Su padre estaba de pie frente a él, hasta parecía un deja vu, pero era real, su padre estaba con él, una vez más. El arma golpeó su pierna, le dio unos toquecitos y lo dejó pasar, se hizo a un lado y fue hasta la cocina, poniendo a una temperatura media el horno para que su pizza no se quemara y fue hasta al sofá donde su hija seguía dormida.
Sin soltar el arma, miró cada paso que daba su padre, aunque no estaba interesado en la casa, fue hasta donde su hija se encontraba de pie como un guardia, cuidando a su hija, su nieta.
— Creí que te hiciste la vasectomía – dijo al ver a la pequeña niña plácidamente dormida.
— ¿Cómo me encontraste? Nunca te dije en donde estaba.
— Fuiste al club de golf hoy, yo soy uno de los miserables que limpian todo lo que los ricos ensucian. Me costó conseguir ese trabajo y vaya, hoy cuando te vi, creí que era un fantasma, pero no. Aquí estás.
— Te deje en Kansas, el trato era...
— El trato termina cuando todos tus hijos están muertos, exceptuando uno, el peor de todos – lo miró – Dime Gustabo ¿cuántas veces has ido a la tumba de tu hermana? Abandonaste a tu hermana incluso muerta.
— No tienes derecho a siquiera mencionarla, porque tú eres el que jodio toda nuestra vida – suspiro – ¿Qué quieres? ¿Dinero? Tengo suficiente para darte, pide lo que quieras y vete.
— No quiero dinero – se sentó sobre el sofá y cruzó sus piernas – Gustabo tengo 69 años, me veo bien para mi edad, incluso mejor de lo que te verás tú si sigues consumiendo esteroides.
Gustabo puso los ojos en blanco, guardó su arma detrás suyo y fue a revisar la pizza. Cuando la revisó, supo que era momento de sacarla, tomó los guantes y la sacó, inundando el primer piso con el delicioso aroma a pizza.
Volvió a la sala, su hija comenzaba a despertar así que se acercó a ella. Su padre vio cada movimiento que su hijo hacía con ella, como su semblante y voz cambiaban, era más dulce y tierno. Le recordó a él mismo, cuando Gustabo era pequeño, como un simple ser humano pequeño cambiaban a un hombre que era capaz de asesinar.
— Estoy muriendo – declaró.
— Ya era hora, ¿no crees? ¿Cuántas veces te has librado a la muerte? ¿Tres o cuatro veces? Ya va siendo hora.
Pasó sus manos por los finos cabello de su hija que estaba entre dormida y despierta, dio un pequeño suspiro y por fin despertó.
— ¿Qué es lo que te pasa? – preguntó, mientras levantaba a su hija. – La pizza se va a enfriar cariño, así que levántate.
Su hija levantó ambas manos, rodeo por el cuello a su padre para que la cargara y fueron a la cocina, seguidos del padre de Gustabo.
Puso dos platos, uno del otro lado de la mesa y otro junto a él, puso una cerveza frente al plato del extremo y para él un vaso con zumo de naranja, se sentó y sentó a su hija en su regazo. No hizo falta decirle nada, pero su padre se sentó en donde estaba ese plato extra.
Ninguno de los dos hombres adultos dijo otra palabra, Gustabo solo se concentró en su hija y en comer, aunque cada tanto miraba a su padre. Cuando terminó, dejó que su hija vagara por la casa, hasta que se sentó con su padre, en un punto de la casa donde podías ver todo sin tener que levantarte.
— Cáncer de pulmón, etapa cuatro.
En definitiva estaba muriendo, le quedaba muy poco para morir.
Gustabo miró a su hija jugar con la abeja de peluche que siempre llevaba con ella. Pasó una mano por su cabello y miró a su padre.
— ¿Y quieres un pulmón? ¿O porque estás aquí? Porque si dices que tratas de ser padre o abuelo, estás muy equivocado.
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Ahora soy papá
Fanfiction"No seré buen padre, no puedo darle todo lo que necesita, soy un maldito asesino ¿Cómo podría darle algo bueno a un bebé?"