Melissa buscaba la forma de descubrir con quien la engañaba Julián ahora, de modo que lo que hizo, fue ir directo al apartamento de su novio, como ella tenía llaves, que hace poco le había brindado él, debido a su creciente desconfianza, podía entrar cuando quisiera, y fue justo lo que hizo ese día, decidió ir a husmear si había algún indicio que le dijera que mujer había estado ahí la noche anterior, cuando en realidad Julián no la había pasado con nadie.
Estando en ese lugar, entro a la habitación, revisó en cada cajón, incluso debajo de la cama, no existía nada que le especificara algo referente a lo que ella pretendía encontrar, por lo cual decidió preguntarle al portero de los apartamentos, ella se tomó la libertad de sobornarlo para que le diera información específica de su novio.
- Señorita, no puedo hacer eso que usted me dice, créame que, si lo hago, el señor Cavendish podría enterarse y sería capaz de echarme, incluso de mandarme a la comisaría y eso es lo que menos quiero, tengo familia – dijo el hombre preocupado, ante la insistencia tentadora de Melissa, que le ofrecía una suma considerable por decirle la verdad.
- Uhm, está bien, le duplico la cantidad, nadie se enterará, mucho menos Julián, ¿usted cree que yo quiero que él sepa que reviso su apartamento?, además de sobornar a sus empleados para que me den informes de él, desde luego que no, seguro pensará que soy una paranoica, ¿comprende? – cuestiono Melissa al portero que la miraba con ironía, al confirmar en sus adentros que en realidad era una loca.
- De acuerdo señorita, acepto darle esa información, pero espero que sus palabras sean reales, de lo contrario me meteré en problemas – exclamo el hombre y Melissa asentó con la mirada, mientras le obsequiaba una sonrisa – el señor Cavendish, ayer no trajo a ninguna mujer a su apartamento, pero hace unos días si, la recuerdo muy bien, porque yo cubría el turno de la tarde – al decirlo Melissa abrió más sus azules ojos y sensibilizo sus oídos – era una joven, de estatura baja, como de 1.60mts, más o menos, tez blanca, ojos verdes, cabello con tirabuzones que le llegaban hasta los hombros, ¡Ah!, algo que se me olvidaba añadir, no tiene pinta de ser influyente, esa chica se veía muy sencilla, nada que ver con las anteriores mujeres que ha traído el señor, esas si están...
- ¡Ya suficiente!, no hace falta que me especifique a detalle a todas las mujeres que han pasado por el apartamento de mi novio, la única que me interesaba saber era esta... ¡aquí tiene su pago!, ahora sí, debo irme, pero ya sabe cualquier cosa que necesite, espero contar con usted, si esa mujer vuelve a venir con mi novio, infórmeme, le remuneraré muy bien por sus servicios, aquí tiene mi tarjeta, allí está mi número, llámeme solo si es algo urgente ¿de acuerdo? – exclamo Melissa con seriedad, sacando de su bolso esa tarjeta de presentación.
- De acuerdo señorita, no se preocupe, así será – respondió el hombro, guardando en sus bolsillos el dinero que recibió de Melissa, así como la tarjeta.
"¿Una chica con tirabuzones y humilde?, ¡no puede ser esa desgraciada! ¡No! – Decía Melissa para sí misma, dentro de su auto, odiando el día en que Diana se cruzó por su camino - ¡Desgraciada arribista!, ahora me doy cuenta de todo, por eso la seguía, ¿pero cómo fui tan estúpida y no darme cuenta?, era obvio, lo miraba con tanta devoción, zorra, jamás pienses que te quedarás con mi novio, eso nunca, seguro quieres ser una princesa de cuentos que se queda con el príncipe, pero revolcándose con él, miserable, y pensar que la sucia se hacia la decente, esto no se quedará así, ¡no! ¡Pero qué asco! ¡La odio! – gritaba Melissa, incluso golpeando con fuerza el volante de su auto."
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La chica producto del conflicto de Melissa, aún continuaba junto a Julián, ahí mirándose de frente en aquel callejón precario, que habían convertido en un romántico lugar con sus besos. Diana sentía que sus sentimientos por Julián comenzaban a traicionarla de nuevo, quería evitarlo, evadirlo, alejarse de él y marcharse, pero no podía, dentro su corazón anhelaba más cada vez esos besos, en cierta forma tenía razón él, nunca la habían besado como lo hacía él.
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Deseo y sacrificio
Lãng mạnLos problemas económicos a veces nos llevan a tomar decisiones precipitadas, esto Diana muy bien lo sabía al aceptar una proposición que jamás imagino aceptar. Le entregaría lo más valioso de ella a un millonario hombre, arrogante, mujeriego pero c...