Capítulo 15: La entrega

177 11 0
                                    

Las luces apagadas de la habitación, seguían ocultando los lamentos de Diana, ella tenía la intención de desistir, al sentir tan cercano ese momento en el que perdería esa parte que consideraba tan valiosa en ella, de la cual tenía entendimiento que terminaría una etapa de inocencia en su vida y le proseguiría solo los recuerdos de la infame forma en que la había perdido. Titubeaba en dejar avanzar a Julián, en pararse de esa cama, ponerse frente a él y decirle que no, que mandaba todo al carajo y que no le importaba en lo más mínimo el dinero.

Como cualquier mujer en ocasiones había pensado en esa primera vez en su vida, tuvo algunas amigas cuando cursaba el instituto que ya lo habían hecho, pero eran actos sin amor, simples y sin sentido, solo por el placer carnal, pero ella no, ella pensaba, imaginaba, planeaba que esa ocasión en su vida, cuando se suscitará, sería distinta, incluso suponía que podría ser en un lecho cubierto de rosas, en algún hotel en donde pasara su luna de miel, pese a ser cliché, era su ilusión, su sueño, anhelo de una vida así junto al hombre de sus sueños, mismos sueños que ahora se disipaban, como se disipan las flores en invierno.

Pero los recuerdos del motivo por el cual necesitaba tanto ese dinero, se presentaban en ella también, impidiéndole desistir, en sus adentros rogaba a dios que todo pasara tan rápido y que el pesar posterior se le olvidara pronto, al saber que su madre ya estaría mejor gracias a la operación.

Julián, él luego de que Diana le frenara en encender las luces, se había quedado de igual forma estático, allí parado en medio de la oscuridad, aun sin acercarse a la cama, solo escuchando el sonido de la música proveniente de la sala de estar.

A cada momento se preguntaba ¿Qué le pasaba?, ¿Por qué las cosas se estaban complicando tanto? ¿Por qué en ese instante en vez de estarse haciendo tantas preguntas?, no solo actuaba como solía hacerlo, así como lo hacía con las innumerables mujeres que visitaban su lecho, con cualquiera de ellas ya hubiese hecho el amor desde que llegaron al apartamento, la hubiese desvestido brutalmente, no habría tanto detalle, como lo estaba habiendo con Diana.

Por un extraño motivo, todo estaba pasando tan distinto, ella allí permanecía en la cama, luego de que él la dejara, parecía temerosa y desconcertada, pero no objetaba nada al respecto, no decía, ¡no!, me arrepiento, eso precisamente lograba que él no desistiera de hacer aquello, que ya había anhelado con anterioridad y que ahora estaba a punto de culminar, determinando mejor hacer a un lado esos pensamientos y suponiendo que solo eran parte de su imaginación, tal y como lo había supuesto hasta hace unos minutos.

De modo que, decidido a llevar a cabo su cometido, con una sonrisa en el rostro y convencido de que él nunca perdía en nada, mucho menos en la apuesta que había hecho con Jack. Avanzó, se acercó hacia la cama y se recostó a un lado de Diana, mientras ella permanecía ahora más tensa al sentir que él ya estaba cercano, mantuvo sus ojos cerrados presionándolos con fuerza, deseando no abrirlos, el silencio se hacía presente por su parte.

- ¿Todo bien? – exclamo él y escucho una respuesta positiva que salía como un frágil sonido.

Acostado sobre su hombro, comenzó a acariciar los suaves tirabuzones de Diana, que de lo tensa que estaba no percibía la sutil forma en que lo hacía - ¿Por qué no quieres que encendamos las luces?

- Porque prefiero que las cosas sucedan en la oscuridad – se le ocurrió decir.

- Ah, veo que también tienes tácticas de seducción – sonrió él – eso hace más interesante la noche, ¡Ven! – le dijo, sujetándola de la mano e invitándola a pararse de la cama.

Ella solo accedió, dejando que él se pusiera frente a ella, ambos parados en medio de la habitación;

- ¿Quieres que bailemos de nuevo? – le dijo él, posando sus manos sobre la pequeña cintura de Diana, ella no dijo nada, solo se dejó llevar, ya ni las palabras salían de su boca, porque el nudo que tenía en la garganta las reprimía. Julián interpreto el silencio como un sí.

Deseo y sacrificioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora