Juicio

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Narra Sigurd: 

A los pocos segundos el pequeño cae rendido. Lo alzo en el aire y camino hasta mi habitación, dónde tengo todo lo necesario para lo que voy a hacer. 

Al dejarle sentado en la cama, Kai toma sorpresivamente mi brazo con ambas manos. Bajo la mirada encontrándome con la cabeza agachada del pelinegro, en la cual puedo ver levemente su mirada adormecida a través de sus mechones salvajes.

Ninguno dice nada por lo que me suelto de su agarre y tomo una de las toallas que me han dejado las sirvientas, colocándola en su pelo y comenzando a secarlo poco a poco.

Con cada movimiento que hago, el moreno se despierta más pero parece que no le importan mis acciones ya que solo cierra los ojos y se deja hacer. 

—Mucha confianza tienes en mí —hablo bajo viendo cómo me revisa de reojo

—Bueno... No me has demostrado nada con lo que debería dudar de ti —responde adormecido, arrastrando las palabras

—Tristemente no me conoces lo suficiente —murmuro retirando la toalla de su cabeza

Su ahora despeinado pelo brilla captando mi atención por lo que, sin poder evitarlo, le hago un moño provisional el cual seguramente se deshaga en unos momentos.

—Por qué me tratas como a un niño pequeño? —escucho su voz volverse más fuerte ante la duda

—Debo tratarte como un adulto? —replico agachándome a su altura

—Soy un adulto —responde rápido— No un crío

Me acomodo de rodillas mirándole fijamente.

—Agradece que te trate como un crío y no te haga hacer cosas horripilantes de adulto —susurro en su oído escuchando como traga con fuerza— Además, sigues siendo un Thrall. Mi Thrall.

Le tomo de la barbilla para que me mire directamente y no de reojo, logrando mi objetivo en cuestión de segundos. Sus pupilas nerviosas se mueven con rapidez de un lado a otro pero sin apartar la vista de mí.

—Yo elijo como tratarte y deberías agradecerme las condiciones en las que vives, lo sabes verdad? —veo como asiente nervioso— Bien, ahora sigamos

Tomo un peine y cepillo su pelo con lentitud evitando hacerle daño. Mantengo mi postura aún arrodillado, viendo de reojo como el pelinegro observa mis facciones en silencio.

Su pelo, el cual se peina con facilidad, deja ver un tono carbonizado en él; algo que después de casi una semana teniéndole en mi hogar, me sigue fascinando.

Al terminar con el cuidado necesario, Kai se estira en el sitio sin ocupar mucho espacio. Me levanto y dejo entrar a las damas, quienes toman los utensilios y se los llevan a sus respectivos lugares.

—Kai, sé que esto va a ser difícil pero... Vamos a ir al mercado —como me temía, veo sus ojos agrandarse asustados

Narra Kai:

—Vamos? H y tú... No? —pregunto con esperanza de que no se refiriese a mí

—Los tres —sentencia mirándome seriamente— Hoy se celebra el juicio

Le miro sorprendido, removiéndome incómodo en la cama una vez el sueño desaparece por el susto. Recuerdo lo ocurrido en el bosque la noche anterior y temía que llegase el momento.

—Es obligatorio? —le miro apenado, cosa que le hace sonreír de la misma manera

—Sé que no te gusta... Pero es obligatorio que vengas —aclara fijándose en mi reacción

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