La residencia del señor Jacob, estaba a las afueras de la ciudad, Diana bien temprano llego en un taxi, con una nota en su mano, en donde especificaba la dirección exacta, al llegar, ella observó de lado a lado la gran casa en color blanco, con dos columnas anchas en la entrada. Una residencia llena de ventanas, seguramente de muchas habitaciones.
Sobre la acera, Diana se paró frente al portón negro, decidió llamar a una joven mucama que regaba las plantas en la entrada.
— Hola, buenos días señorita, busco al señor Jacob, ¿vive aquí? – cuestiono la con interés, la joven que regaba las plantas, la miro con firmeza.
— Si señorita, él vive aquí, es mi jefe, supongo que usted debe ser la señorita Diana Lira ¿cierto?
— Si así es – a Diana se le hizo extraño que esa mucama supiera de ella.
— En seguida le doy acceso.
La residencia por dentro era aún más grande de lo que se veía por fuera, el pasillo principal por donde camino Diana, en cada pared tenía cuadros, pinturas al óleo y uno que otro adorno que combinaba con el tono grisáceo de las paredes.
— Aquí puede esperar al señor Jacob, señorita Diana, en seguida vendrá a atenderle.
— Gracias – indico Diana, mirando a través de una pequeña ventana en ese despacho, que dejaba presenciar con claridad a lo lejos el acantilado, donde Julián mencionó haber estado con su padre de niño.
— Buenos días Diana – interrumpió su letargo, al entrar de improviso Jacob.
— Buenos días señor Jacob – respondió Diana.
— Me agrada mucho que hayas venido a visitarme Diana, es una alegría para mí, el verte aquí, eso es sin duda lo mejor que me ha pasado – sonrió Jacob – por cierto, Diana, quiero presentarte a una persona muy especial, es mi sobrina, hace unos años que vive a mi lado, luego de que sufrió un trágico accidente. ¿te gustaría conocerla?
— De acuerdo – respondió Diana.
En cuanto miro hacia la puerta, se asomó una joven delgada y castaña, de piel trigueña, caminaba ayudada por un bastón y sus ojos permanecían cerrados, en ese momento Diana dedujo que se trataba de una invidente.
— Hola, mucho gusto mi nombre es... - Diana se paró para ayudarle a la chica a sentarse.
— ¡Diana!, el gusto es mío, yo soy Camila – le dijo extendiendo la mano - me alegra que hayas venido a visitar a mi tío, eso es muy bueno Diana, ahora él necesita mucho de ti, de su familia – comentó la joven.
— Si Camila, yo también me siento feliz de que mi hija, haya aceptado venir a verme...
— En realidad yo decidí venir así tan de pronto, porque dentro de un rato me iré al aeropuerto, debo viajar a lado de mi jefe a Japón, hay un evento en ese país y como soy su asistente tengo que estar presente – interrumpió Diana.
— ¿Japón?, ¿viajarás hasta allá?, y ¿tu madre estará bien aquí sola?
— Señor Jacob, es muy extraño que se preocupe por la salud de mi madre, pero en efecto, ella estará bien, se quedará acompañada de unos amigos nuestros de hace años, Los Miller, de todas formas, no pienso demorar, he hablado con mi jefe y le pedí estar el menor tiempo posible, él me aseguro que hará lo posible porque ese viaje sea breve, aunque deduzco que al menos dos semanas, si estaré fuera.
Tanto Jacob como su sobrina la escucharon con claridad, Jacob estaba retirado de sus negocios y debido a su enfermedad solo se la pasaba en casa, encerrado en su habitación o recorriendo los pasillos, en ocasiones charlando con su sobrina, pero su vida se había vuelto tan sedentaria, que incluso comenzaba a extrañar sus antiguos viajes alrededor del mundo que tanto le gustaba llevar a cabo.
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Deseo y sacrificio
RomanceLos problemas económicos a veces nos llevan a tomar decisiones precipitadas, esto Diana muy bien lo sabía al aceptar una proposición que jamás imagino aceptar. Le entregaría lo más valioso de ella a un millonario hombre, arrogante, mujeriego pero c...