Capítulo 45

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Julián caminaba junto a su padre, pero el rostro de la enigmática joven que acompañaba al señor Moretti, era todo un misterio, ya que la chica se encontraba de espaldas, sin embargo, a Julián le causo mucha fascinación distinguir la silueta de aquella mujer. El escote en su espalda dejaba al descubierto parte de su dorso, que lucía con un tono níveo muy particular.

Desde hacía tiempo no se interesaba en alguna mujer, pero esta chica lucía distinta, estaba cambiando ese pensamiento que él mismo tenía de sí, de ya no ser como antes era.

Mucho menos imagino que el solo ver la espalda de una mujer a la que aún no conocía, lo estuviera impactando tanto, anhelando estar cercano a ella, y absorber el aroma a fragancia femenina que seguro desprendían sus hombros.

— ¿Te sucede algo hijo?, te has quedado estático, dijiste que iríamos a saludar al señor Moretti, vamos continuemos el paso – dijo Richard esbozando una sonrisa y dándole un suave golpe en la espalda a su hijo.

— Si, tienes razón papá, lo siento, es que me quede...

— Sorprendido con esa mujer – interrumpió Richard -, aunque no le haya visto el rostro se nota que es una belleza, aun de lejos y de espaldas se ve que así es, no creería lo contrario, seguro los gustos de Moretti son exigentes.

— Aja – añadió Julián – sigamos.

El camino se hizo estrecho, la distancia que antes había entre Julián y aquella misteriosa dama, llegó a ser nula. Por otro lado, Diana se mostraba sonriente acompañada de Alex Moretti, con quien aún seguía charlando muy amenamente.

— ¿En serio en Italia así es? – cuestionó Diana con interés, inmersa en la charla que tenía con su locutor.

— Sí – le correspondió él sonriendo de igual modo, sin dejar de mirar aquellos cautivantes ojos en color esmeralda.

— ¡Señor Alex Moretti! – interrumpió Richard Cavendish, acercándose a Alex, al tiempo en que le extendía la mano

Junto a Richard venía Julián, ambos se situaron frente a la pareja, Julián no pudo evitar abrir sus ojos de par en par al distinguir que aquella sensual mujer, no era alguien más que Diana Lira, aquella dama que aun formaba parte de sus sueños, esa chica que le robaba el aliento y aún permanecía en lo más profundo de su corazón, pese al transcurrir de los años.

Diana por su lado, también se sorprendió de encontrarse a Julián en aquel lugar, no sabía qué hacer, en breves segundos su mente comenzó a cavilar muchas cosas, tenía ansias de lanzarse a sus brazos, besarlo y decirle que aún lo amaba, pero temía que él ya estuviese casado, o peor aún, se hubiera olvidado de ella.

Pero es que lucía igual de apuesto que hacía años, se veía tan gallardo con el rostro afeitado, el cabello corto, que se notaba muy brillante y sedoso, incluso haciendo que recordará lo bien que se sentía hundir los dedos entre ellos. Andaba vestido con un smoking negro mientras una corbata de moño adornaba su cuello.

Estaba tan elegante, seguía igual de delgado y fornido, Diana también imagino lo bien que se veían sus pectorales al descubierto, su marcado abdomen y el sensual tono de su piel.

Parecía como un príncipe salido de un cuento, tal y como siempre él decía que lo era Albert, cuando el verdadero príncipe, estaba escondido en él. Las piernas de Diana comenzaron a temblarle, un nudo se le formó en la garganta y el corazón golpeaba como un prisionero deseoso de salir.

— ¡Señor Cavendish!, que gusto encontrarle, le presentó a mi acompañante, la señorita Diana Lira – dijo Alex y Richard mostró confusión al escuchar el nombre de aquella distinguida mujer, no podía creer lo que sus ojos veían, era la misma Diana que años antes trabajo con ellos como mucama. Richard giró su mirada hacia Julián con incredulidad intentando ver la reacción de su hijo ante ese encuentro.

Deseo y sacrificioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora