1

2.4K 67 0
                                    

Hola, me presento. Mi nombre es Aila, y voy a contaros como mi vida dió un giro de 180 grados, como pasé de tener una vida de lo más normal en Madrid, a vivir un sueño junto al amor de mi vida en Los Ángeles.

Pero empezemos por el principio. Yo trabajaba en un hospital, en un laboratorio cualquiera, haciendo pruebas rutinarias. Tenía un puesto fijo, con un sueldo que no estaba nada mal... Podía permitirme vivir bastante bien, dadas las circunstancias...
Tenía una casa recién comprada en las afueras, en un lugar muy tranquilo y acogedor, con un gran jardín donde mi pequeño Odie, mi husky, podía correr y jugar todo el día.

Mis amigas, que a pesar de vivir en ciudades distintas, lo compartíamos todo, estábamos igual de unidas que cuando vivíamos puerta con puerta. Lau y Ana. Yo solía decir que ellas eran los amores de mi vida, pues siempre hacíamos todo juntas, como uña y carne.

Y tenía una pareja que me trataba como una reina. Su nombre es Albert, es un chico alto, moreno, y de ojos azules. El típico chico que hacía que las chicas girasen la cabeza a su paso.
La verdad es que me trataba como una reina, congeniabamos muy bien, teníamos gustos muy similares, y nos hacíamos la vida más llevadera el uno al otro.

Él trabajaba como cocinero, por lo que no tenía demasiado tiempo libre, aunque su sueño siempre había sido dedicarse a la música. Siempre que tenía un rato libre, aprovechaba para grabar sus propias canciones en casa, y subirlo a sus redes sociales. Es cierto que no tenía muchas visitas, pero él era feliz así, y por lo tanto, yo también lo era.

Yo no era una persona de esas que creen en el amor ciego, en el amor que todo lo puede, en las almas gemelas, y demás historias que nos venden en todas las películas románticas... Por ello, yo no estaba segura si lo que sentía por él era amor verdadero, o solo cariño... Ese cariño que tienes por una persona especial, por una persona con la que podrías compartir tu vida...

La verdad es que era algo que siempre había querido sentir... Todas mis amigas lo habían sentido alguna vez, o eso decían, pero ni si quiera en mi juventud, aquella época donde las hormonas controlaban todos nuestros actos, había llegado a sentir tanto por alguien. Así que supongo que para mí eso era el amor, y ya me había resignado a ello. Aunque era muy feliz así, parecía que mi vida ya estaba resuelta, que todo estaba encauzado, y la verdad, a mis 32 años, no podía tener ninguna queja.

Lo que yo no sabía era que todo aquello que había conseguido, toda esa estabilidad estaba a punto de terminar.

Till the end of my days. [Pedro Pascal fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora