Capítulo XXXVI

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Thor le pidió a Heimdall que abriera el Bifröst

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Thor le pidió a Heimdall que abriera el Bifröst. Una luz de colores los envolvió y los sacó de Hel. La diosa de la muerte se quedó cruzada de brazos observando cómo desaparecían. Puso los ojos en blanco y se adentró en su palacio. Caminó y caminó hasta llegar a su bóveda secreta.

—Llegó el momento, sólo hay una forma de que gane esta guerra —decía mientras buscaba frascos en los estantes y los rociaba en un enorme caldero en con puntas en todo el perímetro como si fueran dientes—. No quería llegar a esto, pero no hay opción.

Esperó hasta que faltara poco para el atardecer, una vez que pasó ese tiempo, llenó una copa vieja de cristal con el líquido café que había creado y la bebió. Su cuerpo comenzó a cambiar, humo salía de su piel. La diosa comenzó a reír malévolamente mientras se transformaba en un enorme y horrible dragón negro con dos cuernos en la cabeza. Mientras eso pasaba en Hel, Sigyn y los demás regresaron a casa, ella volvió a su forma usual mientras viajaban por el puente, al llegar a Asgard ya no era un dragón.

—Ahora, vamos a los sanatorios para que cures a Loki —dijo tomando a Amora del brazo y mirándola seriamente—. Después te quitaremos tu magia y permanecerás en las prisiones hasta que mueras.

—Está bien —dijo la bruja sin expresión alguna.

—Pero te lo advierto, Amora, si esto es un truco y me traicionas de nuevo —le repitió y la miró amenazante—. Te voy a matar de la manera más lenta que se me ocurra y sufrirás tanto como yo lo he hecho, juro que vas a desear que te mate y no lo haré hasta que yo quiera.

—Te prometo que no hay trucos esta vez.

—No le creas —dijo Sif—. Ella no es de fiar, hagan un pacto de sangre. —Amora miró a la guerrera fastidiada.

—No voy a hacer un pacto de sangre.

—Entonces mientes —dijo Sigyn entornando la mirada hacia la bruja.

—No lo hago, sólo quiero que Hela pague por todo lo que me ha hecho.

—Entonces júralo con tu sangre —insistió la diosa—. Y prometo no encerrarte en las prisiones—

—Bien —asintió. Sigyn sacó una pequeña daga y se cortó la palma de la mano, Amora hizo lo mismo—. Juro que no voy a traicionarte de ninguna manera y haré lo posible por salvar a Loki, de lo contrario muerta estaré —dijo levantando la mano que tenía el corte.

—Y yo juro que de ser así, no te encerraré en las prisiones de Asgard, de lo contrario que Hela venga y me aniquile. —Ambas estrecharon sus manos y salió de éstas un halo amarillo—. El trato está hecho, no hay tiempo que perder.

Corrieron hasta los sanatorios donde encontraron a Frigga sentada al lado de Loki, ella se levantó rápidamente, corrió hasta Sigyn y la abrazó.

La Fidelidad al Engaño (Loki y Sigyn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora