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Mi vida continuaba de esa manera, simple, pero tranquila, como a mí me gustaba. Nunca había sido una persona que necesitase demasiado para ser feliz.

Como cualquier Lunes, salí del trabajo y me dirigí a casa. Albert ya estaba allí, pues su jornada había terminado antes ese día.
A mi me extrañó, ya que normalmente yo era quién llegaba primero, sacaba a Odie a pasear y preparaba la comida antes de que él llegase. Pero aquel día no, aquel día era diferente.

Extrañada, me acerqué a él. Vi en su cara que algo había pasado, se encontraba en completo silencio, con el semblante serio, mirando a un punto fijo, y con la respiración algo acelerada.

- ¿Albert? - Pregunté - ¿Qué ocurre? ¿Estás bien?

No recibí respuesta por su parte. Su mirada seguía fija en el mismo punto, a pesar de mi cercanía.

- ¿Ha ocurrido algo? - Seguí insistiendo, pero la respuesta que recibí era la misma, silencio.

Odiaba la sensación de sentirme ignorada, sabía que antes o después me diría que estaba ocurriendo, pero yo necesitaba saber que estaba bien, que nada grave estaba sucediendo, y odiaba cuando me dejaba así, sin saber absolutamente nada.

Sabía que, en ese punto, no me diría nada, así que opté por salir a dar un paseo con Odie. Honestamente, estaba bastante enfadada en aquel momento, necesitaba sentir el aire otoñal que empezaba a sentirse a final de Septiembre.

El paseo me vino demasiado bien, Odie siempre era capaz de calmarme, y sacarme una sonrisa. Llegué a casa con la intención de sentarme frente a Al eet y no moverme hasta obtener una respuesta.

Abrí la puerta, soltando a Odie, que fue corriendo hacia donde él se encontraba. Lo ignoró, lo que me hizo pensar que iba a ser difícil la comunicación con él, pero me equivocaba....

- Tengo algo que contarte... - Dijo, sin mirarme.

Me imaginé lo peor. Llevábamos juntos 5 años, y habíamos pasado por muchos momentos bueno, y por muchos malos también. Nos habíamos dado malas noticias, pero nada que no pudiésemos solucionar juntos, pero esta vez.... Esta vez parecía diferente.

Su voz calmada y pausada me hacía entender que un cambio se aproximaba.

- Alguien ha escuchado varias de mis canciones - Dijo, y paró para tomar aire. Yo me alegré, pues sabía que ese era su sueño, llegar a todo el mundo con su música. Entonces, ¿Por qué tanta seriedad? Parecía una buena noticia...

- Me han ofrecido una oportunidad de grabar en un estudio... Uno de verdad... - Seguía sin mirarme a la cara, pero, ¿Por qué?

- ¡Enhorabuena cariño! - Dije, elevando la voz. Era una muy buena noticia, algo que debería hacerle feliz, y por lo tanto, me hacía feliz a mi.

- Fuera de España - continuó. Mi cara cambió drásticamente. ¿Fuera de España? ¿Durante cuánto tiempo? ¿Cómo afectaría eso a nuestra relación?

Cientos de preguntas se amontonaban en mi cabeza, y no tenía respuesta para ninguna de ellas.

- Pero... - Susurré - ¿Cuánto tiempo?

Albert resopló, dando a entender que la respuesta que iba a recibir no me iba a gustar...

- No lo sé... - Dijo titubeante - En principio durante un año completo, pero si todo marcha bien, puede que sea indefinido...

¿Indefinido? ¿Eso implicaba que nuestra relación terminaría aquí? ¿Podríamos tener una relación a distancia? Más y más preguntas venían a mi mente a medida que recibía respuestas.

- Entonces, lo nuestro... - No me atrevía a terminar la frase.

- De eso quiero hablarte... - Dijo, pero esta vez, mirándome a la cara, con ojos suplicantes - Ven conmigo... Sé que es pedir demasiado, que tienes tu vida aquí, al igual que yo, pero sabes que es mi sueño, y sé que tú puedes encontrar otro trabajo allí. Eres muy buena en lo que haces, no tendrás ningún problema. Puede funcionar, sé que puede funcionar, y necesitaré tu apoyo si esto no sale bien. Me han prometido grabaciones y promoción, se que saldrá bien, para mi, para ti, para ambos, pero te necesito a mi lado... -.

Al decirme esto, sus ojos se iluminaron, su expresión cambió por completo, la ilusión y la esperanza aparecieron. Sabía que era su sueño, pero yo tenía una vida en Madrid, un trabajo, una familia... Dejarlo todo por él... Sé que estaba siendo egoísta, pero no sé si sería capaz de hacerlo...

- Yo.... No se... - Fue lo único que dije.

- Por favor - Me suplicó - Te prometo que todo nos irá bien allí, hay muchas oportunidades, para ambos. Seremos muy felices, lo se, lo presiento.

Y en cierto modo, no se equivocaba...

- Prometo pensarlo - Acepté. Después de tantos años juntos, le debía al menos eso. Necesitaba pensarlo bien, sopesar los pros y los contras de un cambio tan grande en mi vida.

Me abrazó, tan fuerte que pensaba que iba a dejarme sin aliento. La no negativa le dió esperanzas, quizá demasiadas.

- Pero no me has dicho aún el destino -.

- ¡Los Ángeles! - gritó, emocionado. - ¡Nos vamos a Los Ángeles!.

Till the end of my days. [Pedro Pascal fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora