A la mañana siguiente el cielo estaba totalmente despejado, se veía que iba a ser un lindo día, incluso un arcoíris se asomaba con sus pintorescos colores. Ahí estaba Diana en su habitación estirando sus brazos al despertar, restregándose los ojos para ver mejor, era otro día más que debía levantarse temprano para ir a trabajar, así que como usualmente lo hacía, tomo una ducha de agua tibia, se alisto, preparo el desayuno y cuando estuvo a punto de salir, recibió una visita inesperada.
- Hola Diana – exclamo el joven que estaba parado frente a su puerta, acompañado de una gran sonrisa en su rostro.
- Hola, ¿Qué hace usted aquí? – respondió ella sorprendida.
- He venido a visitarte, como he notado que no respondiste a mis obsequios, a parte pues no pude venir antes a charlar contigo y disculparme por lo sucedido en el hospital, ¡y aquí me tienes! – añadió Jack con una gran sonrisa.
- Uhm, hubiese sido mejor que no se tomara la molestia de venir, no me agrada verle aquí en mi casa, sus obsequios ya los tiré a la basura, no me gustaron, no soy de ese tipo de chicas, que puede conquistar con cosas tan predecibles – añadió Diana, cerrando la puerta de su apartamento y encaminándose por el pasillo hacia el elevador.
- ¡espera!, en verdad estoy interesado en ti, más bien en que me perdones, lamento muchísimo haberte mentido, de hecho, el doctor Lauren es mi primo, le conozco muy bien y... - añadió Jack mientras la seguía.
- ¿así?, ¿Qué pretendía entonces al engañarme? ¿acaso seducirme?, ¿y luego que haría si caí en su juego?, me diría que se equivocó y sufre de amnesia, o un extraño meteorito cayó cerca de su casa e intercambio su personalidad con la de su primo – exclamó Diana con ironía.
- Bueno pues no sería mala idea – bromeó Jack y ella se enfureció.
- ¡Qué patético es! – replicó la chica, ya dentro del elevador, tecleando el piso principal.
- No ya en serio, discúlpame ¿sí? – le suplicó a Diana, juntando ambas manos en señal de suplicio frente a ella.
- ¿si le hace feliz?, ¡está bien!, le perdono, pero espero que me deje de molestar, al menos su conciencia estará tranquila, ahora si me permite, debo salir – añadió Diana y él se quitó de su paso hacia la salida, pero sin dejar de seguirla.
- ¿y si te llevo a dónde vas?, supongo que debes ir a tu trabajo ¿no es así? – cuestionó Jack.
- No gracias, puedo tomar un taxi – respondió y justo cuando Jack iba a hablar de nuevo, intentando detenerla, su celular sonó y no tuvo más remedio que contestarlo.
- Espérame un segundo ¿sí? – se refirió a Diana - ¡hola! – contestó al teléfono.
Quien estaba del otro lado de la línea, era su amigo Julián, quien quería charlar con él;
- ¡Jack!, vaya hasta que te localizo, pensé que nunca lo haría ¿Qué ha pasado contigo? ¿andabas desaparecido? – le cuestionó Julián.
- No hermano, he estado ocupado viendo lo de un negocio de mi padre que recién se apertura en Manhattan, tú conoces bien mi vida, por lo regular siempre estoy ocupado, pero hoy me hice un tiempo, al rato te cuento ¿de acuerdo?, ahora no me interrumpas más, porque debo hacer algo – sonrió Jack.
- Está bien, no hay problema, sigue con lo tuyo, te veo a las 2:00pm en tu oficina, adiós – exclamo Julián colgando la línea.
- ¡Al fin! – fue su respuesta, cuando – ahora si Diana, ¡¿Diana?!, ¡oh, no puede ser!, ¡se fue!, demonios, pero que chica tan obstinada, no pensé que se me fuera a hacer tan difícil conquistarla, pero no hay problema, soy perseverante.
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Deseo y sacrificio
RomansaLos problemas económicos a veces nos llevan a tomar decisiones precipitadas, esto Diana muy bien lo sabía al aceptar una proposición que jamás imagino aceptar. Le entregaría lo más valioso de ella a un millonario hombre, arrogante, mujeriego pero c...