Capítulo 13: La aceptación

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El mediodía llegó y la hora de volver a su trabajo, regreso para Diana, pese a pedir la mañana libre y permanecer aun angustiada pensando en lo que haría respecto al dinero, decidió continuar sus labores como era lo usual. Tenía muchas ganas de no asistir a su trabajo, pero reconocía que esa ausencia podía costarle el puesto, así que solo le quedaba ir.

En su llegada a la mansión Cavendish, la señora Margaret, la estaba esperando, un poco ansiosa, aparentemente necesitaba que la acompañara a un sitio.

- Diana, que bueno que ya llegaste, ¿todo bien?, ¿hiciste tus pendientes? – la cuestionó Margaret.

- Si, gracias por haberme apoyado dándome esas horas, he regresado, me reincorporare a mis labores, con permiso señora Cavendish – exclamó Diana a punto de avanzar hacia la cocina.

- Diana, aguarda por favor – dijo Margaret y Diana se detuvo mirándola de frente.

- Necesito que me acompañes a un lugar – indicó Margaret.

Diana en realidad no tenía muchas ganas de acompañarla, eso significaba ir a lo mejor a cargarle sus compras o algo así, al menos eso imagino ella, cuando en realidad se trataba de algo distinto.

- Discúlpeme que se lo mencione señora, pero tengo muchas cosas por hacer aquí, pendientes que debo concluir, no creo que pueda...

- ¡Claro que puedes! – ordenó Margaret - ¿olvidas que yo soy tu jefa?, tú haces lo que yo te ordene, si digo que alguien más puede hacer tus pendientes, así será, de hecho, pretendía que alguien más me acompañara, pero no pudo hacerlo, es por eso que quiero que vayas conmigo, sirve que cargues unas flores que compraré – Diana pensó ¿para qué querrá flores?

No le quedo más que acceder, pese a que precisamente ese día no era el mejor de su vida y se sentía fatal, con la cabeza dándole vuelta llena de problemas, no le quedaba de otra, la señora Margaret decía la verdad y Diana lo que menos quería ahora, era tener algún inconveniente laboral.

- De acuerdo señora, discúlpeme en serio – respondió Diana.

- No hay problema, aunque me estoy comenzando a dar cuenta que eres algo subversiva, pero ya te irás corrigiendo, supongo que nunca antes habías trabajado, seguro la pobre Jennifer, se la paso consintiéndoles, es por eso que ahora está moribunda – replicó Margaret en tono despectivo.

- Lamento tener que ser subversiva de nuevo señora Cavendish, pero no me parece que se exprese de esa forma de mi madre, ciertamente nunca antes había trabajado, solo estudiaba, pero ayude a mi mamá en muchos otros aspectos, jamás he sido una mala hija, de nuevo si me disculpa, quisiera que no tocara el tema de mi mamá más – añadió Diana con seriedad y Margaret solo la miro.

- Definitivamente eres desesperante, pero, en fin, supongo que la gente de tu nivel social es así, vámonos ya por favor Benjamín – le dijo ahora a su chofer, mientras Diana estaba a un lado suyo con el rostro serio del enfado que le ocasionaba la forma en que esa mujer se expresaba, mucho más ahora que sabía que estaba atravesando por una difícil situación.

Luego de pasar a comprar unas flores, al parecer para un entierro, Diana siguió pensando a quien se las llevaba, pero luego de un rato intento pasar por alto su desconcierto y limitarse a hacerle compañía a Margaret, tal y como ella se lo había solicitado, sin embargo justo cuando iban llegando a su destino observó con interés la gran mansión a la que arribaban, era un lugar en extremo grande, la entrada solo constaba de una larga calzada, que al final concluía en una fuente tipo glorieta, que estaba frente a la gran casa.

Diana suponía que Margaret, iría a platicar con alguna de sus amigas, dándole el pésame por algún fallecido, de hecho, comenzó a desesperarse al pensar que esas charlas con seguridad se llevarían horas, horas en las que ella solo podría recordar sus problemas al estar sin hacer nada, ya que en esos momentos lo que más necesitaba era tener su mente distraída, pero había algo que Diana no se esperaba.

Deseo y sacrificioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora