Capitulo 40

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— Eliza, necesito que vengas a mi habitación por favor – exclamo Diana llamando por teléfono a Eliza.

— Diana, es bien temprano, ¿Por qué me despertaste?, aun deseaba seguir durmiendo, por cierto, ¿Qué tal la pasaste con el señor Williams?, lo último que vimos es que entraste con él a su suite, ¿hicieron el amor? – cuestionó Eliza, haciendo pausas al hablar, denotando lo borracha que aún estaba.

— ¡¿Qué?! – espetó Diana con enfado - ¿Cómo que entre con el señor Williams a su suite? ¡dios mío, no lo puedo creer!, te suplico que vengas Eliza, por favor hazlo, necesito con urgencia que me expliques ¿Qué fue lo que pasó?, ¿Qué me pusieron en la bebida para que me enloqueciera como lo hice?

— De acuerdo Diana, espérame en una hora...

— ¡No Eliza!, ¡ven ahora mismo! – reclamo Diana.

— Uhm, de acuerdo Diana, allá te veo – diciéndolo Eliza colgó al teléfono.

Mientras caminaba por el pasillo rumbo a la habitación donde se encontraba Diana, Albert iba saliendo de la suya y se la topo de frente, Eliza de verlo incluso hasta la borrachera se le bajo, él lucía muy guapo, bien arreglado y con un suave olor a fragancia masculina que, al toparse Eliza con su pecho, no pudo evitar levantar su mirada y mirarlo anonadada.

— Albert – exclamo lanzando un suspiro - ¡digo señor Williams! – reaccionó dando dos pasos atrás.

— Señorita Payton, me alegra mucho verle, antes que nada, buen día.

— Gracias, igual para usted, ¿en serio quería verme a mí? – sonrió Eliza mirándolo con devoción.

— Sí, es necesario que me diga que ocurrió anoche, ¿Por qué Diana actuaba tan extraño?, ¿usted tuvo algo que ver en el cambio de comportamiento en ella? – cuestiono Albert con interés.

— No señor Williams, ¿Cómo se le ocurre?, no sé ni siquiera de lo que me habla – titubeo Eliza, poniéndose nerviosa, pero Albert interpretó sus gestos.

— Algo me dice que no está siendo sincera conmigo señorita Payton, en necesario que me diga ¿Qué sucedió en verdad?, no tema que yo tome represalias contra usted, reconozco que Diana es libre de hacer lo que ella desee, pero anoche percibí una actitud rara en ella y la última persona con la que la vi fue con usted y sus amigas. No sé, pero presiento que Diana ingirió algo más que solo alcohol, necesito que me confiese si usted sabe algo.

Eliza trago en seco al escuchar a Albert, no podía creer que estuviera acorralada, en parte no quería confesarle a él todo lo que había presenciado, porque era seguro que se enfadaría o al menos la reprendería de algún modo, aunque si ya había dado su palabra quizás siguiera firme en ella, Albert solía ser así.

— Me promete que, si le digo lo que en realidad sucedió, ¿no me echará de la empresa?, ni se enfadará conmigo – exclamo Eliza, atemorizada. Albert solo la quedo mirando a los ojos, al tiempo en que cruzaba los brazos y tornaba su rostro a serio.

— No, no le haré nada señorita Payton, tiene usted mi palabra.

— De acuerdo, mire luego del evento, Diana, mis amigas y yo fuimos a mi suite, a donde me hospede, organizamos una fiesta, ¡entre mujeres!, tomamos unas copas y Diana no quería entrar en ambiente, así que una de ellas sugirió que tomará algo...- Eliza no quería decirlo, solo bajo la mirada, evadiendo la de Albert.

— ¿a qué se refiere con algo?

— Algo más... drogas señor Williams.

— ¡Drogas! – espeto Albert desconcertado y algo irritado - ¿pero ¿cómo se atrevieron a darle drogas? ¿es que acaso usted no es una adulta señorita Payton?, supuse que era más sensata, ocupa un importante cargo en mi empresa y actúa como...

Deseo y sacrificioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora