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Los días siguientes parecía vivir en casa de Pedro. Su equipo estaba preparando todo, hasta el último detalle, para que todo fuese perfecto. Ropa, complementos, zapatos, peinados... A veces deseaba que la hora de ir al trabajo llegase para desconectar un poco de todo aquello. Yo era una persona muy simple, y ese mundo se me hacía un poco grande.

Tiempo.

Era lo que me decía, pues suponía que con el paso del tiempo me terminaría acostumbrando, aunque eso no quiere decir que me acabase gustando.

Durante esos días, conocí, finalmente, a sus hermanas. Javiera también asistiría a la gala, y Lux, que les mostraba todo su apoyo.

Llegué a su casa tras salir de trabajar, y allí estaban ellas. Pedro no me había avisado que estarían allí, por lo que me pilló de imprevisto. Pero ambas me recibieron con un abrazo, me hicieron sentir como una más al instante, lo que me hizo sentir un gran alivio, pues su familia es lo más importante para él, por lo que era muy importante para mi causar una buena impresión, y tener una buena relación. Esos días hablamos bastante, sobre mi vida, ellas me contaron sobre la suya, pero sobre todo, sobre mi relación con Pedro, sobre lo felices que estaban de ver a su hermano tan feliz, siempre con una sonrisa en la boca.

Y casi como por arte de magia, llegó el Sábado, día previo a la gala, y yo estaba muriendo por los nervios. Habíamos decidido mi look por completo. Nos habíamos decantado por un vestido negro con un poco de cola, más corto en la parte de delante, quedando los zapatos a la vista, y con la espalda al aire, para dejar caer el pelo sobre mis hombros. Tenía que admitir que era precioso.

Conforme el día avanzaba, su casa se iba llenando de gente, y yo me empezaba a sentir un poco sobrepasada. Necesitaba salir de allí, necesitaba el aire fresco de mediados de Febrero en mi cara. Por lo que usé a Odie como excusa, y pretendí que sólo salía a darle un pequeño paseo, pero una hora después me vi sentada en la playa, contemplando el mar, e intentando dejar mi mente en blanco por un momento.

Mi teléfono llevaba un rato vibrando, había estado demasiado tiempo fuera, y tenía que volver, pero ahora mismo mi cabeza era un completo caos, necesitaba tiempo, más tiempo.

Era ajena al resto del mundo, al resto de personas que había por allí, hasta que sentí una presencia a mi lado.

- ¿Estás bien? -. Preguntó, sentándose a mi lado.

- ¿Cómo supiste dónde estaba? -.

- Te conozco más de lo que piensas -. Pasó su brazo por mis hombros, y me abrazó. Fue un abrazo de esos que son capaces de reiniciarlo todo, de esos que te reconfortan el alma. Sus brazos se habían convertido en mi hogar, y no quería salir de ahí, nunca.

- Lo siento... -.

- Eh... No te disculpes -. No soltó el abrazo, y fue algo que yo agradecí. - No hace falta que lo hagas, está bien. Entiendo si es demasiado... -. Lo miré a los ojos, lo estaba diciendo de corazón, podía verlo.

- Quiero hacerlo, quiero estar ahí, para ti, es sólo que... -. Tomé aire, y comencé a explicar cómo me sentía, pues es lo mínimo que podía hacer después de haberme escapado así - A veces me siento un poco sobrepasada... Yo soy solo una rata de laboratorio que va a entrar en un mundo muy distinto, y toda esta atención, y todo lo que va a traer consigo... Cámaras, fotos, preguntas, comentarios en redes sociales... Todo esto es nuevo para mí, a veces, como ahora, de solo pensarlo, me supera un poco. Pero solo necesito que tengas paciencia conmigo, porque quiero estar ahí contigo, apoyarte en todo, sin importar nada más.

Él sujetó mi rostro entre sus manos, y posó un pequeño beso en mis labios.

- Todo va a estar bien. Te prometo que no te soltaré de la mano, nunca. -. ¿Cómo podían unas pocas palabras ser tan reconfortantes? ¿Cómo podía él, con tan poco, hacer que todos mis miedos comenzasen a desaparecer?.

Till the end of my days. [Pedro Pascal fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora