Capítulo 16: Esclareciendo conflictos

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Tal y como se lo había indicado, Julián la llevo a su casa, allí antes de que se apeara del vehículo, la miro con firmeza a los ojos, de nuevo se perdía entre esos hermosos luceros esmeraldas que lo miraban, luego de haber disipado su nostalgia, la forma en que la veía era distinta a la inicial, la contemplaba con devoción como si no quisiera separarse de ella, logrando de igual forma que hablara ya que durante el trayecto se había mantenido en silencio, pensando en todo lo que esa noche había vivido.

- Gracias por traerme - añadió Diana, a punto de bajarse del vehículo.

- No tienes nada que agradecer - detuvo su intento de abrir la puerta, diciéndole esas palabras - lamento lo que ocurrió, sigo desconcertado por cómo se dieron las cosas, déjame ayudarte por favor Diana, no quiero que te vayas así.

- No tiene por qué ayudarme, creo que no debí decirle mis motivos, no quisiera que su madre se enterara que intenta ayudarme, mucho menos su novia - dijo Diana.

- No Diana, a mí no me importa lo que ellas piensen, es más, es cierto que, desde un principio, pudiste confiar en mí, me lo hubieses dicho, quizás no me hubiese comportado como un canalla - replico Julián cabizbajo.

- Ya no hay nada por hacer, las cosas están hechas, y lamentarse no será de mucha utilidad, mejor olvidemos el acuerdo que teníamos desde un principio, no quiero que me pague, olvídese del dinero, ya no lo quiero - añadió Diana, en otro intento de bajarse del auto, para ser detenida por un agarre de su antebrazo.

- Espera Diana, en verdad quiero ayudarte, déjame hacerlo, no puedes irte así, necesitas el dinero, no seas orgullosa, acepta mi apoyo en compensación por lo sucedido, mira así tú no te sentirás tan mal y yo tampoco, ¿lo comprendes? - cuestionó él con interés.

- No, es mejor que no lo haga, mire, yo no quiero tener problemas con su familia, solo olvídese de mí, olvide lo que ocurrió entre nosotros, yo intentaré hacer lo mismo, no se preocupe, aquellas lagrimas que derrame en su apartamento, fueron de arrepentimiento, sí, por haber actuado impulsivamente, pero ya no importa, ya paso, sé y le creo que usted ya no piensa mal de mí, y por ello, será mejor que dejemos las cosas así, cada quien por su lado, olvidando lo sucedido - insistió Diana, soltándose de su sujeto y ahora si fracturando esa cercanía que había entre los dos, para marcharse rumbo a su apartamento.

Julián solo pudo quedarse allí, pasmado, desconcertado e inconforme con que eso terminara así, él en parte se sentía culpable al haberse comportado como un granuja, al haber querido obtener inicialmente de ella solo su cuerpo, pero ahora existía algo más, algo que le hacía desear ayudarla, insistirle, pagar de algún modo su error, ese error que le imponía un remordimiento.

Diana por su parte también se sentía así, estaba disgustada con ella misma por lo que había pasado, pero no podía evitar, recordar sus besos, las caricias sobre su piel y eso hacía que castigara sus propios pensamientos, que no quisiera rememorarlos, que solo tuviera la intención de olvidarlos, pero también reconocía que eso sería imposible, dificultoso, más bien innegable, que siempre lo llevaría como un sello en su vida, por ser su primera vez, justo por eso se había negado a recibir ayuda de Julián, porque no quería crear un vínculo con él, un lazo que luego le impidiera alejarse, cuando ya fuese demasiado tarde, no quería que ese gusto que sentía por él se acrecentara más y el sufrimiento posterior al no saberse correspondida fuese inevitable, pero ahora estaba peor que al principio, no tenía nada, porque en un impulso de arrepentimiento había rechazado el dinero, quedándose con las manos vacías, pero la poca dignidad que aun poseía, le decían que lo mejor era no hacerlo, no aceptar ya ese dinero.

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- ¡Diana que bueno que has vuelto! - añadió su madre, quien estaba sentada en un sillón de la sala, aguardando paciente por ella, en medio de la oscuridad, ya que al encender las luces se asustó de verla.

Deseo y sacrificioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora