Till the end of my days. [Pedro Pascal fanfic]

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"¿Cómo? ¿Era él? No puede ser... Es imposible, no le he dado mi número de teléfono..."

Me quedé un momento paralizada, mirando la pantalla de mi teléfono, sin saber cómo reaccionar, no podía ser él, alguien me estaba gastando una broma de mal gusto, era la única explicación posible... ¿Pero quién?.
Miré su foto de perfil, era más que obvio que me encontraría con su cara. Y ahí estaba, él, tan perfecto como siempre, junto a su hermana Lux. Nada que no me esperase, se veía un selfie muy personal, pero hoy en día, en internet se puede encontrar cualquier cosa.

No sabía que responder, pero no iba a consentir que, fuese quién fuese, se riese de mí, y mucho menos en un momento como éste, sintiéndome del modo que me sentía al no haber podido ni despedirme de él.

'Seas quién seas, deja la bromita, no tiene gracia'.

Sabía que para él solo sería una más, pero para mí fue muy especial, y que alguien intentase hacer una broma con esto, no me gustaba nada. Pienso poner el grito en el cielo si es necesario, para saber quién está jugando con esta situación.

'Aila, soy yo, Pedro'

Ya... claro... Seguro.

'Ya está bien con la broma, ¿no crees?'

Me estaba empezando a enfadar demasiado.

'¿Por qué no me crees? ¿Quieres que te lo demuestre?😏'

Vale, he de admitir que había despertado mi curiosidad. Y con ese emoji... Me dispuse a seguirle el juego, total, no tenía nada que perder.

'Sorpréndeme'

Me quedé mirando la pantalla del teléfono, expectante. Pasaron un par de minutos y nada. Doble tick azul, mensaje leído, pero no recibí respuesta. "Lo sabía" pensé. Guardé mi teléfono y cogí mi café. Llamé al ascensor, y mientras este llegaba al piso en el que yo estaba, de nuevo, el sonido del teléfono. Algo dentro de mi se removió, era como si mi cuerpo supiese lo que estaba a punto de pasar.

Volví a sacar el teléfono, y ahí estaba, de nuevo, un mensaje suyo. "No puede ser...". Esta vez no era un mensaje de texto, era una fotografía. Suya. Se le podía ver tumbado en una cama, con sábanas blancas, sonriendo, con el pelo despeinado,  y justo detrás de él, un reloj en el que se veía la fecha y el día de hoy. Se veía increíble, la verdad. 

'Pero... ¿Cómo has conseguido mi número de teléfono?'

No supe muy bien que responder a aquella foto, pues lo único que quería responder no era del todo apropiado... No sabía como había conseguido mi número, y la verdad es que tampoco me importaba mucho, al contrario.

' Fácil... Antes de marcharme hablé
con recursos humanos, y me
facilitaron tus datos con mucho gusto'

Se les debería caer el pelo a los de recursos humanos por dar información personal, pero, siendo honesta, no tengo ninguna queja, de echo, se lo agradezco.

'Yo también te he echado de menos
durante el café '

Me sonrojé sin poder evitarlo, tengo que dejar de hablar sin pensar lo que digo, aunque no había dicho nada que no fuese verdad.

  ' Ahora estoy fuera de la ciudad,
pero cuando vuelva, te invito a probar mi café favorito... Si quieres, claro'

¿Cómo que si quiero? Por supuesto que quiero, ¿Acaso alguien podría decirle que no?, porque si ese alguien existiese, estaba claro que no se trataba de mi.

'Hecho'

No sabía cuándo volvería, ni si se acordaría de mi para entonces. Pero ya estaba nerviosa, y una sonrisa se instaló en mi cara, y no parecía querer marcharse.

Cómo era de esperar, puse a Mery al día de todo lo que acababa de pasar. Quiso ver la conversación, y la fotografía, y asegurarse de que era real.

- No me haces caso, pero le gustas, créeme -. Seguía bastante reacia a aceptar esa idea, pero me resultaba imposible no pensar ¿Y si lleva razón?... Sólo de pensarlo, se me erizaba la piel.

- Tal vez no vuelva a escribirme, y todo quede aquí -. Quise restarle importancia, pues no quería llevarme otra desilusión, y volver a pasarlo mal, y se que como deje a mi imaginación volar, el golpe va a ser mucho más fuerte.

- Bueno, yo solo voy a darte un consejo -. Dijo Mery, poniendose sería, haciendo ver que realmente pensaba lo que estaba a punto de decir - No te subestimes, nunca. Así que si él te gusta, a por ello -.

Llevaba razón, y lo sabía, pero es mucho más fácil decirlo que hacerlo.

- Además - añadió - Tiene que ser muy bueno en la cama, se le ve en la cara. Así que ya puedes intentarlo, que yo eso necesito saberlo -. Rió.

Me volví a sonrojar, para qué negarlo, yo también pensaba del mismo modo. Pero, aunque en mi cabeza divagase con facilidad, la realidad es muy diferente.

- Yo solo voy a dejarme fluir -. Dije riendo. Y era exactamente lo que pensaba hacer. Que pase lo que tenga que pasar. Y si no, me he llevado una bonita experiencia, y eso ya no me lo puede quitar nadie.