Matthew se levantó de la cama repentinamente. Un fuerte dolor de cabeza lo invadió mientras trataba de acostumbrarse a la luz. Estaba arropado, con un pijama nuevo del que no recuerda haberse puesto. Limpio, olía a shampoo varonil, pero tenía un cierto perfume a frutas, alguna fragancia impregnada en su cuerpo, como si alguien hubiera estado con él en toda la noche. Pero miró a su alrededor, y no había nadie.
Luego, ciertas imágenes se fueron apareciendo en su cabeza cuando miró ese abrigo familiar encima de la mesa de su escritorio. Se levantó de inmediato, tomó ese mismo abrigo y se lo puso. Le quedaba pequeño, las mangas no llegaban a cubrir sus brazos y si, olía a melocotón.
Amaba tanto ese aroma. Había extrañado ese aroma.
Salió de la habitación y bajó las gradas con la esperanza de verlo ahí. Tenía tantas ganas de decirle que lo sentía, que regresara, que nunca más lo dejara, que le diera una oportunidad, que esta vez sí lo haría bien, jamás volvería a hacerle daño. No más abecedarios, no más planes de nueve años, ahora solo quiere hablarle, mirarle a los ojos y decirle que siempre lo estaría esperando si decide irse de nuevo.
Y cuando entró al comedor, ahí estaba, sentado con su laptop, le rodeaba desorden de hojas, libros y plumones de colores. Matthew giró hacia la sala, estaba ordenada y limpia como si jamás hubiera sido tocada por un hombre mayor con un corazón roto.
Matthew se acercó a él con pasos sigilosos, pensaba que no había sido escuchado aún, porque el menor se miraba concentrado en lo que hacía, entonces simplemente se acercó sin hacer mucho ruido. Se sentó junto a él, a su lado, desde ese momento se dio cuenta que estaba siendo ignorado, porque Lucien no le hablaba, solo escribía en su computadora y revisaba libros que no entendía.
Recostó su rostro a la mesa, miraba a Lucien escribir y estudiar para su examen de esa misma noche. Mantenía una cara neutral, jamás lo había visto de esa manera, porque todos los días podía verlo sonreír por las mañanas, le dolía recordar que todo eso era su culpa. Y en todo esto, tenía el presentimiento que todo lo que estaba pasando era un sueño, que Lucien no era real, y que probablemente está perdiendo la cabeza.
Así que, decidió acercar su mano a su cintura. Tocó su pijama, no se atrevió a tocar su cuerpo. Lucien lo miró de reojo, dejó que lo hiciera porque se miraba gracioso estando tan concentrado en verificar que fuera real.
—Lo siento.— susurró, al fin, quitando el silencio de por medio.
Lucien no contestó. Estaba esperando a escuchar algo más.
—Me alejé, lo sé, pero siempre supe que te encontraría, y nunca me hubiera rendido.— no quería soltar su ropa.
—Me equivoqué de muchas maneras, quería dejarlo todo y buscarte, pero no tenía nada en ese entonces, y mis padres... querían manipularme, casarme, dejarme su empresa y si yo aceptaba, tenía que alejarme de ti para siempre. Entonces, decidí marcharme, trabajar duro por separado sin ayuda de nadie. Fue muy difícil para mí, Lucien, estar alejado de ti fue una de las decisiones que más me han causado dolor, y recordarlo se siente como el infierno mismo... sé que no es justo... regresar de esta manera y pedirte que sientas lo que yo siento por ti, pero... te esperaré... y mientras no decidas alejarme para siempre, incluso luego de escuchar todo... no importa cuánto tiempo pase, meses o años, voy a esperar a que estés listo para volver a mí.
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Matrimonio Ficticio
Ficção AdolescenteEnemigos desde siempre, pero en matrimonio al final. Un empresario millonario y un jinete famoso dispuestos a fingir amor después de tanto rencor. Un matrimonio falso que se parezca a uno real, donde se acostumbrarán a estar juntos y no querrán solt...