En su llegada a casa, Albert, entro con la esperanza de serle de ayuda a su padre, pero no se esperaba el saber que ya era demasiado tarde.
Lo siento señor Williams, ya no hay más que hacer, su padre ha fallecido de un paro cardiaco, su muerte al parecer fue repentina – indico el doctor Thomas, quien había llegado con Albert.
- ¿Qué?, no, ¡eso no puede ser! – tras decirlo, Albert se postro a un lado de la cama de su padre, dejando derramar alguna lágrima por su mejilla, mientras sujetaba la mano derecha de su progenitor deseando que todo lo que el doctor había dicho no fuese más que una mentira.
Era un hecho que hasta hace poco había pensado en la posibilidad de cesar el dolor de su padre, pero todo se quedaba en planes que escudriñaba en su mente, porque en realidad él nunca hubiese sido capaz de arrebatarle la vida desconectándolo de esos aparatos que lo mantenían respirando.
Mientras permanecía postrado a su lado, recordó todos los momentos que habían pasado juntos desde que él fue un pequeño niño, cada recuerdo que revivía en su mente lo hacía sentirse aún más mal, pero pese a todo, daba gracias a dios porque su padre al fin descansaría en paz. Sin duda la situación por la que había atravesado el señor Williams no era dolorosa solo para él, sino también para su hijo, quien debía continuar su vida de manera "normal".
- Creo que será mejor que le demos unos momentos de privacidad al señor Williams – exclamó Thomas, quien estaba a un lado de la señora Sánchez, en la misma habitación, juntos mirando como Albert mantenía la cabeza agachada y los ojos cerrados, solo sollozando.
- Sí, tiene usted razón doctor – añadió Sánchez y ambos salieron del cuarto, dejando a un Albert por completo devastado ante la situación que vivía.
Los minutos se convirtieron en una larga espera para la señora Sánchez quien aún se encontraba afuera esperando pacientemente a Albert para darle el pésame ante la trágica muerte de su padre. Mientras ella permanecía paciente, de igual forma con lágrimas en los ojos, observó como su jefe salía de la habitación con la cabeza agachada y los ojos rojizos, que parecían haber derramado mucho dolor.
- Lo siento mucho – exclamo Sánchez al ver a Albert, por lo cual se tomó la libertad de darle un fuerte abrazo – es bueno desahogarse, entiendo su dolor, y el hecho de que lo externe no le hará ser más débil, claro que no.
- Gracias señora Sánchez, le agradezco mucho que aún continúe aquí a mi lado.
- Así será siempre señor, no pienso abandonarlo, lo conozco desde que era un niño pequeño y no sería capaz de dejarlo jamás – le respondió Sánchez – su padre ahora está en un mejor lugar.
- Me duele más saber que sufrió mucho, postrado en esa cama, sabiendo que no podía moverse. No sabe cuánto dolor me causa recordarlo – replicó con angustia Albert.
- Tranquilo, mire, como le dije el señor Williams ahora está en un mejor lugar y esos padecimientos han quedado atrás, a pesar de la edad que su padre tenía, él siempre fue un hombre muy fuerte, demasiado ¿recuerda aquel día que se aventuró a esquiar como un mozuelo, en aquella colina empinada? – asomo una sonrisa Sánchez, haciendo que Albert hiciera lo mismo – ¿que incluso se cayó y pensamos que le había pasado algo?, cuando no fue más que un susto que al final nos causó mucha gracia.
- Como olvidarlo – dijo Albert.
- Pues así, así precisamente es como él seguro quiere que se le recuerde, como un hombre fuerte que lo superaba todo, incluso el dolor. Yo conocí a su padre y créame que el señor Williams jamás hubiese querido ver triste a su hijo...
- Es inevitable señora Sánchez...
- Lo sé, pero debe ser fuerte, ante todo, a mí me gustaría que usted volviese a ser como antes, tan risueño, soñador, aventurero ¿Por qué no?, la vida es difícil en ocasiones, eso no me cabe la menor duda, pero debemos aprender a superar el dolor..., tengo la esperanza de que se vuelva a enamorar, seguro hay alguna chica linda que gustosa aceptará pasar el resto de su vida a su lado – añadió Sánchez mientras Albert solo la observaba.
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Deseo y sacrificio
RomanceLos problemas económicos a veces nos llevan a tomar decisiones precipitadas, esto Diana muy bien lo sabía al aceptar una proposición que jamás imagino aceptar. Le entregaría lo más valioso de ella a un millonario hombre, arrogante, mujeriego pero c...