Los rayos de sol comenzaron a pasar a través de la ventana. Intenté abrir los ojos, y un fuerte dolor me cruzó la cabeza. Cuanto más mayor me hacía, peor eran las resacas, un cuerpo de 30 no se recupera igual que uno de 20...
' No vuelvo a beber más', pensé, aunque como siempre, sabía que era mentira. Cuando finalmente conseguí abrir los ojos, me desubiqué por un momento. No reconocía aquella habitación, no sabía dónde estaba, hasta que comenzaron a llegar pequeños flashes a mi memoria sobre lo que había pasado la noche anterior.
No recordaba cómo, pero recordaba que Pedro no me había querido dejar sola. Busqué mi teléfono, y lo encontré tirado en el suelo, sin batería. Me levanté lentamente de la cama, y vi que llevaba solamente una camisa de pijama, de manga larga, que me estaba grande, y eso hacía que me cubriese hasta la zona inferior del trasero. Me acerqué a la ventana, y vi que la habitación tenía un pequeño balcón. Sabía que fuera haría frío, pero necesitaba despejarme.
Cogí la manta que cubría la cama, y la eché por encima de los hombros, me envolví con ella, y salí a la terraza. Tan pronto abrí la puerta, noté el frío en mis piernas, aunque agradecí el aire frío en la cara. Desde el balcón se podía ver el piso de abajo, donde se encontraba la piscina, las tumbonas recorriendo el césped, y lo que se intuía que era una zona tipo chill out, con sus sofás, sillas, etc. Cerré los ojos mientras intentaba recordar lo máximo posible de la noche anterior, pues sabía como me ponía cuando bebía, y sabía que era capaz de decir o hacer casi cualquier cosa.
Lo que si que recordaba era que lo pasé increíble, me dolía el cuerpo de todo lo que bailé, y apenas tenía voz de todo lo que canté, y también recordaba que todo fue gracias a Pedro, y gracias a que no se separó de mi en toda la noche.
Estaba tan metida en mis pensamientos que no escuché que justo en el piso de abajo, había dos personas hablando. Escuché unas risas que me sacaron de mi burbuja.
- Perdona por haberme ido anoche sin avisar -. Era Pedro, podría reconocer esa voz en cualquier circunstancia.
- Si te llevé de acompañante a la boda era precisamente por eso, para que me acompañaras... para que estuvieras conmigo -. La voz era de una mujer, el sonido llegaba como a través de un altavoz, debía ser una videollamada, pero sonaba risueña, su tono era de broma. Me inquieté ligeramente al escuchar que hablaba así con una mujer, pero... ¿celos? si solo era mi amigo...
- Hermanita... -. Dijo, provocando que yo soltase un suspiro de alivio - Lo siento, me surgió algo importante, prometo compensártelo -. Rió - Además, tu también estuviste muy bien acompañada durante toda la noche-.
- ¿Es ella? -. preguntó su hermana.
- Si... -. Suspiró él.
- Pero... ¿Tiene novio? -.
- No lo se -.
- ¿Cómo que no lo sabes? ¿No se supone que es tu amiga? Deberías saberlo... -. Le increpó, aunque seguía sonando divertida.
- Si pero... -. Se quedó callado durante un momento - Anoche... Estuve a punto de besarla, y él nos pilló, no pasó nada, pero no creo que le haya echo demasiada gracia-.
- ¡JODER! - Dije, en un tono bastante elevado. No recordaba aquello, y todo vino a mi mente como una ola, de golpe. Recordé a Pedro, tan cerca de mi... recordé a Jason, mirándonos, atónito, desde el final del pasillo, recordé salir detrás de él, y ver como se largaba de allí, sin decir nada, con las llaves de mi piso...
- Creo que se acaba de despertar -. Escuché decir a Pedro.
- ¿CÓMO? -. Exclamó su hermana - ¿A dormido en tu casa, y no me dices nada? -.
- Hermanita, te dejo, ya hablaremos -.
- Si, te llamaré, no voy a permitir que me dejes así -.
Escuché como Pedro entraba dentro de la casa al mismo tiempo que lo hacía yo. Volví a coger el teléfono, e intenté encenderlo, sabía que era inútil, que no tenía nada de batería, pero quería intentarlo, tenía que llamar a Jason.
Efectivamente, el teléfono estaba totalmente muerto.
'Jason me va a matar', era lo único que podía pensar en aquel momento. Me senté en la cama, intentando analizar la situación, intentando pensar que decirle, como hacer que se le pasase el enfado, pues, a pesar de lo mal que se comportó anoche, no quería hacerle daño.
El dolor de cabeza no me dejaba pensar, los nervios se estaban empezando a apoderar de mi, cuando la puerta sonó. Tres toques solamente.
- Pasa... -. Dije.
Pedro abrió la puerta muy despacio. Entró dentro de la habitación, y se quedó quieto, cerca de la puerta, mirándome.
Tenía el pelo despeinado, se notaba que también estaba recién levantado. Llevaba una camiseta blanca, y unos pantalones de pijama de cuadros, grises. Llevaba lo que cualquier persona llevaría para dormir, pero él estaba arrebatadoramente guapo.
- Buenos días -. Dijo, tímido, rompiendo el hielo.
- Buenos días -. Le sonreí.
- ¿Estás bien? -. Mi cara era como un libro abierto, no podía esconder mis emociones.
- Bueno, no demasiado... -.
- ¿Quieres contarme? -. Dijo, mientras se acercaba despacio a la cama. Yo asentí con la cabeza, lo que hizo que él se sentase a mi lado. Yo seguía arropada con la manta, pero pude ver como recorrió mi cuerpo con la mirada, y no pude evitar ponerme nerviosa.
- Lo primero de todo... Parece que me están martilleando la cabeza, necesito una pastilla, si fuese posible, así no puedo ni pensar -.
- Qué te parece si bajamos a la cocina, te preparó un buen café, algo de comer, y una pastilla para tu resaca -.
- Parece un buen plan -. Sonreí.
- Perfecto, vamos, ven conmigo -. Dijo, levantándose de la cama, y tendiéndome la mano, para que yo hiciese lo mismo.
- Pero... hay un problema -. bromeé. Él me miró, extrañado. Acepté su mano, y me levanté. - No se si te has fijado, pero no llevo pantalones -.
Me miró con picardía, y de nuevo, sus ojos recorrieron todo mi cuerpo.
- Lo sé, pero esperaba que tu no te acordases de ese detalle -. Intenté mirarlo con cara de desaprobación, pero no podía, solo podía reír, era lo que él me provocaba. - Tienes pantalones en el armario, coge lo que necesites, te espero abajo-. Dijo, mientras salía de la habitación, cerrando la puerta tras él.
Abrí el armario, había varios tipos de pantalón de chándal, de varios colores, cogí uno gris claro, y, sin quitarme la manta, pues aún tenía frío, me dispuse a bajar a la cocina.
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Till the end of my days. [Pedro Pascal fanfic]
FanfictionHola a tod@s! La verdad es que llevo un tiempo buscando leer algo de nuestro querido Pedro, y no he encontrado tanto como a mí me gustaría, así que aquí traigo mi granito de arena... Espero lo disfruten! Aila cambia de ciudad por amor. Ella, solo bu...