Capítulo 10: Regalos

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Diana estaba lista para iniciar su nuevo día laboral, como era lo usual, su trabajo principal; poner la mesa para el desayuno de la familia.

Justo ese día se le hacía muy extraño no haber visto a Julián, incluso comenzaba a cuestionarse ¿Dónde podría estar?, sin embargo, mientras hacía su quehacer escuchó que el señor y la señora Cavendish, charlaban precisamente del joven ausente.

- ¿Así que Julián había terminado con Melissa? – cuestionó el señor Richard.

- Sí, pero estoy segura que hoy mismo volverán a estar juntos, de verdad necesito que mi Julián reorganice su vida, no me gusta saber que anda con tantas mujeres, pobre Meli, le ha soportado todo, creo que lo menos que se merece es que él corresponda a su amor – sugirió Margaret.

- Te entiendo y yo también compadezco a Melissa, pero la verdad a Julián no lo veo muy enamorado de ella, él es más de espíritu libre, y pues con respecto a las muchas mujeres con las que sale, pues en efecto, no es lo mejor para él, mucho menos para esas jóvenes que luego se ilusionan. Pero, en fin, es nuestro hijo, solo nos queda apoyarlo en lo que él decida qué es lo mejor según su punto de vista – añadió su padre.

- Sí, pero Julián nunca ha sabido que es lo mejor para él, siempre se ha negado a complacernos, ¿ves que estudio administración? Y solo nos hizo gastar miles de dólares, para nada, porque luego se le ocurrió estudiar fotografía...

- Así es, pero él desde un principio quería estudiar para fotógrafo, ambos lo sabemos, por eso a veces creo que lo mejor es no meterse en su vida, lo que deberías de hacer si él se opone a regresar con Melissa, es aceptarlo, yo también apreció mucho a esa muchacha, pero si mi hijo no la quiere, no podemos hacer nada, en su corazón no podemos mandar – recomendó Richard.

- Sí, pero estoy segura que Julián ni siquiera está enamorado, así que no hay mejor chica que Meli para él, ella es muy guapa, talentosa, millonaria, ¿Qué más puede pedir mi niño?, otra de las cosas, la conoce de siempre, recuerda que nuestras familias se llevaban muy bien. Antes de morir sus padres en ese accidente, ellos nos la encargaron ¿lo recuerdas?, al menos yo le jure a Nicole que su hija estaría bien con nosotros, que la ayudaríamos en lo que pudiéramos – añadió Margaret.

- Entiendo muy bien tu punto de vista, yo también apreciaba mucho a los Anderson, pero Melissa ya era una adulta cuando sus padres fallecieron, ahora es heredera de su fortuna, y lo que si reconozco, es que es una excelente diseñadora y administradora, eso ni dudarlo, pero sigo insistiendo en que Julián no se ve muy feliz cuando esta con ella, aunque aparente lo contrario, lo único que quiero es que no la haga sufrir con sus continuas infidelidades, esa chica no se lo merece – volvió a insistir Richard.

- ¡Ash!, en fin, la última palabra la tiene él y te apuesto lo que quieras, que al rato vendrán felices y juntos – sonrió Margaret.

Diana por su parte, había estado tardando más de lo usual con tal de escuchar la conversación que se llevaba a cabo en la mesa, pese a todo ella comenzaba a sentir un cierto interés hacia Julián, aunque no lo dijera, era inevitable.

- Ya te puedes retirar – la descubrió Margaret, al notar que permanecía parada en una esquina frente a ellos.

- Si señora, claro – respondió Diana bajando la cabeza y avanzando hacia la cocina.

Cuando Diana estaba a punto de seguir avanzando, escucho la voz de Julián asomarse de improviso al comedor.

- ¡Buenos días! – se acercó a saludar de beso en la mejilla a su madre, para luego saludar a su padre también.

- Buenos días hijo, ¡Meli!, que gusto me da verte, ¿no me digan que ya de nuevo están juntos? – cuestiono Margaret con una gran sonrisa.

- ¡Si Margaret!, Julián y yo nos reconciliamos hoy en su apartamento, estoy muy feliz, porque ahora si planearemos ya nuestro compromiso ¿no es así mi amor? – se dirigió a Julián.

Deseo y sacrificioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora