Capítulo XXI

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Mientras Thor y Sigyn se iban de Asgard para apaciguar los conflictos con los demás Reinos, Frigga caminaba de un lado a otro frente al rey, quien estaba sentado en su trono

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Mientras Thor y Sigyn se iban de Asgard para apaciguar los conflictos con los demás Reinos, Frigga caminaba de un lado a otro frente al rey, quien estaba sentado en su trono. La reina se detuvo, resopló y volteó a ver a su esposo enfadada.

—¿Por qué me miras así, Frigga?

—Tú sabes muy bien la razón —respondió frunciendo el ceño. Odín apartó la vista cansado de los reproches y miró al suelo—. Todo este tiempo te has empeñado en proteger a Sigyn de cualquier peligro y siempre sale dañada, ¿crees que el matar a Loki no la lastimará?

La reina negó con la cabeza y sonrió con amargura.

—No te pido que lo liberes, sería absurdo intentarlo, pero por favor, anula esa condena. Es mi hijo y no estoy segura de poder soportar nuevamente su muerte.

—Y también es mi hijo —comentó Odín—. No quiero que muera, pero si cambio su sentencia, creerán que soy un rey débil y...

—¡Qué importa lo que los demás crean! ¡Es nuestro hijo! —Espetó y sus ojos se cristalizaron—. No dejaré que muera —dijo con firmeza.

—¿Entiendes la gravedad de la situación? Si lo dejo con vida, podría escapar y ocasionar más problemas.

—Tengo fe en que no lo hará, si dejas que Sigyn esté con él... ella puede hacer que vuelva a ser el de antes, puede hacerlo recapacitar.

—¿De verdad lo crees? —La reina asintió. Odín suspiró—. En ese caso, necesito que traigan a Loki.

Frigga entreabrió la boca un momento pues no daba crédito a lo que estaba escuchando. Pero volvió en sí y rápidamente fue por un guardia para pedirle que trajeran a su hijo.

Loki entró esposado al Salón Principal, caminó hasta quedar frente a la escalinata que conducía al trono y entonces soltó una carcajada.

—¿Vas a matarme ahora que Sigyn no está para detenerte? Eso es muy considerado de tu parte.

—No te he mandado llamar para eso, Loki.

—¡Oh, ya sé! Es hora de un sermón paternal por lo que he hecho, ¿cierto? Mmm, ya te habías tardado —contestó con cinismo. Odín frunció el ceño y negó con la cabeza.

—¿Es que no lo comprendes? —Le dijo severamente—. ¿Acaso no ves la gravedad de tus crímenes? Ocasionaste la guerra, la ruina y la muerte en Midgard.

Loki rió, miró hacia el techo y luego posó sus ojos verdes sobre Odín.

—Yo sólo fui a Midgard a reinar a su gente como un dios benevolente, igual que tú.

—Nosotros no somos dioses realmente —señaló Odín—. Nacemos, vivimos y morimos igual que todos. —El otro bufó y sonrió de lado alzando la cabeza altaneramente.

—Sí, pero con una diferencia de cinco mil años —dijo levantando las cejas.

—Y todo esto fue porque Loki quiere un trono...

La Fidelidad al Engaño (Loki y Sigyn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora