Enemigos desde siempre, pero en matrimonio al final.
Un empresario millonario y un jinete famoso dispuestos a fingir amor después de tanto rencor.
Un matrimonio falso que se parezca a uno real, donde se acostumbrarán a estar juntos y no querrán solt...
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La cama rechinaba con cada estocada.
Matthew estaba odiando tanto no haber visto mejor el hotel antes de que reservara una habitación. Pensó que con solo elegir el más caro sería el mejor, pero al parecer debió haber visto un poco más las estrellas y reseñas, pero no tenían mucho tiempo, ellos simplemente querían estar desnudos bajo alguna sábana, así que no lo pensaron mucho cuando bajaron del auto después del trabajo y pararon en el primer hotel que encontraron. A Lucien no le importaba, poco estaba pensando en el hotel, pero Matthew tenía su cabeza en dos partes.
Una parte en el horrible hotel que ha escogido, y la otra parte en el chico que tenía acostado debajo de su cuerpo, dándole la espalda, desnudo y con sus mejillas coloradas mientras gemía su nombre cada vez que se movía.
—Ah... ah... Matthew... ummg...
Matthew sólo podía moverse más rápido con sus palabras. Se inclinó hacia él y besó su espalda sin dejar de moverse haciendo un camino de besos hasta llegar a su nuca, Lucien se estremecía con cada toque mientras sentía cada estocada en lo más profundo de él. Hace unos minutos le dijo que no fuera lento, y que tampoco fuera cuidadoso, solo quería sentirlo dentro de él y que no tuviera límites en ningún momento. Matthew simplemente aceptó y le concedió.
Estaba a punto de venirse, sentía cada movimiento más cerca, los gemidos del menor, su espalda delgada y blanca, sus muslos rebotando en su entrepierna, sus brazos que temblaban y que se caía por cada minuto, el sudor que recorría todo su cuerpo, el calor que podía sentir de su cuerpo, su cabello desordenado más rojo que otros días, sus labios rojos por lo mucho que los ha estado mordiendo, todo eso estaba haciendo que Matthew sintiera el placer de terminar dentro del menor, pero antes de que pudiera hacerlo...
El celular sonó.
Matthew bufó, sin dejar de mover sus caderas, miró en la mesita de noche solo para ver el nombre de la persona a la que le tenía que cortarle los ojos.
Sergio.
No iba a contestar, podía hacerlo otro día, o en otra hora, todo dependía de lo que sucediera esa noche en esa habitación, pero el celular no dejaba de sonar y eso lo estaba desconcentrando, además, se le había ocurrido una idea que no solo a él le iba a gustar.
Sin dejar de moverse, tomó el celular, colocó su mano en el pecho del menor y lo levantó hasta que la espalda de Lucien chocara con el pecho de Matthew sin dejar de moverse. Sintió el choque de sus cuerpos desnudos y casi lo hizo venirse, pero logró resistir.
Lucien echó su cabeza hacia atrás chocando con el hombro de Matthew, su boca estaba entreabierta sin tener ningún tipo de silencio con sus gemidos constantes. Tenía sus ojos cerrados y su mano ya estaba posicionada en la nuca del mayor para un mejor agarre, aunque Matthew lo sostenía muy bien de su abdomen.
—Vamos a hacer un poco de silencio, ¿está bien?— Matthew le susurró al oído.— No queremos que Sergio escuche, ¿verdad?— Besó su oreja.
Lucien gimió, aunque rápidamente trató de callarse él mismo, casi lo lograba. Asintió mientras apretaba sus labios.
