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Pasaron un par de horas hasta que mi teléfono comenzó a vibrar sin parar. Habían tardado más de lo que yo pensaba en llegar hasta mi. Mire las notificaciones, cientos de menciones en Twitter, miles de solicitudes en Instagram, llamadas de números que no conocía...

Lo ignoré todo, no iba a entrar en ese juego. Sabía dónde me estaba metiendo al estar con Pedro, y estaba dispuesta a asumirlo, pues no iba a dejar escapar mi oportunidad de estar con él por algo así.

Largo rato después, al fin, mi teléfono sonó, mostrando su foto en la pantalla.

- Hola guapo -. Saludé risueña. - Te echo de menos -. Sólo habían pasado unas horas, pero notaba su ausencia en cada parte de mi.

- Hola preciosa -. Sonaba preocupado, estaba claro que estaba al tanto de todo lo que estaba pasando - Yo también te echo de menos... ¿Estás bien? -. Me gustaba sentir que se preocupaba por mí, es innegable, pero yo estaba bien, tenía que hacerle ver que no había motivo para tal preocupación.

- No mucho -. Bromeé. Si, no era el momento, pero no lo pude evitar. - Echo de menos el calor de tu cuerpo, Madrid es demasiado frío sin ti -.

- Aila... Por favor, estoy preocupado -.

- Está bien, está bien -. Levanté las manos, como pidiendo perdón, como si él pudiese verme al otro lado del teléfono - Estoy bien, no te preocupes por mí, he ignorado el teléfono durante todo el día. Sólo lo he cogido cuando he visto que eras tú quién llamaba. Y así pienso seguir haciéndolo, no voy a entrar en ese juego. Así que no hay nada de qué preocuparse -. Sentencié, segura de mi misma.

- Bien, bien. Otra cosa... Es muy posible que vayan a tu puerta, a intentar fotografiarte y grabarte... -. No dejé que terminase si frase cuando lo interrumpí.

- Pues en caso de que eso ocurra, los ignoraré también, pienso hacer caso omiso, hasta que se cansen -.

- Ya pero... Pueden ser demasiado insistentes -.

- Pedro, cariño, no te preocupes, de verdad, no voy a decirles nada. Lo privado, se va a quedar privado, por mucho que insistan, no conseguirán nada de mi. Lo prometo -.

Escuché su respiración al otro lado del teléfono. Estaba claro que no contaba con que la noticia se supiese tan pronto, aunque era algo que antes o después saldría a la luz.

A mí no me importaba mantenerlo en secreto, es más, sabía que había que hacerlo así, al fin y al cabo, es algo que puede afectar a su vida laboral, en cierto modo. Y yo estaba de acuerdo.

- No quiero que sea un secreto -. No me esperaba esa respuesta, no al menos tan pronto - Quiero gritar al mundo entero que soy feliz, quiero que todos sepan lo increíble que eres, quiero poder salir a la calle, agarrar tu mano y besarte sin tener que esconderme para que nadie nos vea -.

- ¿Estás seguro? -.

- Completamente -. No dudé en ningún momento de sus palabras. Hablaba con mucha seguridad, y fue algo que me transmitió a mi también. - Esperaremos a que vuelva a Los Ángeles, no quiero que la bomba explote mientras estoy lejos... Si te parece bien, claro -.

- Me parece genial -. Contesté, risueña.

El resto de días en Madrid pasaron bastante tranquilos. Nada fuera de lo normal, aproveché a pasar todo el tiempo con mi familia y amigos.

El día de mi vuelta a Los Ángeles por fin llegó. Recogí todas mis cosas, me despedí de mi familia, y salí rumbo al aeropuerto. Allí fue el lugar donde vi a Pedro por última vez, donde lo besé por última vez. Un recuerdo que me hizo sonreír ligeramente. Aún quedaba media hora para poder subir al avión, por lo que decidí ir a la cafetería a por un café. Era medio día, y el aeropuerto estaba lleno de gente. Mientras pedía, sentí que alguien me estaba mirando, miré justo detrás de mi, y pude ver un grupo de chicas que me habían reconocido. Hablaban entre ellas y me señalaban.

Till the end of my days. [Pedro Pascal fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora