A la mañana siguiente Diana se despabilo más de lo que ya estaba, ya que la noche anterior en verdad no pudo conciliar el sueño. Los problemas que embargaban su cabeza no la dejaron dormir en paz, necesitaba una parte del dinero para ese día, algo tenía que hacer y pronto, sin embargo, para su desdicha existía algo más que estaba por suscitarse.
Como ya había pedido permiso a los Cavendish de que se ausentaría por la mañana, la joven no estaba tan preocupada por ese aspecto, de modo que lo que hizo fue arreglarse para salir con rumbo al hospital como primera instancia, no obstante, justo cuando estaba por irse, escucho que tocaron a su puerta.
- ¡Buenos días! – exclamo un hombre adulto de mediana edad, que estaba frente a su puerta.
- Buen día señor, ¿en qué le puedo ayudar? – indico Diana con desconcierto.
- Mire, mi nombre es Raymond Johnson, vengo de Williams Corporation, el motivo de mi visita aquí en su casa, tan temprano, es porque estoy haciendo un breve recorrido por cada apartamento, informándoles personalmente que es necesario que evacuen la zona, no sé si recibió el comunicado donde se les informa que estos edificios ya no son propiedad del señor Sáenz, ahora le pertenecen al....
- ¡Sí!, hemos recibido su comunicado sr. Johnson, pero déjeme decirle que no estamos dispuestos a marcharnos de aquí, este lugar es literalmente nuestro hogar, llevamos más de veinte años aquí, así que ni usted ni nadie, tiene derecho a venir e intentar sacarnos, es más, siempre hemos sido puntuales con la renta – exclamo Diana un poco desesperada, ignorando por completo el apellido Williams que ya había escuchado antes en el hospital, los diversos problemas le impedían ocupar su mente con algo más.
- Le entiendo señorita, es por eso que precisamente, yo, quien..., - tras decirlo Raymond pensó en argumentar una mentira – soy el nuevo dueño de estos edificios, he venido a hablar personalmente con usted y sus vecinos, lo que menos quiero es acumular problemas con personas como ustedes, mire, ahora que lo menciona, respecto al tiempo que llevan en este lugar, se me ocurre que puedo proponerles un trato, quizás le será de ayuda, así todos estaremos contentos, ustedes se van en buenos términos y yo puedo comenzar con la construcción de los nuevos edificios.
Diana se quedó pensando por un minuto, en que podría ser ese trato que mencionaba ese hombre, porque en realidad ni imaginaba que era;
- ¿Y de que se trata? – cuestiono ella con desconcierto.
- Como yo comprendo plenamente su situación y la de sus vecinos, pensé en reubicarlos – dijo Raymond y Diana solo se desconcertó, pero asomo una leve sonrisa, al suponer que al menos no los dejarían en la calle – pero para que eso sea posible, es necesario que den un pago inicial de cien mil dólares.
- ¿Cien mil dólares? – exclamo Diana sorprendida.
- Sí, usted debe comprenderme también señorita, yo soy un hombre de negocios y busco quedar bien con ambas partes, así ustedes ganan y yo también...
- ¿y para disque ayudarnos, necesita que le paguemos?, ¿acaso piensa vendernos los apartamentos nuevos que menciona?
- No, el complejo en donde se les reubicará, en realidad son departamentos en renta, mire, ustedes deben dar ese anticipo, como si fuese un depósito, es más, le propongo algo todavía mejor...
- No señor, nosotros no contamos con esa cantidad, ¡eso es injusto!
- Lo lamento señorita, pero, como le dije, estos apartamentos ya no pertenecen al señor Sáenz, ustedes tienen que aceptar el trato, sino, serán sacados por la policía, ¿lo comprende? – la joven solo se quedó angustiada al pensar, que no deseaba que eso sucediera, ya que significaba que su madre se enterara y las cosas resultaran más difíciles ahora que estaba a punto de operarse.
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Deseo y sacrificio
RomanceLos problemas económicos a veces nos llevan a tomar decisiones precipitadas, esto Diana muy bien lo sabía al aceptar una proposición que jamás imagino aceptar. Le entregaría lo más valioso de ella a un millonario hombre, arrogante, mujeriego pero c...