Capítulo XXXII

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Vidar vaciló por un instante al escuchar las palabras de Hela

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Vidar vaciló por un instante al escuchar las palabras de Hela. ¿Cómo era posible que Frigga siguiera viva? No podía ser posible, si ella había muerto durante el ataque de los Elfos Oscuros. La diosa rió ante la expresión de Vidar.

—El ser hermana de la diosa de la muerte tiene ciertas ventajas. Claro, nadie lo sabía salvo nosotras. Frigga no puede morir a menos que ella así lo quiera.

—Entonces es ella quien debe de estar ayudando a Sigyn en este momento.

—Puede ser, hasta ahora Frigga es la única que puede bloquear mi visión, a menos que le haya enseñado sus trucos a esa jovencita.

—Pero ella no posee magia, la gema la absorbió.

—Entonces seguramente mi hermana está detrás de todo esto. Creí que había regresado a Asgard...

Segundos después llegó Leh corriendo, detrás de él venía la verdadera Leha.

—¿Qué ocurre, idiotas? —Preguntó Hela.

—Nos tendieron una trampa, encontré a mi hermana encerrada en el pozo de las almas. Alguien más tomó su lugar todo este tiempo y se llevó a la prisionera.

Hela cerró los ojos fastidiada.

—No sé porqué sigo encargándoles asuntos importantes a ustedes, son un par de estúpidos.

—Tenemos que encontrarla —habló Vidar. La diosa negó con la cabeza y recargó su espalda en el respaldo de su trono.

—Tú ve a buscarla, es tú problema —le dijo haciendo un ademán de que se fuera con la mano.

—Teníamos un acuerdo, Hela.

—Si yo fuera tú, me apresuraría a buscarla, porque si Loki la encuentra primero, será el fin de tu plan.

—Ya lo sé, no tienes que recordármelo —siseó—. Pero será inútil que la busque, yo no poseo magia.

—Eso es verdad —asintió—. Mira, para que sea justo te daré algo que te será de ayuda.

—¿Me darás magia a mí?

—Algo así —dijo y apareció una piedra violeta en su mano.

—La Gema del Poder...

—Así es. Y aún contiene la magia de Sigyn en ella. Mientras la tengas en tu poder poseerás la magia de Sigyn, sólo no dejes que la destruyan.

—¿Qué pasaría si lo hacen?

—La magia que está almacenada ahí, regresaría con su dueña —dijo entregándosela—. Y de verdad no quiero que mueras —dijo pasándole sus delgados y pálidos dedos por la mejilla.

—Ni yo.

—Sólo una cosa, Vidar... esta gema tiene un precio.

—¿Y esta vez qué es? Porque mi vida ya la tienes si fallo.

La Fidelidad al Engaño (Loki y Sigyn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora