Till the end of my days. [Pedro Pascal fanfic]

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Aila

Apenas pegué ojo en toda la noche. Mi mente divagaba, mientras mis ojos se dedicaban a mirar al techo. Las horas pasaban, y mi cuerpo no parecía tener la intención de descansar.

El teléfono había vibrado varias veces, y yo había echo caso omiso. Seguramente serían Lau y Ana, hablando de cualquier tontería, y no tenía ganas de seguir su juego. Aunque, tras largo rato, cedí. 'Si me distraigo un rato, quizá me entre sueño, y pueda descansar' pensé.

Cogí el teléfono, y, como era de esperar, Lau y Ana estaban hablando sobre la salida del día siguiente, sobre los chicos que habría allí, y la post fiesta. No quise cortarlas el rollo, pero yo ni quería conocer chicos, ni tenía intención de pegarme la fiesta de mi vida.

Mientras tenía el teléfono en la mano, me llegó un audio, era él. No se por qué me sorprendió, había estado intentando contactar conmigo desde que salió la entrevista. Me había llamado, me había escrito... Y yo me había negado a contestar. Me negaba a ser una más de su lista, iba a pensar primero en mi, y por mucho que me gustase, no iba a sufrir por alguien que no lo merecía. Había tomado la decisión, aunque me estaba costando todo un mundo mantenerla. Solo el echo de recibir un mensaje suyo aceleraba mi pulso.

Sabía que escuchar esa grabación me haría sentirme peor, pero no podía resistirme a volver a escuchar su voz. Abrí su conversación, y pasé varios minutos ahí, pensando si reproducir el audio, luchando conmigo misma. Y finalmente caí.

'Estaba pensando en ti... Siempre lo hago sobre esta hora... De echo, lo hago durante todo el día. De todos modos, probablemente tú no pienses en mí. ¿Alguna vez piensas en mí? ¿Un poco?
Pero qué estoy diciendo...

Y tras un largo suspiro, el audio terminó. Las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos, intenté parar de llorar, pero mis esfuerzos fueron en vano. ¿Que pensaba en mi? No sabía cómo tomarmelo, como actuar ante aquello, no después de escuchar de su propia boca que no quería saber nada de ninguna relación con nadie, que estaba bien como estaba. ¿Que si pienso en él? Constantemente, a cada minuto, a cada segundo... Pero no lo admitiría.

Escuché el audio varias veces más, su voz parecía tan honesta... Pero cada vez que estaba a punto de ceder, de volver a escribirle, de decirle que le echaba de menos, sus palabras cruzaban mi mente, y al instante volvía a mi pensamiento de no querer saber nada de él, de no dejarle hacerme daño.

Mis emociones parecían una montaña rusa, no sabía cómo actuar, como procesar todo lo que me estaba pasando, así que decidí dejar el teléfono en la mesilla, y dejar que las lágrimas recorriesen mi rostro hasta que finalmente caí rendida.

No escuché el despertador, pero mis amigas, creo que por primera vez en mucho tiempo, fueron puntuales. Entraron a mi habitación y me sacaron de la cama.

- ¿Qué te ocurre? -. Preguntó Lau.

- Nada... -. Contesté, sin muchas ganas.

- Tu cara no dice lo mismo... -. Ana también se había fijado.

- Mejor en otro momento, disfrutemos del día de hoy, ¿vale? -. Ambas asintieron, no muy conformes con mi respuesta. Pero sabían que cuando no quería hablar del tema, era mejor no presionarme.

Preparé café mientras me vestía, pues no me veía capaz de afrontar el día sin un café bien cargado. Me puse bien de corrector para cubrir mis ojeras, y nos pusimos rumbo a la montaña. A pesar de no ser fin de semana, el echo de que faltase tan poco para fin de año significaba que casi todo el mundo estaba de vacaciones, por lo que las pistas de esquí estaban a rebosar. Tardamos lo que parecieron mil años en encontrar un aparcamiento.