2| Somos de quien no nos quiso. ⛈

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2 años después

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2 años después.

El otoño como una segunda primavera.

Una estación combinada por el frío del invierno, por los colores de la primavera, y un verano de óleo. Una combinación perfecta, un mosaico de todas las estaciones, el otoño. Naranja, amarillo, rojo, los colores cálidos, que en realidad le daban una despedida a lo cálido, haciendo que el frío resalte. Unas largas tardes de lluvia, el olor a la tierra mojada, son esas características que Lucien amaba.

El otoño es parte de él. Su pelo brillaba, ese color rojo se volvía más intenso, esos ojos verdes hacían juego con esas hojas amarillas y naranjas que caían constantemente, el frío de esas tardes de lluvia le daban una tranquilidad que nadie más le había dado en la vida. Y es que el otoño tenía todo lo que a él le encantaba, porque también, le gustaba como el color intenso en ese cabello de Matthew era más visible en esa estación, un color miel con chocolate, esos ojos brillantes y dorados, sentía que eran la combinación perfecta.

Lucien era las hojas suaves, sensibles, tranquilas de colores, y Matthew era ese duro tronco, frío, mojado, y café.

Le encanta despertar cada mañana y oler la tierra mojada. Pisar los charcos, ensuciarse a propósito, mojarse a propósito, y verlo a él con ojos de deseo a propósito.

Una etapa melancólica, entre el dolor y la alegría, entre la desgracia y la dicha, esa experiencia que da el otoño, experiencias de la vida que conservaban ese grado de espontaneidad y ese carácter absoluto que la alegría y el dolor tienen entre nosotros.

Una estación que le ha dado a Lucien una cara nueva, conociendo su verdadero ser, donde decide lo que quiere y lo que no quiere hacer. Para él, es muy importante esta estación, y, aunque no sea la estación con más alegría, ni con más riqueza, sigue, y seguirá siendo, la estación que ha cambiado su vida.

No todo lo bueno nos da felicidad, a veces, cuando soltamos esas hojas naranjas, amarillas, y rojas de ese tronco, nos damos cuenta que ha sido la mejor decisión de nuestras vidas. Aunque duela, aunque ese dolor tarde en sanar, ha sido la mejor decisión, soltar y sentir bienestar.

El dolor y la alegría juntas una vez más.

El otoño es una estación de madurar, de reflexionar, de soltar... un sinfín de emociones que te deja cuando se va, y es que, es la etapa que ha ayudado a Lucien para superar lo que más temía, esos temores que lo han estado rodeando por unos cuantos años, esos miedos a ser quien era en realidad. También soltó lo que más amaba... y, suena como si fuera la peor etapa para él, pero no lo es, es todo lo contrario, porque soltando las cosas que más le hizo sufrir, es la mejor manera de sanar y seguir adelante.

Por eso le gustaba ver las hojas caer, esas hojas soltándose, cada una, de ese tronco que solo le hacía daño con tan solo mirarlo.

Y escuchaba débilmente como mil hojas crujían al unísono de dolor, se le erizaba el corazón, se le cerraba la garganta, y deseaba, sí, algunas veces solo deseaba que las hojas volviesen a pegarse en ese tronco una vez más, aun tomando el riesgo de oírlas crujir, de nuevo, y de nuevo, y de nuevo.

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