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El día siguiente salí de casa temprano, mis ojeras habían aumentado, y el maquillaje no pudo corregir la mala cara que tenía, pues esa noche tampoco había sido capaz de pegar ojo.

Dejé a Odie en el lugar que Lux me había recomendado, y desde allí me fui en dirección al aeropuerto. No llevaba apenas equipaje, pues solo serían tres días de viaje, por lo que solamente cogí un par de jeans y unos jerséis, lo que quería decir que había descartado por completo la idea de ir a ninguna fiesta. Sólo sería trabajo y un poco de turismo. Un pequeño cambio de aires para que mi mente deje de machacarse constantemente.

Llegué al aeropuerto antes que Lux, por lo que decidí esperar en la puerta de embarque. Saqué el móvil para distraerme, sin poder evitar buscar cualquier notificación de Pedro, un mensaje, una foto en Instagram, cualquier cosa. Pero como cabía esperar, nada, silencio absoluto, como si se lo hubiese tragado la tierra. Llegados a ese punto, yo ya había dejado de llamarle y enviarle mensajes.

Cuando quiera hablar, aquí estaré.

Había decidido dejar de arrastrarme por algo que yo no podía controlar, aunque ni estaba convencida de ello, ni hacía que doliera menos, justo lo contrario, estaba destrozada. El miedo a que él pudiese pensar que me había dejado de importar recorría mis pensamientos de forma constante, pero la indecisión sobre como actuar, y el enfado por haberme dejado así, me habían echo reaccionar de este modo.

Quizá no fuese lo correcto, quizá si hubiese insistido más él habría terminado contestando el teléfono, o quizá esto le daba el espacio que necesitaba para pensar, y era lo mejor que podía hacer. 

Estaba metida en mis pensamientos por completo, ajena al resto del mundo, cuando noté que alguien tocaba mi hombro.

Inmediatamente levanté la vista, y pude ver a dos chicas sonriendo frente a mi, con sus móviles en la mano. No sabía quienes eran, no las había visto en mi vida, pero pude imaginarme por qué se habían acercado a mi.

- ¡Hola! ¿Qué tal? -. Dijeron ambas casi al unísono, emocionadas.

- Hola -. Respondí, utilizando el tono más amable que pude fingir. Vi como ambas se miraron entre si, nerviosas, mientras yo las observaba a la espera de que por fin me dijesen el motivo por el cual se habían acercado a mi.

- Perdón por molestar -. Al menos eran educadas - Pero... ¿Va a venir Pedro? -. Y ahí estaba, su nombre de nuevo. Solo el escucharlo en voz alta me dolía, hacía que mi estómago se encogiese, y que mis ojos comenzasen a cristalizarse sin control.

- Está trabajando, lo siento -. Dije tras tomar una gran bocanada de aire y así intentar calmarme, pues no podía dejar salir la voz quebrada que indicaba que algo no iba bien. Al fin y al cabo, en las redes sociales, los rumores corren como la espuma, y era lo que menos necesitaba.

Volví la mirada al teléfono, dando por zanjada la conversación, cuando de reojo vi que ellas no opinaban igual. Apenas se habían movido unos pasos, cuando pude ver como de nuevo se giraron hacia donde yo estaba, caminando de nuevo hasta mi.

Paciencia. Me obligaba a pensar.

- ¡Vámonos de party! -. Lux apareció por detrás de mi, en el momento oportuno, pasando su brazo por encima de mis hombros, y haciendo que comenzase a andar hacia la puerta de embarque.

- Gracias por salvarme, de nuevo -. Susurré en su oído, aliviada, pues apareció justo en el momento en el que ambas chicas habrían la boca para volver a hablar. Y yo no podía quedarme allí contestando a las mil y una preguntas que tendrían sobre Pedro, o sobre nuestra relación, o sobre lo que sea que se les fuese ocurriendo, no era un buen día, y no estaba dispuesta a ponerme a llorar sin control delante de unas desconocidas. Pero tan pronto como Lux me alejó de allí, parecieron entender la indirecta, y ambas se marcharon por donde habían venido.

Till the end of my days. [Pedro Pascal fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora