opinar de ello.
Pàris, al contrario, era como yo. Quizás no debí abrirme tan rápido pero ella no se asustó de mis gustos y eso hizo que tuviera fé en tener alguien con quien confesarme y no sentirme como un bicho raro o extraño.

—No pienso responder a eso, me voy a dormir

—Eso significa que a otras cosas sí respondes? Pensaré qué preguntarte estos días

Hago caso omiso escuchando su voz cada vez más baja. Al tomar la escalera entre mis manos, esta cruje a causa del peso. Eso o es muy vieja.

Paso tras paso llego a la zona alta, donde dos camas bastante bien conservadas se miran de frente. Al acercarme a la que más cerca tenía, y la única libre, me dejo caer en ella hasta notar el colchón en mi espalda.

—Dereck!

Llamo su nombre desde arriba, puesto que una vez aquí no voy a bajar, recibiendo un sonido a forma de saludo.

—Tengo una pregunta para ti, es sobre la botella esa. Puedo?

Bajo la mirada logrando ver la mesa de la cocina desde mi posición. La botella extraña continúa encima y quiero saber qué me ha hecho beber, sin contar el hecho de que he bebido dos veces.

Otro sonido más. Otra afirmación.

—Me preguntaba qué es esa bebida? Sabes de qué está hecha acaso?

No da indicios de querer hablar, es más, retrocede tres pasos guardando el objeto en uno de los cajones de madera que decoran la cocina. Las palabras no llegan a salir, el sentimiento de que me ignora comienza a hacerse presente llegando hasta mi cabeza para decirme cuánto pasa de mí.

—Una especial, la hice yo mismo hace unos días con ingredientes que no te diré

La respuesta rebota como un milagro, alegrandome de continuar con esta corta charla.

—A saber... Eso sabía asqueroso, era como tragar una mezcla de arena y agua salada

—Ya, no me quedó tan bien como esperaba... Pero todo se aprende con práctica

Muevo mi cuerpo hacia la derecha, apoyando mis dos extremidades diestras en la cama y así dejarles tomar todo mi peso.

Dereck comienza a andar hacia la escalera haciendo que deje de ver su figura, pues esta se oculta debajo del suelo del "segundo piso".

No quería decirlo, pero Dereck es demasiado lento haciendo cualquier cosa. Tarda en cocinar, en limpiar e incluso le cuesta subir unas simples escaleras, es algo que me da rabia.

Viendo que tarda en llegar y los crujidos de los escalones a penas son cercanos, quito mis zapatos y me introduzco en la cama cubriéndome con varias telas que, sinceramente, dudo sean buenas para combatir el frío que comienza a hacerse presente.

Escondo mis brazos bajo las mantas notando como el cúmulo de calor crece, creando una sensación agradable que me permite conciliar lentamente el sueño.

Los quejidos del castaño interrumpen el cómodo silencio, siendo acompañados por pisadas descuidadas en dirección a al lecho restante. Las botas de cuero pesadas que portaba consigo caer contra el suelo como si hubieran sido lanzadas con fuerza; demasiado ruidoso. No me gusta. Al fin logra adentrarse en la cama cuando escucho salir de sus labios un suspiro cargado de cansancio, murmurando algo que no llego a entender.

—Kai —hago un sonido afirmativo lo suficientemente alto para que lo escuche, demostrando en mi tono lo cansado que estoy. Buenas noches, chico curioso

—A qué te refieres con eso?

Susurro pero no responde, solo se limita a reir en voz baja quedando todo cual secreto.

—Yo sé a lo que me refiero, descansa cachorro

Cachorro?

Elevo la cabeza para mirarle entrecerrando los ojos, viendo su postura en donde es imposible mantener contacto visual con él. Segundos después, ronquidos comienzan a escucharse... No me jodas, ni Sigurd roncaba tanto.

Cuando al fin ha terminado toda conversación dejándome con la palabra en la boca, dejo caer mi cabeza en la incomoda almohada no sin antes deshacer el moño, quedando el pelo totalmente suelto.

Puedo dormir al fin, cerrando mis ojos intentando no concentrarme en los continuos sonidos que me rodean. La habitación poco a poco se vuelve negro en cuanto junto ambos párpados, escuchando cada vez menos y comenzando a sentir un leve cosquilleo en mis palmas y abdomen los cuales piden a mis extremidades que se muevan, pero estoy tan cómodo... No quiero mover ni un solo dedo.

El olor del cuarto se vuelve más húmedo, llegando a recrear un río o una playa. Tocar suavemente los materiales, en este caso, las sábanas, me da el sentimiento de no estar palpando absolutamente nada.

Quiero abrir los ojos pero el conformismo me lo impide, sintiendo como la cama se aleja de mi espalda. Las pulsaciones de mi corazón es lo único que se oye con claridad, escuchando el bombeo por segundo que este da debido al miedo.

Algo toca mi pelo. No me gusta. No puedo moverme, no puedo hacer nada. Ayuda...

Una risa se escucha en mi espalda, acompañada de palabras que se escuchan cual canto divertido

—Cachorro curioso

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