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- Estás borracho -. Dije mientras veía como Pedro entraba a mi habitación. No se tambaleaba al caminar, pero se le notaba en los ojos. Y como era obvio, en el olor a alcohol que pude notar cuando pasó por mi lado, tan cerca que nuestros cuerpos parecían atraerse por si solos, como imanes.

No recibí respuesta por su parte. En cambio, me quedé mirando como avanzaba hasta el final de la habitación, hasta quedar frente a la ventana que daba a la calle, donde las gotas de lluvia se estampaban contra el cristal, dejando una visión borrosa de toda la ciudad.

Cerré la puerta detrás de mi, pero no me atreví a acercarme a él. Estaba realmente dolida por todo lo que había pasado, y quería que él fuese consciente de ello. Pero por otro lado, me mataba no estar cerca de él, no sentir sus brazos a mi alrededor.

En su rostro pude ver no solo el efecto del alcohol, si no dolor, y decepción, no se si conmigo o con él mismo. Nunca antes le había visto así, y eso solo empeoraba mi sentimiento de culpa. El dolor se acentuaba cada vez que veía el abatimiento en su rostro. Yo era la culpable de que él se sintiese así, y me odiaba a mi misma por ello, pero no podía dejar todo de lado, y fingir que no había pasado nada.

Los minutos pasaban, y mientras él permanecía con la vista fija en la lluvia del exterior, con las manos en los bolsillos, yo permanecía de pie al lado de la puerta de salida, abrazándome a mi misma, con un nudo en el estómago, y en la garganta, esperando a que él me hablase.

La espera me estaba matando, necesitaba que me hablase, algo, cualquier cosa. Que me mandase a la mierda, o que simplemente me preguntase por el trabajo. Todo me valía, llegados a ese punto, no podía soportarlo más. Cogí aire, e intenté que el nudo de mi garganta no me impidiese hablar sin quebrarme la voz. 

- He hablado con Lux -. Dijo finalmente. Como si me leyese la mente, como si supiese que era yo quién estaba a punto de romper el silencio entre los dos - Se que no estás embarazada -. Al escuchar esto, no pude evitar romperme un poco más. No supe muy bien por qué, porque era lo que ambos queríamos, lo que habíamos hablado tiempo atrás. 

- No... -. Susurré, tan bajito que apenas pudo escucharme. Mi vista se clavó automáticamente en el suelo. Pedro giró sobre sus talones, y pude notar como comenzaba a acercarse a mi, poco a poco.

- ¿Tu como estás? -. No supe si se refería al embarazo, o a todo lo que había pasado entre nosotros, o a ambas cosas. Solo se que las palabras no podían salir de mi boca, por lo que simplemente negué, haciéndole ver que no estaba bien, sin importar a qué se refería.

Y entonces fue cuando sus brazos me rodearon en un abrazo de esos que te hacen sentir en casa, de esos que parecen curarlo todo, sin importar cual sea el problema, de esos que hacen que el mundo deje de girar por un momento.

Y justo ahí, con la cabeza hundida en su pecho, me derrumbé por completo. Las lágrimas caían sin control por mi rostro y los sollozos eran lo único que se escuchaba en la habitación. El sonido de la lluvia había quedado silenciada por mi llanto.

Pero no solo eran lágrimas de lamento, también lo eran de felicidad. Felicidad por estar de nuevo sintiendo su cuerpo junto al mío, por saber que, a pesar de todo esto, no seguía estando aquí, por saber que no lo había perdido.

Largo rato pasamos así, abrazados, sin decir nada. Yo intentaba controlar mi respiración, intentaba volver a recuperar el aliento, mientras él me reconfortaba con besos y caricias.

- Aila... -. Había recuperado un poco la tranquilidad, por lo que me vi capaz de separarme de él unos centímetros, y mirarlo directamente a los ojos. Y entonces, en ese preciso momento en el que nuestras miradas se volvieron a cruzar mientras sujetaba mis manos, supe que ya no había marcha atrás. Estaba de nuevo a sus pies, todo lo que había pasado estos días parecía desvanecerse como el humo. Había pasado de un estado completo de dolor y enfado, a un estado en el que nada más me importaba, el resto podría haber sido solo un mal sueño. Ese era el efecto que él causaba en mi, hacía desaparecer todo lo que no fuésemos él y yo.

Till the end of my days. [Pedro Pascal fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora