Capítulo II

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Los días pasaron, Sigyn cada vez recibía más regaños de Frigga por hacer cosas que no tendría que estar haciendo como princesa

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Los días pasaron, Sigyn cada vez recibía más regaños de Frigga por hacer cosas que no tendría que estar haciendo como princesa. Aunque, en realidad, la reina sólo trataba de protegerla. No podía evitar que Thor y Loki entrenaran y se convirtieran en grandes guerreros, ni que arriesgaran su vida, pero sí podía hacerlo con Sigyn. Frigga la amaba como si fuera su propia hija. Aunque sus costumbres eran que tanto hombres como mujeres debían prepararse para la batalla, la reina lo pasó por alto y trató de que la pequeña ojiazul no tuviera nada que ver con las armas. Sin embargo, la niña se las arreglaba para aprender a usarlas y para entrenar.

—La legendaria guerrera Sigyn apunta a su blanco —decía la castaña mientras apuntaba con su arco a una almohada—, nada puede vencerla, se prepara para encajarle la flecha a su mortal enemigo y...

—Sigyn, una princesa no juega con ese tipo de armas, es más, no juega con armas —dijo Frigga entrando a la habitación. La niña resopló, bajó el arco y la flecha posando sus ojos azules en la reina.

—¿Por qué no? —Cuestionó ladeando la cabeza.

—Eso es para los hombres y las guerreras.

—¡Yo quiero ser guerrera! —Exclamó levantando el arco con ambas manos.

—No puedes, cariño, eres considerada la princesa de Asgard, por lo tanto debes actuar como tal —comentó tomando el arco y guardándolo en un baúl.

—Pero Sif sí pude ser una guerrera y...

—Ella no es la princesa.

—Yo tampoco —señaló ella frunciendo el ceño.

La reina soltó un suspiro.

—¿Por qué no vas a buscar a Loki y lo invitas a practicar la magia? —Propuso la reina, Sigyn sonrió y salió corriendo en busca del pelinegro. La niña recorrió todo el palacio, se encontró a Thor en la sala de duelos junto a varios guerreros de Asgard, él estaba aprendiendo a luchar, se acercó a él y le preguntó por su hermano.

—No lo he visto, casi no se aparece por aquí —dijo Thor alzando los hombros, segundos después alzó su espada para detener el golpe de su oponente.

—Hola, Sigyn —dijo el otro chico, ella curveó los labios e inclinó la cabeza.

—Vidar.

Éste le sonrió y se alejó de ahí. La niña volvió su vista a Thor.

—Tal vez está en la biblioteca leyendo, eso le gusta, tú sabes. —Sigyn miró hacia el techo y suspiró. Era obvio, ¿cómo no se le ocurrió?

—Quisiera poder estar aquí y aprender a combatir, pero tu madre no lo aprueba.

—Es que eres muy especial para ella, no quiere que te lastimes —dijo Thor en tono burlón.

—Sí, sí, lo sé, pero sé que puedo hacer esto, si sólo me diera la oportunidad de demostrarlo. —Miró a Sif combatiendo a otra chica con su espada.

La Fidelidad al Engaño (Loki y Sigyn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora