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No terminaba de acostumbrarme a que Pedro estuviese fuera de la ciudad. Su trabajo no le permitía pasar demasiado tiempo allí, y yo no estaba dispuesta a pasar tanto tiempo alejada de él. Por lo que tuve una conversación poco agradable con mi jefe.

A parte de la nueva incorporación de Sebas, el equipo iba a seguir creciendo, por lo que habría gente de sobra para hacer los experimentos, y una vez obtenidos los resultados, yo podría analizarlos. Para ello no necesitaba estar en Los Ángeles, podría hacerlo desde cualquier parte del mundo. Analizar resultados y escribir artículos, no era necesaria mi presencia allí.

Mi jefe, por otro lado, no tenía esto tan claro. Su punto era que si algo fallaba, no estaba allí para solucionarlo. Pero, para algo estaba él allí, ¿No?.

No di mi brazo a torcer, le ofrecí volver en caso de que hubiese algún experimento que nadie más pudiese hacer, o en caso de que hubiese algún problema cuya solución no encontrasen ninguno de ellos.

Finalmente cedió, no se qué es lo que le hizo aceptar aquel cambio, estando tan en contra desde el primer momento. Pero no me importaba.

Gracias a ello, pude viajar con Pedro, acompañarle a sus rodajes. Mientras él grababa, yo me quedaba trabajando. A veces trabajaba mientras él dormía, pues tenía que estar operativa durante el mismo horario que el equipo trabajaba desde Los Ángeles.

El resto del tiempo que teníamos libre, lo pasábamos visitando nuevas ciudades, descubriendo nuevos sitios, y escondiéndonos bajo las sábanas de cada hotel en el que nos hospedábamos.

Cada vez que volvíamos a la ciudad, yo volvía al laboratorio, nuestra vida volvía a ser como era al principio. Como si nada hubiese cambiado.

Así pasaron las semanas, y los meses. La felicidad que sentía era plena, pero a su vez, daba vértigo, pues las cosas nunca me habían ido tan bien durante tanto tiempo.

Y como por arte de magia, más de un año había pasado ya. Pedro y yo seguíamos igual de felices que siempre. Cada día que pasaba nos conocíamos un poco mejor, nos entendíamos un poco mejor, y nos amábamos un poco más, aún creyendo que eso no era posible.

Encajábamos como dos piezas de puzle, él me complementaba, me hacía ser mejor persona, me hacía dar lo mejor de mi misma en cada situación. Me sentía libre a su lado, capaz de cualquier cosa.

[....]

- No hagas planes para el Sábado -. Era Lunes, estábamos a primeros de Mayo, y en Los Ángeles el calor ya se había dejado ver. Cómo era habitual, yo aprovechaba para ir al trabajo, y así mantener a mi jefe contento para poder seguir viajando con Pedro sin que él me pusiese ningún impedimento.

- ¿Dónde me vas a llevar? -. Pregunté sonriendo, con tono juguetón, acercándome a él, y rodeando su cuello con mis brazos. 

- Lux va a hacer una especie de reunión en la casa de la playa de un amigo suyo, y nos ha invitado -.

- ¿Una fiesta? -. Dije, fingiendo bailar.

- No... Solo una reunión, unas cervezas, comida... Ya sabes. Pero si quieres fiesta, podemos tenerla cuando tu quieras... -. Estaba juguetón, y me encantaba. Después de tanto tiempo, seguía provocándome las mismas sensaciones cada vez que me tocaba, cada vez que me besaba...

Me acerqué a su cuello, lo besé lentamente, haciendo que su piel se erizara bajo mi contacto. Subí muy despacio hasta su oreja, y susurré en su oído, bajito, despacio, sabiendo el efecto que provocaría en él...

- Tómame... Muérdeme... Quítamelo todo... -. Cuatro palabras fueron suficientes para notar como su ritmo cardíaco se había acelerado. Sonreí mientras él me levantaba, haciéndome enredar las piernas en torno a su cintura.

Till the end of my days. [Pedro Pascal fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora