Cuando Sigyn nació, su destino ya estaba decidido, la muerte de sus padres no fue un impedimento para que el acuerdo entre Odín y su padre, Bragi, se llevara a cabo. Sigyn se convertiría algún día en la reina de Asgard al casarse con Thor. Desde que...
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Sigyn caminaba a toda prisa hacia el pasadizo que los llevaría a Hel. Quería apresurar todo, pero sin su magia era imposible y eso la ponía de malas porque no tenían tanto tiempo, sólo siete días. Sif iba al lado de la diosa tratando de tranquilizarla, pero la situación se tornó un tanto incómoda, lo que provocó que ambas comenzaran a discutir.
—Señoritas, no quiero interrumpir, pero tenemos un problema —dijo Fandral señalando a la criatura que acababa de aparecer, Fenrir.
—Maldita sea —dijeron ambas.
Sif sacó su espada y Sigyn su arco, corrieron hasta donde estaban los otros luchando contra la criatura. La diosa apuntó una flecha a uno de los ojos del monstruo y disparó atinando en el blanco, la bestia gruñó de dolor y la miró enfadado con el ojo que le quedaba, el otro sangraba a chorros. La criatura se aproximó a Sigyn, ésta comenzó a correr, pero la bestia levantó una pata y la arrojó hacia un montón de rocas.
—¡Sigyn! — Gritó Thor y atacó a la bestia soltándole un golpe en la quijada con el Mjolnir, la criatura cayó en el suelo, soltó un rugido al incorporarse y se abalanzó contra el rubio, quien esquivó.
Sigyn se levantó y tomó su arco, sacó una flecha del carcaj y disparó hacia el lomo de la bestia, así lo hizo cuatro veces. Fenrir la miró con furia y comenzó a correr hacia ella, pero nunca logró alcanzarla. A unos cuantos metros de la diosa, la bestia cayó en el suelo sin fuerzas y comenzó a gemir. Sigyn se acercó a la criatura, ésta la miró con el ojo lloroso.
—Lo lamento —dijo pasando su mano por la nariz de la criatura, ésta cerró el ojo y se desvaneció. Sigyn sabía que solamente había desaparecido temporalmente, pues siendo la mascota de la diosa de la muerte, no moriría tan fácilmente.
—Siempre has sido tan compasiva con tus víctimas, Gyn —dijo Thor colocándose al lado de ella, la diosa sonrió con amargura.
—Ahh —gruñó cayendo de rodillas al suelo y colocándose las manos en el costado izquierdo—. Maldición — bramó mirando la sangre que había manchado sus manos. Thor se arrodilló junto a ella, se deshizo de la armadura y la tomó entre sus brazos, con su mano cubrió la herida y presionó.
—¡Hogun! —Gritó el dios. El guerrero corrió hasta él y sacó frascos de un pequeño bolso. Thor arrancó una tira de su capa roja y luego otro pequeño pedazo más y se lo dio a Hogun, éste mojó con un líquido amarillo la tela roja, descubrió el abdomen de la diosa y colocó la tela mojada sobre la herida de Sigyn, ésta soltó un gemido agudo.
—Duele demasiado —chilló con la mandíbula y los ojos apretados.
—Tranquila, Gyn, vas a estar bien —aseguró Thor mirándola con los ojos humedecidos.
—¿Cómo estás tan seguro?
—Porque tú nunca te rindes hasta lograr lo que te propones. Y esto no te va a detener.
