Adiós Dios. Hola... Dioses

154 24 8
                                    

Su sonrisa se ensancha llegando a mostrar los dientes. Deshace el apretón de manos y vuelve a la pobre cocina, sacando la olla del fuego.

La cena ha sido tranquila, a pesar de que ninguno ha hablado, no ha habido nada de incomodidad. No ha pasado de beber de la bota de vino, y como toque final, ha ido en busca de su bebida extraña la cual al instante de encontrarla, posa sobre la mesa de madera moviendo el líquido colorido de su interior.

—Quiero hacer un brindis

Habla con botella en mano, ejerciendo presión en la parte superior hasta sonar un plop seguido de la boca del cristal abierta. Vierte el líquido azulado en los dos vasos rellenando ambos hasta la mitad.

El asco recorre mi estómago, ese líquido a pesar de estar en una superficie plana continúa como si estuviera en movimiento. Dereck no pone queja y toma su vaso en mano, estirando el brazo al aire en espera a que haga lo mismo.

Su cabeza tambaleante señala mi vidrio al ver que no le imito, invitándome a hacerlo con prisa. Coloco los dedos sobre este, elevando el brazo hacia arriba.

—Eso es, brindemos amigo

—Por qué brindamos exactamente?

Su mente se mantiene pensativa, dando una imagen, vista por fuera, de Dereck borracho y congelado en el asiento.

—Por la verdad! Porque eres libre de ese ser falso que solo sirve para atemorizar

Y con ello, toma de un trago el líquido colorido, introduciéndolo en el interior de su boca para luego dejarlo bajar por su garganta.

Retiro el vaso de mis labios lentamente, arrepintiéndome de haber querido probar esta cosa. Me mira esperando, cosa que le hace gruñir en desacuerdo cuando ve que no voy a hacerlo.
Su mano se apresura a empujar el culo del vidrio contra mi boca, tomando finalmente el licor. Y sí, está asqueroso.

La mueca desagradable marcada en mi expresión le hace dar un golpe en la mesa. Reacciono con un salto, fijándome en su acercamiento repentino.

—Vamos! Te sabe mal?

—Mal es decir poco, es repugnante. De dónde has sacado esta mierda?

—Te sabe mal...

Impulsa su cuerpo fuera de la cocina, dando vueltas por el resto de la habitación. Crea una sonrisa en su rostro que se va agrandando con el paso de los segundos.

Sus manos temblorosas rebuscan desesperadamente en sus bolsillos, sin encontrar nada. Las pupilas de Dereck recorren el cuarto con rapidez, moviéndose al son de las miradas. Parece un loco.

Jadea en alto para después dar pasos pesados pero decididos hacia mi. Revuelve mi pelo porque sí y, tras dar varios pasos, se agacha cerca de las cajas de comida, tomando entre sus manos ansiosas un libro pequeño. El mismo libro que vi al llegar aquí.

Mientras él apoya las rodillas en el suelo abriendo el libro con brusquedad, yo tomo mi plato metálico y lo acomodo cerca del cubo, quedando el vaso encima de este.

El tirón que recibo en el hombro, tirando justamente de mi ropa, me obliga a girar el cuerpo, viendo de frente un par de páginas llenas de anotaciones sin orden. Hago el intento de leerlo, pero no da tiempo a siquiera terminar una frase, apartando de vista el libro.

—Sabes qué significa el sabor de ese vino?

Pregunta riendo entre medias.

—Que está hecho de forma pésima?

Respondo irónico. Él lo comprende y resopla molesto, negando con la cabeza en signo de poca paciencia.

Mira al montón de hojas y luego a mi, suspirando antes de recoger rápidamente su plato, dejándolo en el mismo lugar que yo. Una vez ha puerto todo en su sitio, vuelve a tomar, o más bien abrazar, esos dichosos apuntes.

—Durante estos años he estado haciendo una investigación por mi mismo, sin que nadie supiera

Pego la parte baja de mi cintura al mueble que ocupa gran parte de la cocina, cruzando mis brazos bajo el pecho indicando expectación. Él asiente, deduzco que ha entendido mi expresión corporal.

—Verás, he estudiado las zonas más complejas de la isla y...

—Qué es "complejo" para ti?

Interrumpo, alzando las cejas ante la pregunta.

—Son los lugares o seres vivos que están ahí de forma extraña. Por qué la montaña se corta y crea un acantilado?

—Porque Dios lo puso así?

—Error! Dios no existe, por lo cual, no lo puso. Pero alguien lo hizo

—Hacer? Siguiendo las ideas "anti-Dios", eso no lo hace un humano

Cierra la boca al escuchar la respuesta, ensanchando sus labios hasta formar una sonrisa limitada por dos hoyuelos.

Abre y revisa cada hoja con paciencia, pasando sus pupilas por encima de lo escrito y avanzando de página, buscando unas en concreto.

—Pequeño Kai, tengo mucho que enseñarte sobre este nuevo mundo que se abre ante tus ojos

La pena irónica que suelta por sus labios va unida a la idea de agarrarse a mis hombros, cosa que no le permito por incomodidad.
Está "bien" que quiera enseñarme su mundo o que niege la existencia de un ser que nos han enseñado desde pequeños, pero los toques sin previo aviso, dependiendo de persona y lugar, no suelen ser de mi agrado.

Dereck parece entenderlo, alzando las manos a modo de disculpas. Sus ojos abiertos de sorpresa vuelven a cerrarse para pestañear varias veces y así volver a su estado normal.

—Verás, ahora mismo has renacido

—Estás enfermo?

—No, escúchame. Te voy a hablar sobre los verdaderos dioses, los que han sido obligados a vivir escondidos del falso superior

—Me dices que no existe Dios, pero sí más de uno?

—No has conocido nunca a alguien que piense igual que yo? Que crea en más de un dios?

Eso me impresiona internamente, recreando instantáneamente la charla que tuve con Sigurd en la que explicaba los poderes de mi creencia la cual según yo, era la correcta.
Su rostro se ilumina al ver que sus palabras tienen razón, montando los dientes en una sonrisa.

—Como ves, no estoy solo en este conocimiento. Pero somos muy pocos los que continuamos creyendo en ellos

—Y qué quieres enseñarme

Se mueve de lado a lado, tomando la botella de licor para pasármela a mí.

—Debes beber de nuevo, debo asegurarme

—No voy a volver a beber eso, es asqueroso

—Si no lo haces no podré ayudarte!

Alza el brazo frente a mí, sacudiendo el cristal con insistencia. Resignado y asqueado, agarro esta colocándola casi pegada a mis labios, sintiendo el horrible olor que desprende.

—Solo daré un sorbo

—Con eso me basta

Y dicho esto, abro la boca impulsando la botella hacia arriba lentamente, logrando introducir un par de gotas dentro. Trago sin pensarlo mientras dejo el vidrio encima de la mesa nuevamente, sintiendo una arcada nada más terminar con este repulsivo acto.

Aplaude como si estuviera presenciando una actualización de la plaza. Creo que haber bebido por segunda vez era totalmente innecesario.

—Ahora estás listo para comenzar

VisitantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora