Si no te atreves a compartir con la persona que te ha sacado una sonrisa diferente a las otras, eres un cobarde. Si no eres capaz de hacer todas esas cosas por el miedo al qué dirán, sigues siendo cobarde. Y si sigues con la idea de "esperar a crecer" porque piensas que es una pequeña "etapa" que se pasa con el tiempo, estás más que equivocado. El fracaso existe, por supuesto que existe, te mentiría si te dijera que es un invento por la misma sociedad con los mismos miedos. Pero no, existe y está en todas partes. Si ya lo encontraste, supongo que debes saber muy bien lo que se siente. Sientes muchas cosas, como por ejemplo, el pensamiento constante, erróneo, de que ese fracaso se queda para siempre, te dejas caer y piensas que después de eso, jamás podrás levantarte de nuevo. Y tu única opción es rendirte. Es la única opción que tienes en mente en ese preciso momento. Si no lo has encontrado, déjame decirte que algún día si lo harás, porque todos en algún momento de nuestras vidas fracasamos, porque todos cometemos errores, y porque es parte del aprendizaje.
El miedo de encontrarlo hace que te alejes de tus objetivos, te limitas a muchas cosas con tal de nunca toparte con él, piensas que en cualquier momento lo puedes encontrar, entonces, dejas de hacer muchas cosas que te apasionan. El qué dirán. El perderé. O, el estar equivocado. Muchas razones por las cuales nos alejamos de lo que nos gusta, provocando un enorme arrepentimiento el día siguiente, ese; «Qué hubiera pasado si...» lo único que se consigue con eso es lamentarse mañana de lo que no has podido hacer hoy. Es una estupidez.
—Puedo hacerlo.— susurró Lucien para sí solo.
Era una mañana precisamente. Mes de junio. Caracterizado por la humedad, el viento y las bajas temperaturas. Había entrado el verano, y las vacaciones también antes de regresar nuevamente a terminar con lo que un día empezó. Cada vez más cerca de alcanzar un logro más. Tal vez un problema más aparte de la satisfacción que sentiría dejar la universidad atrás para enfocarse un poco más en algo que no debe de ponerle muchos deberes, avanzar con el futuro que ha estado construyendo y no con el que ya tenía construido. No sabía qué hacer exactamente cuando tuviera el diploma en sus manos, pero, ahora eso no era importante, primero tenía que ganarse el título universitario.
Estaba ahí, parado enfrente de todos. Una vez más. Había hecho eso tantas veces que ya no sabe cuántas ha tenido que escapar, vomitar e ir a llorar a su habitación. Lo mismo de siempre, la historia solo se repite, se repite y se repite sin parar. Un bucle infinito que nunca termina. Sus cosas sobre la mesa, sus papeles en sus manos. Sus amigos al fondo. Los profesores al frente. Sus diapositivas con su proyecto atrás. Y alumnos, muchos de ellos sentados esperando a que el menor fracase nuevamente.
Tenía dos grandes reflectores blancos alumbrando su cara. Sentía que eran demasiado fuerte, no podía ver muy bien al público y no sabía si se estaban burlando o algo. Sentía nervioso por no saber qué estaban pensando. Aunque ya tenía una idea.
Respiró hondo. Pensó en Matthew y en sus clases. Casi todos los días. Alquilaba una sala de cine y llevaba cada vez más guardias hasta el último día, se llenó la sala. Y pudo hacerlo. Puede hacerlo ahora.
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Matrimonio Ficticio
Teen FictionEnemigos desde siempre, pero en matrimonio al final. Un empresario millonario y un jinete famoso dispuestos a fingir amor después de tanto rencor. Un matrimonio falso que se parezca a uno real, donde se acostumbrarán a estar juntos y no querrán solt...