Inesperado

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Por más que desee imitar a Dereck, me es imposible.

¿La buena noticia?

Los constantes mareos que impulsaban una oleada de dolor a mi cabeza, han dejado de aparecer. Así que soy capaz de pensar con claridad de nuevo, como si hubiese vuelto a nacer.

Un olor putrefacto, de cuando todo se mantiene cerrado y sin corriente alguna, llega a mi nariz dándome asco. Por ello, salgo de la cama en busca de aire fresco.

Pensé que al colocar los pies en el suelo, a causa de la ruidosa madera, Dereck abriría los ojos... Pero no es así; continuó con sus párpados cerrados, tomando en su posesión la cama al completo en cuanto me levanto de ella, sin despertar de su sueño.

Al bajar las escaleras hacia el primer piso, casi cayendo al bajar, con pasos poco cuidadosos me dirijo a la entrada. El marco de madera que parecía no haber sido tratado en años resguarda la puerta del mismo material que sería la vía de escape hacia mí libertad.

Con ambas manos tirando del asa, logro desbloquear mi camino hacia el exterior. No voy a negar que me ha costado moverla, pero por fin puedo respirar aire puro.

Saliendo de la cabaña me desplazo varios metros antes de sentarme en el suelo, colocando ambas manos en la fría hierba. A lo lejos puedo ver varios barcos, de gran tamaño e imponentes, yéndose seguramente a la gran ciudad o cercanías, algo que me gustaría hacer a mí.

Agacho la mirada en busca del pinchazo, encontrándome con un diminuto punto en la parte que separa mi brazo del antebrazo. Duele todavía un poco al mover mi extremidad, pero prefiero esto a que no pueda moverme.

Todo esto de curarme con plantas me parece una estupidez. ¿Cómo iba a sanar una hoja?
Todavía se aprecian esas inflamaciones de las que hablaban, solo que esta vez se ven en mis muñecas. Estas están llenas de líneas azules, de un color más oscuro de lo normal pero no duelen, solamente molestan.

Mi concentración en las irregularidades de la piel se ve interrumpida por unos pasos. Escuchando como poco a poco iban acercándose, alguien viene.

Un señor.

De pelo escaso, mostrando una calva brillante en el centro de su cabeza, un sujeto de cuerpo poco cuidado viene con prisa. Es un sacerdote.

Los chillidos que pega llegan hasta mis oídos. Me está llamando.

—Chaval!

Continúa alzando la voz en mi presencia, siendo doloroso para mi audición. Parece que se da cuenta y curva su espalda tomando aire por unos segundos. Nada más expulsarlo me miró con ansias.

—Chico, necesito encontrar a tu señor

A mi señor...

Me veía como un esclavo.

La mira marrón del señor se pasó por todo el exterior de la casa, como si no encontrase la entrada.

—Busco a un tal Kai Tanner, el cura necesita su presencia en el barco que irá rumbo a Londinium

Londinium... La ciudad.

—No es posible, todavía quedan días para zarpar

Expresa un rostro asombrado al escucharme. Con una mano arrugada por la vejez se aparta el sudor que resbala por su frente, tiene pinta de que ha corrido cuesta arriba.

—Los bárbaros están llegando antes de lo previsto. Han de salir cuanto antes

Bárbaros. Se refiere a los vikingos.

Me habría gustado responderle, pero el sonido de la puerta siendo golpeada contra la pared interrumpe el ambiente, haciendo aparecer a un Dereck adormecido en escena. Su ropa mal puesta dejaba mucho que desear, pero esa mirada embobada como si estuviese viendo algo desconocido es lo mejor de su expresión.

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