Capítulo 22: Suceso inesperado

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- ¿El dinero de la cirugía? – cuestiono Diana, intentando hacer tiempo para que su mente cavilara que debía decir.

- Si Diana, no te sigas haciendo la desentendida, sé que me escuchaste y entendiste muy bien..., hija, lo que te digo no es con el afán de regañarte, lo único que no me gustaría sería que anduvieras en malos pasos, sé que un hombre millonario y apuesto como el señor Williams puede deslumbrar a una jovencita inocente como tú, pero...

- ¡mamá! – la interrumpió Diana alarmada – para nada está pasando algo de lo que te imaginas entre el señor Williams y yo, él solo se ha portado cortes conmigo, eso es todo, nunca me ha faltado al respeto ni se ha querido sobrepasar conmigo, él es un hombre respetable.

- ¿Entonces?, ¿Por qué te empeñas en ocultarme de donde sacaste el dinero? – tras decírselo, Diana solo trago en seco y supo que debía decir algo, pero no relacionaría a Julián de ningún modo, ya que, si lo hacía, su madre ahí si pensaría que él tenía cierto interés por ella y para Jennifer ese chico no era precisamente el mejor para que Diana se fijara en él, o mostrara una inclinación amorosa.

- Es cierto que él me ayudo de algún modo, yo le conocí en el hospital, aquel día en el que enfermaste y estuviste hospitalizada, de alguna manera se enteró de mi situación y se ofreció a ayudarme, pero no como tú lo piensas mamá. De modo, que, ya que el señor que siempre nos presta dinero, no quiso hacerlo, supuse que podría aceptar la ayuda del señor Williams, pero le pagaré te lo aseguro, lo haré pronto, o al menos hasta que lo junte, es un trato – respondió la chica y su madre aún seguía incrédula ante su argumento.

- No lo sé Diana, aunque fuese cierto no me parece buena idea que salgas con él, que tal si se quiere cobrar de algún modo la ayuda que te brinda, ese hombre es un millonario, puede conseguir a las mujeres que desee, no quiero que te enamores y te hagan daño mi niña, lo mejor será que no le frecuentes mucho – indico Jennifer y Diana solo se quedó escuchándola en silencio, recordando que Julián también le había insinuado lo mismo, de algún modo supuso que en ese momento no podía decirle a su madre que le habían ofrecido un empleo, con seguridad se negaría rotundamente a ese hecho, así que lo que mejor hizo, fue no decirle, prefirió aguardar hasta tener la información exacta acerca de ese asunto.

La conversación entre ella y su madre concluyó y pese a no quedarse del todo satisfecha Jennifer con la respuesta de su hija, supo que no podía hacer nada al respecto, ni tampoco negarse a recibir ese préstamo, ya que ella bien sabía que lo necesitaban, además el señor Williams con anterioridad le había mostrado un carácter generoso al dejarles mudarse al nuevo complejo de apartamentos sin cobrarles ni un centavo, sin embargo Jennifer estaba dispuesta a mantenerse alerta, ya que comenzaba a sospechar que Albert podía en verdad tener intenciones amorosas con Diana.

Existía un motivo por el cual Jennifer dudaba mucho de los hombres millonarios, algo que en su pasado aún le recordaba que esa idea no era precisamente la mejor, mucho menos tratándose de su hija, porque lo que menos deseaba era verla sufrir, pero Diana no estaba tan interesada en Williams como Jennifer lo suponía, más bien en el que pensaba era en otro.

Ese otro personaje en su vida era Julián Cavendish, en él que curiosamente estaba pensando, allí tumbada sobre su cama.

Rememoraba esa misma noche horas antes, lo insistente que había sido Julián y lo celoso que parecía estar con respecto a Albert, también recordó su cálido beso, aquel que pese a ser robado, al final de cuentas resulto ser especial, de modo que sin quererlo Diana asomó una sonrisa en su rostro y abrazo con fuerza el gran oso de peluche que tenía en su cama, el cual había sido obsequió de él y aun lo conservaba a diferencia de los que le regalo Jack, esos ni sabía en donde estaban.

Deseo y sacrificioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora