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Pasaron un par de meses desde aquel día que me mandó el primer mensaje. Él aún no había vuelto a la ciudad pero seguimos hablando a diario, ya fuese por mensaje, videollamada o por teléfono. Él me contaba sobre su día, y yo le contaba mi día. Hablábamos de todo, nos desahogábamos cuando teníamos un mal día, y nos alegrábamos por el otro cuando el día había ido bien. Hablábamos sobre nuestras inquietudes, nuestros gustos, sobre el futuro... Se podía decir que habíamos creado una bonita amistad. La atracción sexual parecía haber quedado en un segundo plano, si es cierto que a mi me sigue atrayendo, es inevitable, pero me había dado cuenta que prefería tenerle como amigo, a estropear eso que habíamos creado. Mejor tenerle como amigo, que tirar todo a la basura por una noche de sexo.

Durante una de nuestras charlas, le hablé sobre Jason. Él insinuó que era una pena que alguien como yo estuviese sola en Los Ángeles, y ahí vi la oportunidad para hablarle de él. Pedro se había marchado hacía tiempo, y no iba a detener mi vida por unas conversaciones al lado de una máquina de café. 

- Así que es tu novio... - Dijo, tensando la mandíbula. La calidad de la videollamada no solía ser demasiado buena, pero fue una reacción que no pudo esconder.

- Bueno... Nos estamos conociendo - Quise excusarme - De momento nos entendemos bastante bien, pero nada más.

- Ya.. Bueno, lo siento, tengo que irme, hablamos pronto -. Su despedida fue tan rápida que no me dio tiempo a contestar.

¿Eran celos?. No quise darle importancia, y continué con mi vida, con mi rutina, en la que se incluía el hablar con Pedro. Tras ese día, todo había seguido normal, no me volvió a sacar el tema de Jason, hizo como si jamás hubiese sabido de su existencia, por lo que yo tampoco le saqué el tema.


Jason me trataba genial siempre que estábamos juntos, si que es verdad que nunca me había presentado a ningún amigo, siempre que quedaba con ellos, me ponía alguna excusa para ir él solo. Cuando le preguntaba el por qué, me solía decir que no me preocupase, que los conocería cuando fuese el momento. Yo no quería ser la típica novia controladora, por lo que intentaba dejarle su espacio, no tomármelo como nada personal.

Los inviernos en Los Ángeles no tenían nada que ver con los de Madrid. El sol seguía calentando, por lo que aún estando en Diciembre, se podía pasear sin morir de frío. Jason me avisó para ir a dar un paseo por la playa, algo que a mi me encanta, por lo que dije que si sin dudarlo. Quedamos al salir del trabajo, y él, como siempre, llegó puntual. Me saludó con un beso, y agarró mi mano, invitándome a iniciar la marcha.

Mientras caminábamos, me preguntó por mi día, y él me habló del suyo, nada fuera de lo normal. Pero le notaba algo nervioso, tenso en algunos momentos.

- ¿Qué te ocurre? ¿Está todo bien? - Quise saber.

- Si si... Es solo que... - Vaciló - Tengo algo que preguntarte.

Yo me puse nerviosa, no pude evitarlo. No pensaba que nuestra relación fuese tan rápida. No esperaba un anillo de boda, estaba claro, pero tampoco sabía si estaba preparada para formalizar nuestra relación. Si es cierto que lo pasábamos bien juntos, pero aún no lo conocía suficiente como para saber si valía la pena volver a arriesgarme a pasarlo mal.

- Tranquila, no es nada malo - Rió, intentando relajar el ambiente. Yo no respondí nada, simplemente asentí, dando pie a que siguiese hablando. - Uno de mis amigos se casa, y había pensado... Si quieres, claro... Ser mi acompañante -.

Suspiré, aliviada. Aún así, era un paso adelante en nuestra relación, pero era algo que podía valorar. Lo pensé durante un par de minutos, me estaba invitando a conocer a sus amigos, por lo que no podía negarme. No después de haber insistido en ello varias veces, por lo que acepté, e inmediatamente me abrazó.

- ¿Cuándo es la boda? -.

- El fin de semana que viene -.

¿CÓMO? ¿Dentro de una semana? 

- Lo se - Dijo ante mi cara de sorpresa - Pero han querido hacerlo así. Ellos llevan meses preparándolo, aunque todos los invitados nos hemos enterado hoy. Ha sido una sorpresa para todos.

- Necesito ir de compras - Fue lo único que dije.

Pasé toda la semana de tienda en tienda, buscando el vestido perfecto, con los zapatos perfectos, y el maquillaje perfecto, pues la boda era de uno de sus clientes, con el cuál, con el paso del tiempo, había entablado una buena amistad. Pero ese cliente era un importante productor de Hollywood, por lo que era muy probable que la boda estuviese llena de gente relacionada con el mundillo, gente muy glamurosa, con unos looks espectaculares, estaba segura, así que yo no quería desentonar.

Todo eso me provocaba mucho estrés, solo tenía una semana para encontrar algo que me gustase, y que me quedase bien, pues no había tiempo de arreglos. Estaba tan ocupada buscando y buscando que apenas toqué el móvil, por lo que esa semana no tuve muchas noticias de Pedro. "La semana que viene le explico todo, seguro que lo entenderá" pensé. 

Los días pasaban, y yo no encontraba nada, ni vestido, ni zapatos, ni nada. El agobio estaba jugándome una mala pasada, no me dejaba pensar con claridad, por lo que decidí salir con Odie a dar un paseo, y desconectar de todo. Sin teléfono, sin auriculares, nada, solo Odie y yo. Realmente disfruté del paseo, anduve sin rumbo fijo, por lo que descubrí calles que no había visto en todo el tiempo que llevaba allí.

Había muchos escaparates, a los cuales apenas les prestaba atención, cuando de pronto hubo uno que hizo que mi mirada se desviase irremediablemente. Y allí estaba, el vestido perfecto. Era negro, de palabra de honor, ajustado desde el pecho hasta las rodillas, donde se dejaba caer. Tenía detalles de encaje de color dorado a la altura del pecho, y la espalda quedaba al aire de la mitad para abajo. Justo al lado, había unos zapatos, negros también, con ribetes dorados en el tacón, con los mismos tonos que llevaba el vestido. 

"Es perfecto".

Till the end of my days. [Pedro Pascal fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora